“No podemos vivir con 400 euros”. Este es el lema más coreado en una protesta multitudinaria que termina, como de costumbre, en la plaza Syntagma. Las pancartas y las consignas en contra del gobierno, Syriza y la Unión Europea coinciden con el anuncio de la vuelta de la Troika en Atenas.
El sindicalista Nikos Papageoraio, mientras se quita el pinganillo con el que ha coordinado uno de los bloques de la marcha, explica cómo Syriza decidió andar por la misma senda donde se estrellaron los gobiernos predecesores. Señala las dos calles paralelas que pasan por Syntagma. “Pudes coger la calle Stadiou o la calle Panepisimiou, parecen diferentes pero ambas desembocan en la plaza Omonia”.
Tras siete años de austeridad y tres rescates a las espaldas, el dilema más común en Grecia sigue siendo el mismo: ¿existirá un paradero sin austeridad si andamos por senderos desconocidos?
Mientras camina hacia el Parlamento, junto a los otros manifestantes, un joven que se hace llamar Giorgos para mantener la privacidad afirma que el descontento es muy difícil de vencer a pesar de que “la gente entiende que las medidas que va a tomar el gobierno favorecen a los empresarios”.
La misma marcha organizada por el PAME, el sindicato del Partido Comunista (KKE), transmite este desencanto. Las consignas de los miles de personas que participan en ella se oyen, pero no retumban en las calles colindantes, los brazos de los manifestantes no se entrelazan con fuerza, ni sus pies pisan el arcén con dureza a medida que avanzan.
“Mira todos estos jóvenes que ves a tu alrededor, ¿qué tendrán el día de mañana? Nada”, denuncia Giorgos. Un 72% de los hogares de Grecia han sufrido recientemente recortes en salarios y pensiones, despidos, retrasos en el pago de salarios o viven con trabajos a tiempo parcial, según un estudio del 2016 del Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (BERD) y el Banco Mundial.
Un 72% de los hogares griegos ha sufrido recortes en salarios y pensiones, despidos o precariedad
Hablar de política es casi inevitable en Grecia. El brutal ahogo económico de los griegos ocupa muchas conversaciones en los bares y en los espacios públicos. Las discusiones sobre el futuro de Grecia no se han esfumado a pesar de que el pesimismo haya vaciado las calles.
Por lo general, ya no se celebran aquellas multitudinarias protestas con las que media Europa conoció la plaza Syntagma pero las marches, ahora más pequeñas, persisten. Pero “sólo falta una chispa para que todo se encienda” comenta el representante sindical Nikos Papageoraio.
Optimismo de Syriza ante unas negociaciones delicadas
Los acreedores no se lo ponen fácil al gobierno. Los griegos deben apretarse aún más el cinturón si quieren cerrar la segunda revisión del rescate mediante la cual Grecia recibirá un nuevo desembolso del crédito que necesita para evitar el impago que se avecina en julio.
Desde Bruselas, hace tiempo que se exigen medidas muy concretas para terminar este examen: una rebaja del umbral a partir de la cual las familias no pagan a Hacienda, más recortes en pensiones y una reforma laboral.
Syriza, que había prometido no cruzar sus líneas rojas sobre todo en materia laboral, dió un paso atrás el pasado lunes para salir de la reunión con un primer acuerdo en la mano. Tras meses de bloqueo, ambas partas cedieron y lo que antiguamente se conocía como Troika volverá a Atenas para diseñar un paquete adicional de reformas que se aplicarán a partir de 2019.
El primero ministro, Alexis Tsipras, que generalmente no puede esconder la sensación de derrota cuando sus ministros cierran acuerdos en Bruselas que conllevan tijerazos, esta vez dió un giro a su retórica calificando el pacto como “un éxito excepcional” ante el Parlamento.
El partido defiende el acuerdo del lunes porque “por cada euro en nuevas cargas sobre el contribuyente griego se conocederá una cantidad igual de alivio”, en palabras del primer ministro. Asimismo, asegura que se negociarían paralelamente medidas para aliviar la deuda.
Los ciudadanos griegos, sin embargo, no celebran el acuerdo a pesar de que Tsipras insiste que se terminó “la era de la austeridad”.
Para Giannis Nikolopoulos, exmiembro de Syriza, este pre-acuerdo avanza, otra vez, en la senda de la austeridad. Está convencido de que Syriza ha abandonado la izquierda definitivamente. “Va a pasar definitavemente estas medidas porque quiere mantenerse en el gobierno a cualquier precio”, asegura.
Tampoco lo tendría tan fácil para ganar de nuevo unas elecciones. La mayoría de las encuestas le dan una ventaja considerable a la oposición, Nueva Democracia. La oposición y algunos medios de comunicación pregonan de vez en cuando rumores que hablan de elecciones anticipadas porque estas reformas pueden cruzar los límites que un gobierno de izquierdas puede soportar. Sin embargo, el ejecutivo nunca lo ha confirmado.
Los mercados empiezan a ponerse nerviosos ante la falta de acuerdo. El escenario se asemeja demasiado al de hace dos años si no fuera porque esta vez Tsipras cuenta con dos factores que juegan a su favor.
Bruselas no puede dejar que el tercer rescate se colapse en un año con un calendario electoral tan ajustado (hay elecciones en Holanda, Francia y Alemania). Asimismo, los acreedores europeos tienen la responsabilidad de seducir al FMI para que se sume al tercer rescate. Para ello, Alemania debe ceder y conceder un alivio de la deuda, una petición que difícilmente puede satisfacer antes de que el país saque las urnas el próximo setiembre.
Otro fracaso en la Unión Europea, seguido del Brexit, sería señalado por el nuevo ejecutivo de los Estados Unidos. Donald Trump no sólo se mostró partidario en campaña del Grexit sino que designó a otro partidario de la salida de Grecia de la eurozona para ocupar la embajada de la UE en Grecia.
Vuelve el fantasma del Grexit
El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha pronosticado que la economía del país podría crecer un 2,8% el próximo año si el gobierno griego implementa todos los cambios exigidos por sus acreedores. El profesor de economía política Stavros Mavroudeas tampoco lo cree. “Las posibilidades de una recuperación son mínimas”, cuenta este economista que imparte clases en la Universidad de Macedonia, en Tesalónica. A su entender, más recortes y privatizaciones solo pueden conducir a la aplicación de un cuarto programa.
Tras siete años sin levantar cabeza, cada vez son más los que se preguntan si, en realidad, salir del círculo vicioso del endeudamiento y los recortes, aunque sea ciegas, puede llevar más prosperidad al país. En una encuesta reciente que reveló la televisión griega Kontra channel TV, un 54,8% de los griegos estaría a favor de rechazar las nuevas medidas que el gobierno está negociando, incluso si se ve obligado a entrar en conflicto con los prestamistas con una potencial salida de la zona euro y la vuelta a la moneda nacional.
Abandonar el euro no entra dentro de los planes de Syriza, así lo ratificaron en su congreso celebrado el otoño. Lo que no queda claro es si dentro de sus filas hay voces disonantes, como la de Nikos Xydakis, actual secretario de Estado para Europa, quien en público dijo hace unas semanas que se debería hablar sin tapujos de una vuelta a la dracma a pesar de dejar claro que defiende la pertinencia a la Unión Europea después de que se encenderán las alarmas.
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