viernes, 24 de febrero de 2017

Manualillos de Inversión ( 1 )

Cómo recomponer las carteras para batir una inflación desbocada


La inflación ha venido para quedarse. Esa es la principal lectura del índice de precios tanto de España como de la Eurozona. El IPC subió hasta el 3 por ciento mientras que en la zona euro repuntó al 1,8 por ciento. Este repunte estaba previsto. Es más, los gestores de banca privada ya habían reorganizado sus carteras en el último trimestre de 2016 ante un incremento de la inflación como consecuencia de la subida del precio del petróleo, pero lo que sí ha sorprendido ha sido que el dato era mayor de lo esperado. 
Esta subida supone un desafío, como explica Alfonso García Yubero, jefe de estrategia de Santander Gestión, ya que obliga a las entidades de banca privada a encontrar un equilibrio entre el «drenaje de rentabilidad en términos reales que supone para el inversor, especialmente para aquellos que tengan un sesgo más conservador» y la oportunidad que conlleva al «aliviar el desapalancamiento, lo que en un momento dado, puede facilitar la movilidad de flujos hacia inversiones financieras».
Ignacio Viayna, director corporativo de Banca Privada de GVC, enumera obstáculos a los que tendrán que hacer frente el cliente de banca privada: tipos bajos, inflación por encima de los tipos e impuesto de patrimonio. Estos tres aspectos, según Viayna implican que «el inversor esté descapitalizándose de forma acelerada».
Miguel Forteza, asesor de inversiones de Citi Banca Privada, reitera que «se trata de un desafío importante porque en un escenario de tipos cero la inflación daña al ahorrador que esté en liquidez haciendo que pierda poder adquisitivo».
Esta pérdida de rentabilidad real en las carteras obliga a tomar nuevas decisiones que pasan, la mayoría, por adoptar un mayor riesgo. García Yubero confirma que este incremento gradual de los precios implica que si el cliente quiere mantener un nivel de retorno real similar al de ejercicios anteriores tendrá que incrementar el riesgo de sus inversiones». De igual opinión es Jaime Medem, director de inversiones de Mirabaud&Cie en España: «La única manera de estar expuesto a esta fase del ciclo (que implica no solo subida de inflación sino también recuperación económica) es con activos de mayor riesgo». Pero Medem también advierte que el problema es que «muchos clientes no están dispuestos a admitir en sus carteras este mayor riesgo, lo que hace que busquemos otras alternativas que san capaces de protegerles en este nuevo escenario».
Por su parte, Enrique Marazuela, director de inversiones BBVA Banca Privada, reitera que «estamos ante un momento en que recomendamos a los clientes cautela y que no alteren sus preferencias de riesgo por esta cuestión» ya que uno de los principales objetivos de la gestión en banca privada es la de preservar el capital y no someterlos a riesgos innecesarios para rentabilizarlo. Marazuela también explica que ante el dato de inflación, que se esperaba porque se venía de unos precios de la energía bajos que se han ido recuperando a lo largo de 2016, hay que verlo en su conjunto. En ese sentido, la subyacente se mantiene en unos niveles más aceptables, próximos al 1 por ciento.
Ahora bien, esta subida abrupta de la inflación no supondrá una reorganización de las carteras de manera urgente. El cambio de tendencia estaba siendo advertido ya desde finales del año pasado, por lo que la mayoría de los clientes han adoptado una estrategia adecuada al repunte de precios como señala Miguel Matossian, responsable de banca privada de Credit Suisse para la península ibérica: «Las carteras de nuestros clientes ya se han reposicionado desde hace tiempo para un cambio de escenario en renta fija, reduciendo duraciones agregadas y buscando valor en otras áreas del mercado donde todavía existen oportunidades». Marian Fernández, responsable de macro de Andbank, coincide con Matossian en que los cambios en las carteras llevan meses produciéndose e insiste que, con este nuevo entorno, hay que aproximarse a la renta fija con un enfoque diferente.
Carmelo Lázaro, director comercial de grandes patrimonios de Tressis, expone que en estos momentos el trabajo del banquero es minimizar al máximo los riesgos. «Su máxima es si el riesgo no compensa en términos de rentabilidad a la que optamos, es mejor tomar decisiones conservadores que eviten pérdidas que cueste recuperar».
Y aunque se ha hablado de los desafíos que supone para el cliente de banca privada este incremento, también implica grandes cambios para las entidades. Bankia Banca Privada resalta que «por un lado hay que explicar a los clientes este nuevo entorno, nunca antes conocido, que la subida de la inflación supone una pérdida de poder adquisitivo que no se ve remunerada en las rentabilidades que nos ofrecen la renga fija de bajo riesgo». Y, por otro lado, continúan señalando desde la entidad «perfilar bien los clientes para que entiendan que, en un entorno de bajos tipos de interés con inflaciones altas, los activos reales, incluyendo las acciones son la respuesta».
Renta variable para compensar la inflación
En la reorganización de las carteras hay determinados activos que no pueden faltar. Por ejemplo, García Yubero apuesta por los bonos ligados a inflación con duración corta, bonos flotantes, renta variable y materias primas con un enfoque muy selectivo. Fernández también coincide ya que recomienda para aquellos inversores que quieran tener inversión en renta fija inversiones en flotante o en bonos ligados a la inflación pero cubiertos. Forteza también añade high yield.
Pero no solo hay que añadir productos, sino que el cliente debe cambiar de mentalidad paulatinamente. Eso no implica un cambio de perfil de riesgo. Simplemente obedece a la necesidad de que los clientes «deben aceptar ciertas posiciones de riesgo y abandonar la idea de que sus ganancias se generan de forma lineal», recuerda Marazuela, convirtiéndose en ente entorno la renta variable como el activo mejor posicionado.
La explicación es lógica: ya que el incremento de la inflación viene acompañada también de una mejora de las economías europeas lo que en opinión de Bankia Banca Privada «dará lugar a mayores beneficios de las empresas y, por tanto, es de esperar que sea un buen año bursátil».
Pelayo Gil-Turner, director de gestión de Julius Baer para España, reitera que «la clave para 2017 serán beneficios empresariales».
También implica un cambio en los sectores en los que se invierte como explica Lázaro. El gestor apuesta por los sectores cíclicos «si queremos asumir un mayor riesgo y la inflación viene generada por un aumento de la demanda». «El sector financiero puede ser interesante siendo muy selectivos para los inversores más arriesgados», añade. «También es recomendable la inversión en compañías en las que los precios de sus productos sean fácilmente ajustables a los incrementos de precios como utilities. En la parte de renta fija, los activos con duraciones bajas, con cupón flotante y aquellos que tienen cupones altos y por tanto menor sensibilidad a los aumentos de los tipos de interés», serían las apuestas de Matossian. 
Forteza añade otros sectores como aquellos que estén ligados a infraestructuras y aquellos otros que lo estén con la revolución tecnológica «que estamos viviendo en sanidad, robótica y en la transformación global del comercio».
En cuanto a la rentabilidad en este entorno, ésta dependerá del riesgo que quiera asumir cada cliente, destaca Medem, pero podría moverse en una horquilla de entre el 2 por ciento y el 5 por ciento, con unos niveles de exposición a renta variable de, como mínimo, el 30 por ciento. Viayna especifica que para los clientes con sesgo conservador se trabaja para obtener una rentabilidad objetivo del 2,6 por ciento, para los de riesgo medio entre el 4 por ciento y el 7,9 por ciento y para los más invertidos en renta variable por encima del 9,7 por ciento. «Para nuestros fondos de retorno absoluto esperamos rentabilidades superiores al 4,5 por ciento».
Lo que sí que descarta Medem son los depósitos: «La etapa que cubrían una rentabilidad por encima de la inflación se ha acabado». Para poder dar respuestas a las necesidades de los clientes Medem cree que la labor de la banca privada en este momento pasa por «hacer una correcta distribución de los vehículos de inversión entre aquellos que más se adapten a su perfil de riesgo y maximicen su binomio rentabilidad/riesgo en cada momento». Marazuela también descarta los bonos gubernamentales, especialmente los denominados en euros, que son normalmente la base de construcción de las carteras de banca privada», aunque insiste en que las carteras se deben organizar en función del perfil de riesgo y no en relación a la rentabilidad que se busque. 
Y si la inflación persiste
Pero hay que recordar que esta vuelta a la inflación es fruto de las medidas implementadas por el Banco Central Europeo (BCE), con el objetivo de acercarse al 2 por ciento. De continuar así, Medem cree que «si vemos una recuperación estable de la inflación liderada por los componentes estables, podríamos ver al BCE retirando las medidas expansivas antes de lo previsto, lo que podría producirse a finales de año». Estaríamos, por tanto en un nuevo escenario cambiante, que implica el comienzo de la normalización de los tipos de interés.
Desde Bankia Banca Privada explican que sus actuaciones influirán de manera determinante en la renta fija. «Por este motivo decimos que en 2017 hay que ser prudentes con los bonos dado que nuestra previsión es que el BCE empiece este mismo año a dar pasos en la dirección de reducir los estímulos monetarios».
En este escenario de recuperación, Viayna anticipa que habría una primera, pero ligera subida de tipos por parte del banco central europeo entre finales de 2018 y el 31 de octubre de 2019, fecha en la que finaliza el mandato de Mario Draghi al frente del BCE. En ese sentido, Gil-Turner insiste en que «con todo el trabajo que ha habido desde el BCE lo lógico es pensar que no se precipitarán» El organismo tiene capacidad de obra para hacer una política cambiante. Por su parte, García Yubero reconoce que esta reducción de los estímulos tendrá un mayor impacto en la periferia, cuyo gasto en intereses es más elevado.

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