El escritor Isaac Rosa y la ilustradora Cristina Bueno han unido fuerzas enAquí vivió, novela gráfica sobre los desahucios protagonizada por una adolescente a la que se le acumulan los problemas: de la ruptura familiar al cambio de domicilio pasando por los vaivenes típicos de su edad. Y para colmo: una amenaza de desahucio.
Isaac Rosa, autor de novelas como 'El vano ayer' y 'La habitación oscura' y afilado columnista político, analiza en esta entrevista su salto al cómic, las volátiles relaciones entre la cultura y los movimientos sociales y el estado de la izquierda política a esta hora de la legislatura [la entrevista se hizo el pasado martes, horas antes que estallara la crisis interna en Podemos].
PREGUNTA. ¿Cuál es el truco para pasar de la novela al cómic? ¿La capacidad de síntesis? ¿Pensar en imágenes?
El problema central de estos años de crisis son los desahucios
RESPUESTA. Son lenguajes completamente diferentes. Para poder contar la historia la tuve que dibujar antes para ver si funcionaba o no. Fui eliminando información porque me interesaba primar lo visual. No quería hacer un informe sobre los desahucios. Me gustan especialmente los cómics en los que la narrativa es visual, historias en las que puedes ir pasando páginas sin leer apenas texto. El formato me permitía mirar de otra manera un tema al que ya nos habíamos acostumbrado; quizá nos hemos insensibilizado un poco a base de ver fotografías y vídeos sobre desahucios.
RESPUESTA. Son lenguajes completamente diferentes. Para poder contar la historia la tuve que dibujar antes para ver si funcionaba o no. Fui eliminando información porque me interesaba primar lo visual. No quería hacer un informe sobre los desahucios. Me gustan especialmente los cómics en los que la narrativa es visual, historias en las que puedes ir pasando páginas sin leer apenas texto. El formato me permitía mirar de otra manera un tema al que ya nos habíamos acostumbrado; quizá nos hemos insensibilizado un poco a base de ver fotografías y vídeos sobre desahucios.
P. La lucha contra los desahucios ha funcionado como movimiento social locomotora que ha arrastrado a la política y a la cultura. Hay muchos cineastas, músicos y escritores implicados en un montón de proyectos…
R. ¿Tú crees que un montón? Yo no veo tantos. Mi sensación es que nos hemos acercado poco al tema de los desahucios teniendo el peso que tiene. Para mí es el problema central de estos años de crisis, y la lucha contra los desahucios es la experiencia más interesante en muchos años de democracia. Cómo los afectados convirtieron su problema individual en una lucha colectiva.
P. Este medio publicó hace unas semanas una entrevista a Fangoria que trajo cola por esta declaración: “Si te has metido en una hipoteca no pidas luego ayuda al gobierno”. ¿A qué te suenan estas palabras?
R. Es uno de los primeros lugares comunes que rompió la lucha contra los desahucios. Cuando uno va a una asamblea de afectados por la hipoteca, experiencia por la que todo el mundo debería pasar alguna vez, el primer mensaje a los afectados siempre es ese: tú no tienes la culpa; no estás solo, aquí estamos todos, no te vas a quedar en la calle. No es un fracaso personal sino un fracaso colectivo como sociedad. No es un problema individual, sino de todos. Dicho ahora por Fangoria suena muy burdo, pero hemos estado muchos años escuchando ese mensaje culpabilizador.
P. Llevas muchos años escribiendo una columna diaria. Desde que fueron las elecciones no parece nada sencillo hacer tal cosa: la actualidad política está empantanada y los pocos movimientos que hay son muy subterráneos. ¿Te está resultando ahora especialmente complicado describir la actualidad?
Lo institucional es un agujero negro que absorbe muchísima energía
R. Sí, está muy estancada. Veo con preocupación cómo se ha ido trasvasando casi toda la energía y el talento de los movimiento sociales primero a lo electoral y luego a lo institucional. Más allá de la parálisis actual lo institucional es un agujero negro que absorbe muchísima energía. A lo mejor hay otros frentes que estamos descuidando.
R. Sí, está muy estancada. Veo con preocupación cómo se ha ido trasvasando casi toda la energía y el talento de los movimiento sociales primero a lo electoral y luego a lo institucional. Más allá de la parálisis actual lo institucional es un agujero negro que absorbe muchísima energía. A lo mejor hay otros frentes que estamos descuidando.
P. La decisión de abstenerse o no es la investidura de Pedro Sánchez está generando grandes tensiones en Podemos. ¿Por dónde crees que puede romper el asunto?
R. No soy podemólogo. Me cuesta hacer vaticinios. Todos los pronósticos de los opinólogos sobre Podemos acaban fallando. Estamos en un momento crítico. No sabemos si estamos en los primeros o en los últimos minutos de la legislatura, en los minutos de la basura o en el momento decisivo. Por eso es tan difícil opinar.
P. ¿Te tiene manía Pablo Iglesias? Alguno de tus artículos críticos con el podemismo parecen haberle enervado…
R. No creo que Pablo Iglesias me tenga manía. Le conozco de mucho antes de Podemos y creo que teníamos buena relación. No es un problema de Pablo sino del partido: hubo un tiempo en el que costaba encajar las críticas. Encaje de las críticas de los que considerabas los tuyos, de la izquierda. Está muy bien que te critiquen con dureza desde ABC, La Razón o La Cope, pero cuando la crítica te la hacen medios o periodistas que consideras afines… No obstante, creo que eso está cambiando: Podemos y su entorno están madurando y asumiendo que la crítica es necesaria.
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