Olivier Besancenot sobre un pacto PSOE-Podemos: “La socialdemocracia no puede ser casta un día y al otro no”
Bajo el NPA (Nuevo Partido Anticapitalista), concurrió a las presidenciales francesas en 2002 y en 2007. Ahora se prepara para el Plan B.
Olivier Besancenot (Levallois-Perret, Francia, 1974) se presentó a las elecciones presidenciales francesas en 2002 destacando que era el momento de que “gente normal” tomase la iniciativa en política. Por aquel entonces trabajaba como cartero en el municipio parisino Neuilly-sur-Seine, del que fue alcalde Nicolas Sarkozy. Bajo el liderazgo del NPA (Nuevo Partido Anticapitalista) concurrió a los comicios aquel año y en 2007, y en ambas ocasiones logró el 4% de los votos.
Catorce años después, en el marco de las recientes jornadas del Plan B, ha visitado Madrid para recabar información sobre los movimientos municipalistas que han llegado a los grandes ayuntamientos españoles. En una entrevista con La Marea, Besancenot se muestra muy crítico con las políticas aprobadas por el socialista François Hollande y asegura que ni la derecha se hubiese “atrevido” a tomar las decisiones impulsadas por el presidente francés. Pone como ejemplo la reforma del código laboral que acaba de presentar y que permitirá que las empresas tengan flexibilidad a la hora de modificar la jornada laboral.
Usted es muy crítico con el Gobierno francés, ¿recomendaría a Podemos pactar con el PSOE?
No me toca a mí elegir las alianzas de Podemos. Nosotros hemos estado en estas jornadas para ver si la experiencia de Podemos nos puede ayudar para exportarla a Francia. Pero hay que tener en cuenta que la socialdemocracia es la socialdemocracia, no se puede considerar casta un año y que luego deje de ser casta unas semanas. Es lo uno o lo otro. Por nuestra experiencia en Francia, sabemos que la socialdemocracia no funciona, ahora mismo han desarrollado políticas que la derecha nunca se hubiese atrevido a plantear, como atacar las jornadas laborales o encarcelar a sindicalistas.
Si usted tuviese que tomar una decisión, ¿apoyaría una alianza para formar Gobierno?
Es una cuestión recurrente que se ha planteado en varios países. Por ejemplo, en Portugal el bloque de la izquierda ha decidido ser independiente del Gobierno. Han decidido apoyar todos los puntos que contribuyen a que la gente viva mejor, pero los que van en contra del pueblo no los van a apoyar. Para poder oponerse a políticas que son nefastas hay que ser independiente.
Durante el pasado fin de semana han estado debatiendo sobre un modelo alternativo a las políticas comunitarias. ¿En qué consiste su Plan B?
El Plan B es una ruptura con la Unión Europea actual, hay que salir de los tratados existentes y crear una Europa que esté hecha para el pueblo y los trabajadores. Hay que mejorar el sistema democrático y los derechos sociales. Para conseguirlo hay que iniciar un proceso constituyente. Por ejemplo, se podría organizar una asamblea constituyente europea donde cada país vote mediante sufragio universal para enviar a unos delegados que decidan sobre la constitución de una Unión que esté hecha para nosotros y no para los mercados.
¿Y qué papel jugarían las instituciones comunitarias en esa idea de Unión Europea?
No mantendríamos la fórmula actual. Ni la Comisión europea, ni el funcionamiento piramidal de la Unión Europea actual. Esas asambleas a las que he hecho referencia tendrían que decidir sobre cuestiones democráticas, económicas y sociales. Se podría instaurar una red de servicios públicos europeos en dominios como el transporte, la salud o las telecomunicaciones y que no sean controladas por compañías privadas o el Estado, sino por los trabajadores y sus usuarios.
Teniendo en cuenta que los partidos que han desarrollado políticas en favor de la austeridad siguen siendo los más votados, como ha sucedido en España en las últimas elecciones generales, ¿cree que actualmente su planteamiento es una opción real?
La respuesta pasa por la confluencia de fuerzas que luchen contra esos gobiernos de austeridad. Este es uno de los objetivos de la reunión: la unión de fuerzas. Los movimientos que estamos aquí presentes no tenemos las mismas historias ni el mismo contexto pero todos hemos sufrido las políticas de austeridad desarrolladas por partidos de derecha o socialdemócratas. Si nos unimos vamos a vencer, si no estamos condenados a perder, ahí está el ejemplo de Grecia.
El auge en su país del partido de extrema derecha Frente Nacional (FN) de Marine Le Pen plantea una realidad alejada de la Europa solidaria que están tratando de crear con este Plan B, ¿qué tienen pensado para hacer frente al repunte de la xenofobia en la UE?
Para combatir las políticas racistas y austericidas es necesario devolver la confianza a las centenas de miles de ciudadanos explotados y oprimidos, tienen que ser visibles en el debate político. Si no es así, la extrema derecha seguirá ganando apoyos. La sociedad tiene que ver que podemos ganar, nosotros lo sabemos y la troika también, pero es necesario que en un país se consiga para que el resto se contagien.
¿Qué espera del lanzamiento de este Plan B?
Creo que antes de aguardar el gran abrazo de los pueblos de Europa, son necesarias etapas intermedias y que existan confluencias entre los sectores de la izquierda social y de la izquierda política. Esto ha sucedido en España, pero no ha pasado lo mismo en el resto de países europeos. Por eso es necesario que haya un nuevo encuentro en el que estén sindicalistas, activistas de barrio, feministas y ecologistas… De esta manera podremos realizar una verdadera campaña europea, por ejemplo sobre la anulación de la deuda, hay organizaciones que llevan muchos años trabajando en esta cuestión. En el lanzamiento del Plan B algunos movimientos sociales españoles han planteado su miedo a que la sociedad se desmovilice, que deje de manifestarse, al pensar que está todo conseguido porque Podemos o candidaturas municipalistas han llegado a las instituciones.
¿Cree que es posible?
Nuestro compañero, ya fallecido, Daniel Bensaïd hablaba de la discordancia del tiempo. Hay un tiempo social y otro político, y la discordancia consiste en que raramente coinciden. Entre ellos hay vasos comunicantes, cuando estamos en la calle no tenemos la representación política y cuando tenemos espacio político nos dicen que no hace falta manifestarse. El punto importante para partidos como Podemos es que tengan una buena conciencia de este dilema, que no digan que hay que pasar de la ilusión social a la ilusión política. Creo que la solución política la debemos aplicar nosotros mismos, no debemos esperar que otros la apliquen por nosotros. Eso se consigue controlando a los diputados elegidos y destituyéndolos cuando no estamos de acuerdo. Así conseguiremos enfrentarnos al sistema vertical de las instituciones.
Podemos ha anunciado algunas medidas para rendir cuentas ante los electores como el análisis a mitad de la legislatura del “grado de cumplimiento” del programa electoral. ¿Cómo se puede potenciar un sistema electoral más participativo?
En Francia, supongo que igual que en España, estamos sumidos en una dictadura electoralista, si se acaban de celebrar unos comicios ya estamos pensando en los siguientes. En nuestro país uno de los problemas de la izquierda es que son prisioneros de ese juego institucional. Por eso es necesario que se potencie la democracia interna en la sociedad y en los movimientos. Si esto no sucede hemos perdido la batalla al olvidarnos de los ciudadanos oprimidos y explotados. Esto es lo que nos ha sucedido en Francia.
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