Podemos cuenta con dos meses para hacer girar al PSOE hacia la izquierda. Una cuenta atrás de 60 días que comenzará a correr tras la "investidura fallida" de Pedro Sánchez, la próxima semana. Tras la imagen de Pedro Sánchez estrellándose en la cámara, si finalmente Ciudadanos no arranca la abstención al PP, Podemos pondrá en marcha toda la artillería para forzar un Gobierno de coalición y blanquear su imagen. La vida política y la guerra de relatos volverá a renacer tras el 5 de marzo y se extenderá hasta agotar los plazos marcados por la Constitución. Dos meses tras los que se convocarían elecciones, aunque el tono de las precampañas ya impregna las intervenciones de los dirigentes políticos y las estrategias marcadas por las organizaciones.
El portavoz de los socialistas, Antonio Hernando, acusó de mentir a los dirigentes de Podemos y rescató el fantasma de la pinza. Hasta en cinco ocasiones repitió con un tono mitinero: "Podemos miente, y lo sabe". Tampoco faltaron reproches en formato de titular como que "la gran esperanza de Mariano Rajoy se llama Pablo Iglesias" o "Podemos vive mejor con el PP".
El secretario general de la formación emergente eligió el 'prime time' para contraatacar. Entrevistado por Pedro Piqueras en el telediario de Telecinco, Pablo Iglesias llamó la atención sobre la falta de honestidad de los socialistas y colocó varios eslóganes de precampaña: "El acuerdo entre PSOE y C's solamente sirve para abrirle la puerta al PP", "el PSOE dijo que Ciudadanos era de extrema derecha, luego de derecha, después de centro y ahora socialistas" o"si cometimos un pecado, fue mirar al PSOE de igual a igual".
La cada vez mayor beligerancia entre las dos formaciones, más propia de una campaña electoral que de un periodo de negociaciones para formación de Gobierno, no impide a Podemos asegurar que hará todo lo que esté en su mano para frenar la "derechización" de los socialistas. Tras levantarse de la mesa de negociaciones, el número dos de la formación, Íñigo Errejón, insistía en que dejará la puerta abierta para retomar el diálogo tras la investidura. "Un paréntesis", como lo calificó el portavoz de Compromís, Joan Baldoví. La guerra discursiva, mientras tanto, se centra en culpabilizar al 'otro' de que por activa o por pasiva se acerca al PP.
Los movimientos de Podemos ya están orientados a construir un relato de urgencia que aplaque la culpabilización por romper la baraja y levantarse de la mesa, además de desprenderse de la responsabilidad por "mantener a Rajoy en La Moncloa". Solo una vez despejado este lastre podrá recuperar la credibilidad para defender la formación de un Gobierno "de cambio y progresista". Posiciones que han secundado tanto Izquierda Unida como Compromís, al levantarse junto a Podemos de la mesa negociadora con el PSOE. Mantener contactos bilaterales con los aliados naturales de Podemos era la principal baza de los socialistas para seguir presionando a estos de cara a que apoyasen la investidura de Pedro Sánchez.
Posturas irreconciliables
Los populares esperan su turno y miran desde la barrera cómo saltan por los aires las negociaciones para un Gobierno de coalición del que formase parte Podemos, solo dos días después de que las formaciones de izquierda se sentasen a la mesa. Una ruptura que además ha ido acompañada de declaraciones que difícilmente permitirán una vuelta atrás para retomar el diálogo tras la primera sesión de investidura. Las posturas de las distintas formaciones a pocos días de que Sánchez defienda su candidatura a la Presidencia ante la Cámara parecen cada vez más irreconciliables.
La escalada bélica se precipitó en tan solo unas horas. La noche del lunes, tras la primera reunión del espacio a cuatro entre PSOE, Podemos, Compromís e IU, todos los líderes coincidían en subrayar su optimismo y calificaban como positivos los pasos dados para construir un Gobierno de coalición. Al día siguiente, se hacía inminente el acuerdo entre PSOE y Ciudadanos, lo que comenzó a generar reticencias y rebajó drásticamente el tono esperanzador.
El miércoles por la mañana, tras sellarse el acuerdo entre Sánchez y Rivera, desde Podemos subrayaban su desconfianza hacia el PSOE, pero se resistían a abandonar las negociaciones. Ya por la tarde, una vez analizadas con detenimiento las "incompatibilidades" del documento con las políticas económicas (fiscalidad progresiva, derogación de la reforma laboral o rebaja del IVA), sociales (derogación de la 'ley mordaza' o incremento del gasto social) y territoriales (plurinacionalidad y referéndum catalán) defendidas por la formación morada, todo se precipitó.
La "desconfianza" que manifestaban abiertamente hacia el PSOE, con quien pretendían seguir negociando, se convirtió en "frustración" y "decepción", hasta el punto de romper la baraja. Desde ese momento, las acusaciones cruzadas se convirtieron en un torbellino. La repetición de elecciones es todavía una hipótesis más, pero todas las formaciones se están armando y preparando sus relatos y estrategias para afrontarlas.
El presidente de la Mesa del Congreso, Patxi López, incluso ha adelantado un día la sesión de investidura para hacer coincidir las elecciones en domingo, el 26 de junio. El primer día de la sesión de investidura, el 1 de marzo, está reservado únicamente para la intervención de Pedro Sánchez, sin que el resto de grupos puedan contestarle hasta la mañana siguiente. Una "intervención en diferido" que el portavoz parlamentario de Podemos, Íñigo Errejón, ha calificado premonitoriamente como "el primer mitin de precampaña".
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