domingo, 28 de febrero de 2016

Guerra de posiciones...

Guerra de posiciones (homenaje a Gramsci)

La realidad es que una de las reflexiones que más me fascinaron siempre de Gramsci nunca fue de Gramsci. Nunca fue una recomendación del genio italiano de "esas que tan bien envejecen", sino su introducción, con gran ironía, al pensamiento político de Charles Benoist (la capacidad de poner siempre en valor a los demás: ése sí que era uno de los signos reales de su gran inteligencia estratrégica).
No podemos encontrar por ello mejor manera de describir el momento actual de los estrategas de nuestros partidos que recordándoles, en homenaje a Gramsci, las palabras de esa fina mirada francesa que él nos recomienda y que no sólo les resultará tan familiar, sino que con ella comprenderán también el por qué algunos políticos en España siguen siendo en esta partida post-electoral, sin saberlo, víctimas de su propia burocraciaVulnerando además algunas leyes clásicas de nuestra política.
Convendrán con nosotros en que, en este ajedrez político que vivimos, vayamos ahora a nuestro país (allá va Benoist), "hay tres tipos de maquiavelismos (tendencias): el de Maquiavelo (el auténtico, representado por Podemos), el de los maquiavelistas (sus discípulos, Ciudadanos) y el de los antimaquiavelistas (en unos casos, que no pueden ni oír hablar del florentino: el PP; en otros, que lo reducen a su mínima expresión, el márketing político: el PSOE). 
De todos ellos, sin duda el más relevante es éste último, porque es "el de quienes jamás leyeron una línea de Maquiavelo, y se sirven inoportunamente de los verbos, sustantivos y adjetivos derivados de su nombre. Es por ello que Maquiavelo no debería ser considerado responsable de todo aquello que después de él se complacieron en hacerle decir el primero o el último recién llegado".
Si éste es el panel intelectual, ¿cuál es el marco en el que se mueven nuestros queridos maestros? Aunque no todos se han dado realmente cuenta, el campo de juego es un "claroscuro" institucional, económico y social, ése en el que cuando el viejo mundo se muere, en el rubicón en torno al eje nuevo-viejo, surgen nuestros "queridos monstruos" ¿Y quiénes son?  Vamos a repasarlos.





Comencemos por Pedro Sánchez que tras el 20D, a pesar de obtener los peores resultados de la historia del PSOE y olvidarse de su amplia derrota (por debajo de los 100 diputados) se ha proyectado en España como si fuera Capablanca, un "Mozart del ajedrez", un "solemnemente encomendado por la mano del (Rey)" a liderar la partida hasta el final.
Se apropia del símbolo del nominado como candidato, pero no del contenido. Su error de base (decisivo) ha sido olvidarse no sólo de los hechos, sino del contexto. Desde 2013 (el punto álgido de la crisis) la ideología ha vuelto a España. El país se está dividiendo nuevamente en torno a una lógica de izquierda y derecha.
Y el pacto PSOE-Ciudadanos, cuyo propósito ha sido buscar el centro político, está estratégicamente muy lejos de lo que decide hoy elecciones y gobiernos en nuestro país: la batalla por la centralidad (que es por definición elástica, nunca es ambigua, no está en punto muerto y en cada asunto tiende a ser independiente, va de izquierda a derecha en función de la lógica y el bloque que uno eliga).
Los socialistas se han dejado muchos pelos en la gatera en el Post20D: han renunciado abiertamente, por ejemplo, con el acuerdo con los naranjas a "democratizar la economía" (esencia del eje ganador arriba-abajo), un carril estratégico en el que Podemos ya no les va a pedir paso a partir del 5M, sino que les a sobrepasar sobradamente por la izquierda. No importa lo competitivo que seas en materia de regeneración democrática. Ése es el móvil de la izquierda ahora.
Primera ley universal en política: cuando tienes que explicar tanto un acuerdo político, malo. No es de extrañar que el desenlace para los socialistas sea una consulta sin consulta a la militancia, una pregunta sin pregunta. Una firma pública de un acuerdo sin los votos necesarios antes de que lo ratifique quien da permiso para esas firmas: el Comité Federal. Un balance muy pobre interna y externamente para 30 días de negociaciones.
Segunda Ley: el relato en sí mismo no da votos. Los resultados parlamentarios producen resultados electorales, las derrotas no. Si alguien pensó en el PSOE en la rentabilidad del mensaje de exponer públicamentela existencia de una "pinza PP-Podemos" durante cinco días se encontrarán en segunda votación con la siguiente realidad: 219 votos en contra y, como mínimo, siete partidos detrás de ese contudente rechazo: PP-Podemos-PNV-DyL-ERC-IU-Bildu).
Apuesta equivocada. Ha faltado madurez y sentido práctico. O dicho de otro modo, ha faltado sentido común: "si golpeas tu cabeza contra un muro es tu cabeza la que se golpea y no el muro". España no es Andalucía (PSOE), pero tampoco es sólo Madrid ni Catalunya (Ciudadanos).
Seguimos. Hemos visto, por su parte, a Pablo Iglesias actuar como si fuera Bobby Fisher: revolucionando constantemente el Parlamento. Dándole una patada al tablero cada semana, cuando lo necesitaba, en cada enroque (veto a Ciudadanos y ahora no lo veto, me siento con el PSOE y ahora me levanto) y anunciando un permanente cambio de ciclo, imprescindible en su relato pre y post-electoral. 
Siempre agresivo el secretario general de Podemos (atacar, atacar, atacar)en un sentido cultural, ganando  espacio político y disputando, esto es lo más importante, la "hegemonía" del mensaje, entendiendo el ajedrez político como lo que es: no como algo estático, sino como un deporte aleatorio. Dinámico. En el que, para ganar políticamente, se deben intercambiar constantemente muchas piezas.

Albert Rivera ha querido ser Kasparov ("el gran maestro", la leyenda de Suárez) en su "dialéctica eterna" de gobernar mediáticamente al electorado del PP (esa corbata azul, el lugar escogido en el Congreso, el cuadro de "El abrazo" de fondo, todo tan previsible, que le delata en la firma del pacto con Sánchez), y, sin embargo, va camino de ser un proyecto de Paul Keres, el de un "campeón sin corona".
Uno de los jugadores más queridos del hemiciclo, sí, no cabe duda ("me quieren, pero no me votan"), pero que, a pesar de su enorme talento y destreza, no obtiene en su carrera los resultados necesarios para ser campeón del mundo (presidente). Y eso que es el político en activo en España que más repite la palabra "compatriotas" por décimas de segundo.
Tercera ley: cuidado con las amistades peligrosas. Nadie es profeta en su tierra.Lo explicamos: se ha dejado seducir en exceso por su electorado más joven, más urbano, que aplaude la firma con los socialistas y que produce "miopía política". Ciudadanos son la segunda fuerza tras Podemos entre los menores de 40 años (el 34% del censo), pero son lo que son hoy por su entrada en otra generación más madura y descontenta con el PP. Con la firma se ha abierto él mismo un boquete entre ese votante estructuralmente más importante para el crecimiento de su organización: el que tiene entre 45 y 55 años, que es el votante medio español, que no entiende que quiera hacer presidente a Sánchez.
Ellos le reclaman hoy (en coherencia con su imaginario que no es el de la generación de la democracia) que hubiera forzado tras el 20D una mesa de negociación en paralelo con PP y PSOE antes que el Rey iniciara consultas. Le ha faltado olfato político. Y algo básico: encontrar una salida digna al presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy. Ese requisito es imprescindible para cualquier entendimiento,del tipo que ustedes quieran, entre las tres fuerzas.
Están por ello 2/3 de sus votantes (los más cercanos al PP) muy confusos, porque viven en esas provincias blindadas en las que los naranjas y los morados entraron por primera vez en las pasadas elecciones generales y no entienden, por ejemplo, que, de todo el discurso de Ciudadanos, lo que haya calado finalmente es la firma de una "Reforma exprés de la Constitución" (cuidado con el lenguaje) en la que en la foto no está el PP, la renuncia al "contrato único" (bandera de la formación hasta ayer) y un ataque incomprensible a sus pueblos suprimiendo las diputaciones. Que se entiende como propuesta (como muchas que se llevan en los programas), pero tiene su coste cuando se lleva a primer plano en términos de qué es prioritario y qué no lo es.
Cuarta ley que olvidó Albert: la política es emocional y tener la razón no da votos. Convendrán con nosotros en que el resultado es muy poco gratificante para el líder Ciudadanos y que supone un gran desgaste para los naranjas en apenas un mes. 
¿Y qué ha hecho Mariano Rajoy desde el inicio de esta batalla? Se ha comportado como lo que es realmente el líder del Partido Popular: más que un jugador, un ordenador. O sea, como Deep Blue. Gana cuando los números le dicen que gana y da por pérdidas las partidas que no le cuadran en ese algoritmo tan interiorizado en su cabeza y que le dice mejor luchar otro día.
Como sucede con todo, una partida de ajedrez se divide en tres partes: principio, mitad y final. Y en cada fase se ponen a prueba distintas habilidades emocionales e intelectuales. Al principio de la partida,el centro del tablero está vacío y hay 4.000 secuencias posibles sólo en la primera ronda. Tras la segunda existen 71.852 posibilidades y en la tercera, 9.131.484. Y en la medida que avanzamos, como tras este primer intento presidencial, caen piezas por el camino.
La realidad es que tras el 5M y hasta el 3 de mayo PP y Podemos van a polarizar el país haciendo buena la estrategia de ambos y empequeñeciendo a PSOE y Ciudadanos hasta devorarlos. Presos de un acuerdo sin escaños y de los resultados de una investidura fallida (una derrota siempre es una derrota) que les retrata políticamente a socialistas y naranjas en varias materias electoralmente sensibles. Y no hay marcha atrás para una "boda roja" y que Sánchez sea presidente por bloqueo.
Desde hace casi 70 días, las dos únicas fórmulas de Gobierno viableshan sido siempre dos y quienes se han orientado a ellas, con sus aciertos y sus errores, han ganado peso territorial: la Gran Coalición (PP-PSOE-Ciudadanos) o una Coalición de izquierdas (PSOE-Podemos-IU con voto favorable PNV y Coalición Canaria).
Quinta ley infalible: nadie hablará de nosotros cuando hayamos muerto. Pensar en una abstención de populares o morados ha sido un ejercicio de voluntarismo sin precedentes en Europa por parte de los que cuentan escaños en el PSOE y Ciudadanos. El problema político que se abre para ellos dentro de una semana es de primer nivel, porque Sánchez se ha mostrado tanto "negro sobre blanco" que no puede dar marcha atrás y menos con unas primarias por la secretaría general de por medio en mayo. Por lo que o sale la Gran Coalición o nos vamos a nuevas elecciones con seguridad.
En los periodos de inestabilidad institucional, económica y social,cuando se produce "ese claroscuro" del que hablábamos, se abre la oportunidad de cuestionarto todo. En ciencia militar a la estrategia más eficaz en este escenario se le llama "Guerra de posiciones". Que es lo que hemos estado viviendo y en la que van a acabar ganando populares y morados.
En polemología práctica se resume de la siguiente manera: yo me sitúo en mi trinchera y tú en la tuya, les dejamos la "guerra de movimientos", hasta que se agoten, a PSOE y Ciudadanos, y cuando se desfonden (pierdan su inocencia, se retraten políticamente), comenzamos el asedio.Mostrándonos como los dos únicos partidos alfa en España. 
Al fin y al cabo, nunca se debería olvidar en política profesional que "toda guerra ha sido guerra de religión siempre". Y nadie puede negar, se mire como se mire, que hay dos colores más definidos que otros en nuestro país (el azul y el morado) y a partir del 5M los españoles volverán a elegir el suyo. El centro ya no es lo que era. La centralidad vuelve a ser, por el contrario, para los estrategas de hoy un combate entre "libertad y necesidad". Gramsci estaría orgulloso. Y Maquiavelo.
Iván Redondo 

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