El acelerado crecimiento de los precios en los últimos meses ha devuelto a la economía española a un escenario desconocido desde antes de la crisis. Los tipos de interés reales —medidos por la diferencia entre los tipos nominales y el IPC— se han vuelto a colocar en negativo. En concreto, mientras que el tipo sintético de préstamos y créditos de las nuevas operaciones, según el Banco de España, se sitúa en el entorno del 2,5% (TAE), el IPC ha escalado hasta el 3% en los últimos 12 meses. Hasta mediados del año pasado, los tipos reales eran claramente positivos, lo que quiere decir que la inflación se vuelve a comer el coste del precio del dinero.
No se trata de un fenómeno puntual. La política monetaria ultraexpansiva del Banco Central Europeo (BCE) se mantendrá sin cambios a lo largo de este año, como reflejan las actas del consejo de gobierno publicadas el pasado jueves. Esto quiere decir que, en el caso de España, que en diciembre dejó de tener menos inflación que la eurozona, el nivel de precios seguirá incentivando claramente el endeudamiento. El desapalancamiento de familias y empresas, como se sabe, es uno de los objetivos centrales de la política económica del Gobierno, habida cuenta de lo elevado que es el punto de partida.
La evolución de los tipos de interés reales —también por su influencia sobre el ahorro y la inversión— es crucial para la marcha de la economía
Funcas, sin embargo, ha estimado que el IPC medio anual a lo largo de 2017 se situará en el 2,4%, en línea con lo que cobran los bancos a sus clientes por prestar dinero. Es decir, muy por encima del tipo de interés oficial. La Comisión Europea, por su parte, ha previsto un incremento del 1,9% en 2017 y del 1,7% en 2018. En ambos casos, muy por encima del precio oficial del dinero, lo que sugiere unos tipos reales situados con un sesgo claramente favorable al endeudamiento. También el servicio de estudios de La Caixa ha anunciado que revisará al alza sus estimaciones de inflación. Las nuevas operaciones de préstamos, de hecho, crecieron en 2016 un 6,3%, y un 7,5% en el caso de los créditos al consumo.
Hay que tener en cuenta que la evolución de los tipos de interés reales —también por su influencia sobre el ahorro y la inversión— es crucial para la marcha de la economía. Y de hecho, un reciente estudio del Banco de España demuestra que el paulatino descenso del tipo de interés real desde los niveles situados en el entorno del 5% a mitad de la década de los ochenta del siglo pasado hasta colocarse alrededor del 2% al comienzo de la crisis financiera y terminar aproximándose a cero en 2012, explica en parte la crisis financiera. Al fin y al cabo, los tipos reales miden la rentabilidad nominal de los activos una vez descontada la inflación esperada.
Munición para el endeudamiento
Un informe de La Caixa Research estima que el BCE ignorará durante 2017 los repuntes de la inflación por el efecto base de las caídas del precio del petróleo, algo que quiere decir que el temido 'tapering' —la progresiva retirada de los estímulos monetarios— no se producirá hasta 2018. Según sus estimaciones, la primera subida de las operaciones de financiación del BCE no se producirá “hasta mediados de 2019”. Por lo tanto, mayor munición a favor del endeudamiento.
Si se miden los tipos de interés reales en función de la rentabilidad de las obligaciones del Tesoro, que marcan las expectativas de los mercados a largo plazo, el resultado es, igualmente, ilustrativo. La rentabilidad del bono a 10 años en los mercados secundarios se sitúaen estos momentos en el entorno del 1,7%, también por debajo del IPC.
Este cambio de tendencia en la evolución de los precios no es incompatible, sin embargo, con el desendeudamiento de hogares y empresas, que se ha seguido produciendo al menos hasta 2016. Otra cosa será lo que suceda este año y los posteriores. Durante el tercer trimestre del año pasado, la deuda de los hogares y de las sociedades no financieras representó el 65,2% y el 102,3% del PIB, respectivamente, niveles similares a los de la eurozona.
Este factor, junto al hecho de que el sector bancario cuenta con unos balances cada vez más saneados, es lo que explica el sesgo en favor del endeudamiento. También la reducción de la tasa de morosidad, que en diciembre bajó hasta el 9,1% respecto del total de crédito, lo que significa el menor nivel desde mayo de 2012.
Como sostiene La Caixa, de este modo las entidades financieras “están en mejor posición para aumentar el crédito bancario”. Y, de hecho, para los próximos tres meses, los bancos esperan un aumento de la demanda de crédito por parte de empresas y familias, tal y como recoge la encuesta sobre préstamos bancarios de enero elaborada por el Banco de España.
Los expertos del Banco de España consideran que a medida que se vaya afianzando la recuperación de la economía mundial, los efectos de la crisis financiera sobre las propensiones a ahorrar y a invertir —en parte, ligados al desendeudamiento— deberían ir cediendo, favoreciendo una cierta recuperación del tipo de interés real.
Según ese esquema, la política monetaria impulsará un aumento del tipo de interés nominal conforme las brechas de producción se vayan cerrando y la inflación vaya en aumento. Nada de eso ha sucedido por el momento. Si bien el propio banco central estima que la aplicación de los acuerdos de Basilea III sobre ratios de capital y de liquidez de la banca aumentará la demanda de activos seguros por parte de las instituciones financieras en los próximos años, presionando a la baja sobre el tipo de interés real. Eso es, exactamente, lo que está sucediendo.
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