“It is not simply the British public that wants a more competitive, democratic and less bureaucratic Union. Even at last night’s summit a number of other states attempted to piggy-back on the UK’s reforms”. Open Europe
Recuerdo un vídeo en youtube donde un pescador en Cádiz decía “si hay miseria, miseria para todos”. Las reacciones de ciertos medios al acuerdo entre Reino Unido y la Unión Europea me han recordado a esa frase.
El problema de fondo se sigue obviando. Las razones porque la Unión Europea como la conocemos -y hacia dónde va- no encajan con el Reino Unido son múltiples, pero se pueden resumir en la frase de David Cameron. “Amo a Gran Bretaña, no a Bruselas”. Fíjense que dice Bruselas, no Europa. En muchos países de la Eurozona se ha terminado por equiparar Europa con más Bruselas, y ese es el error que Reino Unido no está dispuesto a aceptar. Una Unión Europea modelada a imagen y semejanza del dirigismo económico y el intervencionismo francés choca diametralmente con las aspiraciones, la cultura y la estructura económica del Reino Unido. Yo llevo más de doce años viviendo en Inglaterra y nunca he conocido a un defensor convencido de lapermanencia en la UE.
Pero es que el Reino Unido es el segundo mayor contribuyente neto a la UE, y por lo tanto, pretender que su voz sea silenciada para mantener el dirigismo burócrata es malo… para todos. Necesitamos como el agua un Reino Unido dentro de la Unión Europea que sirva de muro de contención contra la marea intervencionista del unicornio.
Que Reino Unido tenga moneda propia es irrelevante. Hay muchos países de la UE que no están en el euro. El problema es cómo se aplica la política fiscal
Adicionalmente, el acuerdo alcanzado se percibe como insuficiente y, como explica Daniel Hannan, no es un nuevo tratado sino un encaje de mínimos que se enmarca dentro de lo que negocian muchos otros estados cada día.
No piensen que el acuerdo firmado por Cameron acaba con el riesgo del Brexit. El referéndum sigue adelante. Al menos 63 diputados conservadores consideran el acuerdo insuficiente, y algunos sondeos estiman que hasta la mitad de ellos mantienen su apoyo a la salida.
Según Yougov, el 62% de los votantes conservadores están a favor del Brexit, el 30% de los laboristas y 29% de los lib-dems (socialdemócratas), además del 98% de los votantes de UKIP.
Según el último sondeo de TNS el 36% de los encuestados apoyan el Brexit, con un 32% prefiriendo permanecer en la UE. Los indecisos, 22%, por lo tanto, son esenciales. Y a los indecisos desde luego no les ayudan los mensajes que llegan en Reino Unido de la UE, exigiendo lealtad incondicional al proyecto.
Un 46% de las empresas británicas perciben que la Unión Europea les suponeun coste muy superior al beneficio y ese porcentaje es mucho mayor entre pymes.
No se nos debe escapar que para un país que contribuye tanto a la Unión Europea es un riesgo enorme ver cómo economías como la griega, portuguesa o italiana se lanzan una y otra vez a repetir los errores intervencionistas del pasado. Y ahora el riesgo de que lo haga España supondría un coste inasumible.
La contribución neta de Reino Unido a la UE se ha disparado de 3.300 millones de libras en 2008 a 9.800 millones en 2014, mientras que el porcentaje de exportaciones a los países de la Unión caía. Este es uno de los principales problemas de percepción pública, el coste. El segundo, la burocracia.
En Reino Unido se percibe que lo que se impone en Europa es profundizar en el modelo intervencionista fracasado y en el dirigismo que solo ha generado estancamiento. Reino Unido ha creado en cuatro años más empleo que toda la Unión Europea junta, a pesar del aumento de la inmigración. No se le escapa al ciudadano británico que los populismos emergentes en algunos países tienen como objetivo esencial pagar su ansiada fiesta de despilfarro con el dinero de, entre otros, los ingleses.
Lo hemos explicado en esta columna antes. El Institute of Economic Affairs estima un coste de la permanencia cercano a un 3% del PIB de Reino Unido. Solo he leído un informe que estime un beneficio neto, del CBI, cercano al 4% del PIB, pero dicho informe asume que todo el comercio entre Reino Unido y la UE es resultado de la pertenencia a la Unión. Se antoja difícil pensar que todo el flujo comercial es resultado de ser país miembro.
El hecho de que Reino Unido tenga moneda propia es irrelevante. Hay muchos países de la UE que no están en el euro. El problema es cómo se aplica la política fiscal y monetaria. Si se usa para aumentar desequilibrios y rigideces o para crecer y mejorar competitividad. Dentro o fuera del euro, las economías no competititivas tendrían los mismos desequilibrios, como demostró España o Grecia con sus devaluaciones de los 80-90. Alto desempleo, rigidez y desequilibrios perpetuados.
La contribución neta de Reino Unido a la Unión Europea se ha disparado de 3.300 millones de libras en 2008 a 9.800 millones en 2014
La salida del Reino Unido tendría un grave impacto para la UE, y para Reino Unido. La Unión Europea pierde uno de sus contribuyentes netos y además el que tiene una balanza financiera más importante. Esa doble pérdida sería un impacto brutal para la credibilidad y sostenibilidad de la Unión y del euro. Una Europa en la que los países “receptores” y de credibilidad cuestionada supere a los “pagadores” es un enorme riesgo que afecta a la capacidad de financiación, la inversión y la balanza financiera.
Sector financiero: un problema nada desdeñable de regulaciones y exigencias de capital distintas, así como impacto si algunos bancos y casas de inversión se ven forzadas a dejar el Reino Unido. El argumento contrario es que el flujo financiero aumentaría hacia las islas por la deriva intervencionista de una UE ex-UK.
Se estiman tres millones de puestos de trabajo directos e indirectos en Reino Unido por pertenencia a la UE. Podría darse un aumento del paro. También se argumenta que Reino Unido crea más puestos de trabajo y no contaría con el flujo migratorio antes mencionado.
Comercio: un impacto para ambas partes, que sufrirían mientras se renegocian o firman tratados bilaterales. Sobre un total de 430.000 millones de libras, incluso porcentajes pequeños deben valorarse con cuidado.
“Que se vayan”, dicen algunos. No nos damos cuenta que sería tremendamente negativo para todos. El que piense que una UE sin uno de sus principales contribuyentes va a tener las mismas primas de riesgo y acceso a inversión que antes, mientras los defensores de unicornios económicos se asientan en el poder del “paga usted”, lo lleva claro.
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