Rafa Nadal tiene un plan para volver a ser el mejor del mundo. El tenista español, que comenzó con buen pie su andadura en la temporada de tierra con una solvente victoria ante Lucas Pouille, está decidido a regresar a su mejor nivel. Con la llegada de la arcilla, Nadal tiene muchos motivos para sonreír, pues se trata de la superficie en la que más títulos ha ganado y en la que ha conseguido ser un referente del tenis mundial. Pero es consciente de que ha llegado el momento de llevar a cabo algún cambio... para tratar de repetir lo que consiguiera en el año 2013.
El tenista español ha decidido que ha llegado el momento de introducir innovaciones en su juego. Centrarse en superficies menos agresivas para sus dañadas articulaciones o evitar la sobrecarga de partidos en periodos muy cortos de tiempo son sólo algunas de las decisiones que ha decidido llevar a cabo para intentar que su físico no sufra tanto. Pero quizá la gran innovación que ha introducido a su juego en los últimos tiempos ha tenido que ver con su raqueta, que estrenó ante Pouille y que le permitirá tener mayor pegada y más efecto en sus golpes.
El número cinco del mundo es consciente de que debía cambiar algo para intentar volver a ser el tenista imbatible de tiempos pasados. En sus mejores momentos de tenis, su confianza y su capacidad para superar cualquier adversidad eran suficientes motivos para acabar con cualquier rival que se atreviera a plantarle cara. Pero esos tiempos, al menos de momento, han pasado, por lo que necesita de cualquier mejora que le pueda permitirreencontrar su mejor versión... y echando la vista atrás, se fijó en el año 2012 como punto de partida.
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Aquel año, el español sufrió importantes problemas por culpa de las numerosas lesiones que sufrió. Sus constante problemas físicos provocaron que su tenis viviera malos momentos y que las sombras empezaran a planear sobre Nadal: 'Nunca volverá a ser el mismo' o 'Es el comienzo de su final' fueron algunas de las frases más recurrentes sobre lo que le sucedía, pero nada más lejos de la realidad. Sólo un año después de aquel 2012 para el olvido, el español firmaba una de sus mejores temporadas, en la que conseguía 10 títulos y recuperaba el número uno de la ATP.
Por aquel entonces, uno de los principales cambios que Nadal llevó a cabo fue su raqueta, en la que añadió tres gramos más de peso al marco, lo que le hizo mejorar ostensiblemente su juego. Ahora, el objetivo vuelve a ser el mismo: un nuevo cambio en su Babolat para tratar de mejorar su juego. Así lo explicaba Nadal en rueda de prensa: "Los agujeros entre las cuerdas son un poco más grandes comparados con los de la otra raqueta. Decidimos cambiarla para aumentar el efecto. Con ésta tengo menos control, al menos en teoría. Lo que tengo es más fuerza y más efecto", confesaba.
El patrón de cordaje es exactamente igual a la de su anterior raqueta -16x19 cuerdas-, aunque el molde de la raqueta parece diferente. La idea no es otra más que tratar de recuperar sensaciones en pista, tal y como consiguiera hace un par de años e iguala que hizo la pasada temporada Roger Federer, en la que volvió a vivir grandes momentos de tenis. El objetivo no es otro más que dar un punto extra de efecto y potencia a Nadal, en especial para su primer servicio, con el que sufre en determinadas superficies y donde tratará de ganar algún punto extra con la llegada de una superficie más lenta como la arcilla.
Y lo cierto es que su estreno no fue nada mal, pues sólo cedió tres juegos en su debut en Montecarlo, demostrando gran control del partido y en especial una clara mejora con su saque. El español lleva una semana practicando con la nueva raqueta, con la que confiesa sentirse "muy cómodo" y asegurando que va "a seguir jugando con ella". Será su nuevo arma desde Montecarlo a Roland Garros, con la que intentará sumar su noveno título en Montecarlo y, por qué no, soñar con levantar su décimo título en Roland Garros, el gran objetivo de Nadal.
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