Bruselas no aspira a cerrar un acuerdo sobre la cifra concreta que el Reino Unido deberá abonar por abandonar el club comunitario, pero sí busca una metodología suficientemente detallada que garantice a los Estados miembros el cumplimiento de los compromisos asumidos por los británicos en el presupuesto de los Veintiocho.
Fuentes comunitarias subrayaron que, en julio, Londres reconoció sus compromisos financieros con Bruselas a causa de la salida de la UE, pero recordaron que no precisaron cuáles eran esas obligaciones. También aseguraron que el riesgo de fracaso de las negociaciones aumenta si se posterga la cuestión del acuerdo financiero en vez de gestionarla en los primeros meses de las discusiones y recalcaron que es de interés tanto para el Reino Unido como para la Unión Europea avanzar con rapidez.
Ante las dificultades para progresar en las cuestiones clave relacionadas con el presupuesto de la UE, Bruselas también pondrá sobre la mesa asuntos colaterales como la participación británica en el Banco Europeo de Inversiones.
En cuanto a la cuestión irlandesa, el diálogo volverá a centrarse en el Acuerdo del Viernes Santo que puso fin al conflicto armado en Irlanda del Norte y en el área común de viaje entre los seis condados pertenecientes al Reino Unido y la República de Irlanda.
Las fuentes comunitarias destacaron que el proceso de paz no se puede convertir en una "moneda de cambio" en las negociaciones, aseguraron que la frontera en la isla no es solo una cuestión económica, sino también social, e instaron a que Londres asumiera su responsabilidad por el impacto del "brexit" en la isla irlandesa.
El ministro para la salida británica de la Unión Europea (UE), David Davies, quiere "flexibilidad" en la nueva ronda de negociaciones para superar áreas conflictivas, como los derechos de los comunitarios. El Gobierno británico ha indicado que las negociaciones de esta semana se centrarán en asuntos de "naturaleza técnica" antes de unas conversaciones más sustanciales en septiembre.
No obstante, Theresa May está sometida a presión por varios frentes. Desde el mundo empresarial se reclama visibilidad sobre el estatus comercial del Reino Unido después de consumada la ruptura. Los laboristas defienden un Brexit blando, manteniendo libertad comercial y de movimiento de personas. El ala dura del partido conservador, por el contrario, defiende un Brexit más duro. Y, por si fuera poco, desde Escocia se insta a Londres a que descarte de plano cualquier Brexit sin acuerdo con Europa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario