Los antecedentes carcelarios de la familia de Rodrigo Rato
El padre y el hermano del exvicepresidente fueron condenados a prisión por evasión fiscal // Provocaron la quiebra del Banco de Siero
Carmen Eva Pérez Ordieres
La detención de Rodrigo Rato Figaredo resucita viejos fantasmas familiares. Los de su padre, y su hermano, encarcelados en 1967 por evadir 70 millones de pesetas a Suiza a través de un entramado financiero del Banco de Siero, que se declaró en suspensión de pagos. Una situación que a los accionistas de Bankia les sonará a música conocida. La historia de Rodrigo Rato bebe presuntamente de esas fuentes y de un pasado que amenaza con repetirse, la de una familia que ha cabalgado entre la política y la economía en los últimos dos siglos.
Retrocedamos en las raíces de Rodrigo Rato. Su abuelo Faustino fue alcalde de Madrid y ministro de Fomento con Antonio Maura. Su padre, Ramón Rato Rodríguez San Pedro, estudió leyes y viajó a Munich en la década de los años 30. De allí regresó muy impresionado por la Alemania nazi y escribió un par de libros en los que describió la realidad europea del momento desde una óptica pronacionalsocialista. Durante la Guerra Civil, apoyó obviamente a los sublevados.
La rebelión militar le pilló en Perú. Regresó desde allí para unirse a Millán Astray y a una pandilla de reconocidos falangistas: Víctor de la Serna, Ernesto Giménez Caballero, Dionisio Ridruejo y Ramiro Ledesma. Tras la victoria franquista se dedicó al mundo de los negocios, todo un fértil nicho en el que podría aprovechar sus contactos políticos. Participó en la fundación de Radio Nacional con el citado reducto joseantoniano y en la extensión de la Cadena Ser al lado de Manuel Aznar, abuelo del expresidente del mismo apellido. Su pasión por el negocio de la radio le llevó a crear la Cadena Rato. Fue el germen de la actual Onda Cero. La familia obtuvo 30 millones de euros por la venta.
La policía franquista descubrió que Ramón Rato extrajo 70 millones del Banco de Siero rumbo a Suiza
El siguiente paso fue su entrada en el mundo de la banca. Se hizo con el 80% de Banco de Siero y con el Banco Murciano y fundó en Ginebra y Amberes una sucursal bajo el nombre Banque Siero. Ese fue el comienzo de su peripecia penitenciaria. La policía franquista descubrió que Ramón Rato extrajo del Banco de Siero 70 millones de pesetas que fueron depositados en diferentes bancos suizos, lo que por entonces constituía un delito monetario. El juez Antonio Sánchez del Corral y del Río ordenó su detención y la de su hijo Ramón Rato Figaredo, hermano mayor de Rodrigo y fallecido hace tres años. ¿El argumento? “Por haberse comprobado la existencia de hechos susceptibles de ser calificados como delito monetario”.
El contrabando monetario, como fue definido en ese momento, llegó a la cárcel al padre del exvicepresidente. Según Ramón Tijeras, autor de un extenso libro sobre la saga de los Rato, “Ramón Rato padre recibió la notificación de su arresto domiciliario el 3 de noviembre de aquel año 1966, a las once y media de la mañana. La policía le exigió que entregase el pasaporte español que había obtenido en el Consulado de París. Después, el padre de Rodrigo Rato ingresó en la madrileña prisión de Carabanchel”.
Y los acontecimientos se precipitaron en forma de quiebra. El 28 de noviembre siguiente, el Consejo de Ministros se encontró encima de la mesa la inminente suspensión de pagos del Banco de Siero y del Murciano. Ramón Rato y Rodríguez San Pedro estaba mientras tanto en la cárcel de Carabanchel. La propuesta de la Subsecretaría del Tesoro y Gastos Públicos que el Consejo de Ministros aprobó ese mismo día fue la siguiente:
Suspensión de pagos
“Se autoriza al Ministro de Hacienda para que instrumente a través del Banco de España, y con la colaboración de la Banca privada, y asesoramiento de la Dirección General de lo Contencioso del Estado, el conjunto de ayudas necesarias para salvaguardar los intereses legítimos de aquellos depositantes que hayan constituido sus depósitos en los Bancos de Siero, Murciano y de Medina con arreglo a las normas vigentes en materia de disciplina bancaria, mediante el pago de los créditos que ostentan contra tales Bancos y reúnan los requisitos indicados, subrogándose en los derechos de los depositantes para reintegrarse, en su día, en la parte que sea posible en los autos de suspensión de pagos o de quiebra a que pueda llegarse, o bien mediante cualquier otra fórmula que se arbitre para ayuda de los mencionados depositantes”.
“Esta situación afecta a millares de cuentacorrentistas y depositantes de sus ahorros en dichos Bancos, a cuyas economías afecta la suspensión en forma gravemente perturbadora. Por otra parte, todo esto es susceptible de causar grave daño a la confianza del público en la institución bancaria en general”. Unos párrafos que recuerdan mucho a la situación que tuvieron que soportar las víctimas de Bankia.
Ramón Rato ingresó en Carabanchel y fue trasladado a la cárcel de Almería
La sentencia final tuvo algo de ejemplarizante. El juzgado especial de delitos monetarios estableció que el padre de Rodrigo Rato diseñó una “organización clandestina” en Madrid con un objetivo: evadir dinero y divisas a Suiza bajo el paraguas del Banco de Siero y más en concreto de su sucursal en Ginebra. La condena por ese traslado de 70 millones fue dura para la época (corría febrero de 1967) y más por tratarse de quienes eran. Al padre de Rodrigo le cayeron tres años de cárcel y dos multas de un total de 176 millones de pesetas. La lista de acompañantes fue amplia. Ramón Rato Figaredo recibió una pena de dos años de cárcel y 44 millones de pesetas. Faustino Rato Rodríguez San Pedro, tío de Rodrigo, obtuvo una multa de cinco millones por cómplice. Ignacio Gutiérrez Ovejero, una multa de 400.000 pesetas; Francisco Bengoechea Llorente tuvo que pagar 200.000 pesetas y Emilio Señorena García fue multado con 300.000 pesetas
Ramón Tijeras agrega que el día 1 de septiembre de 1967, funcionarios de la Dirección General de Prisiones entregaron a Ramón Rato a la Guardia Civil en las dependencias de la cárcel de Carabanchel para su traslado a la prisión provincial de Almería con el fin de que extinguiera allí su condena por “contrabando monetario”.
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