Corea del Norte y EEUU: ¿otra vez lío la semana que viene?
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Tras las recíprocas amenazas militares entre Corea del Norte y Estados Unidos, la atención del planeta se centra la próxima semana en las maniobras militares anuales de Washington y Seúl en Corea del Sur, que según los analistas pueden exacerbar aún más la tensión.
Pyongyang probó dos misiles balísticos intercontinentales (ICBM) en julio, con suficiente alcance para llegar a buena parte del continente norteamericano. Como reacción, el presidente estadounidense Donald Trump amenazó con desencadenar "fuego y furia" contra el Norte.
A ello replicó Pyongyang prometiendo disparar una salva de misiles hacia el territorio estadounidense de Guam, en el Pacifico. El dirigente norcoreano Kim Jong-Un suspendió esta semana dicho proyecto, pero advirtió que su ejecución dependería del comportamiento de Washington.
La reacción del Norte al ejercicio militar conjunto llamado "Ulchi Freedom Guardian" (UFG), que empieza el lunes, será por tanto esencial. Estas maniobras anuales, que usan el nombre de un general que defendió el antiguo reino coreano frente al invasor chino, congregan a 50.000 soldados surcoreanos y 17.500 militares, que se entrenarán para proteger a Corea del sur de un ataque norcoreano, precisó el viernes el ministerio surcoreano de Defensa.
Para Pyongyang, estos ejercicios son un provocador ensayo de la invasión de su propio territorio. Cada año, Corea del norte esgrime la amenaza de represalias militares. El proyecto de disparos contra Guam --estratégica base de Estados Unidos en la ruta hacia Asia-- volverá a considerarse si Washington "persiste en sus acciones irresponsables y peligrosas" advirtió Kim Jong-Un.
Más leña al fuego
Los analistas temen que estas maniobras echen más leña al fuego. "Temo que (los norcoreanos) lleven a cabo su proyecto cuando empiecen las maniobras" afirma James Acton, especialista de armas nucleares en el Carnegie Endowment for International Peace.
El Norte ha exigido varias veces el cese de estos ejercicios a gran escala entre los dos aliados, y ha propuesto a cambio una congelación de sus programas nuclear y balístico.
A principios de los años 1990, Seúl y Washington aceptaron anular sus maniobras bautizadas "Team Spirit", a cambio de la luz verde de Pyongyang para dejar inspeccionar sus instalaciones nucleares secretas. Pero el Norte reanudó poco después su programa nuclear.
Para el presidente surcoreano, Moon Jae-In, las maniobras militares apuntalan su promesa de "evitar a cualquier precio la guerra", subraya Choi Kang, del Instituto Asan. "Seúl va a decir que las tensiones actuales justifican aún más una alianza fuerte y una cooperación militar estrecha" con Estados Unidos, agrega.
Sin embargo, los 17.500 soldados estadounidenses anunciados por Seúl suponen una baja respecto a los 25.000 GI's presentes en la edición de 2016.
Los aliados podrían hacer un gesto hacia Pyongyang al abstenerse de usar material estratégico estadounidense como los bombarderos furtivos o los portaaviones, explica Koo Kab-Woo, profesor de la Universidad de estudios norcoreanos de Seúl.
Los bombarderos supersónicos B-1B de la base aérea Andersen en Guam sobrevuelan regularmente la península coreana durante las maniobras conjuntas, o para exhibir "la gama completa de las capacidades militares" de Washington, lo que suscita la cólera de Corea del norte.
Cuando Kim Jong-Un postergó el proyecto sobre Guam, exigió que Washington cesara sus "arrogantes provocaciones", y aludió "a los enormes materiales estratégicos nucleares" desplegados en la región.
Cualquier negociación para reducir la frecuencia y el alcance de los vuelos de los B-1B "podría llevarse a cabo entre bambalinas", dice Acton. "Creo que es razonable pensar que tenemos ahí una vía de salida", añade.
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