domingo, 18 de octubre de 2020
Paísanos de otro tiempo...
17/10/2020 14:25 - ACTUALIZADO: 17/10/2020 15:03
Este sábado, 17 de octubre de 2020, el escritor Miguel Delibes hubiera cumplido 100 años, un centenario que se ha visto condicionado por la pandemia del coronavirus, a pesar de lo cual se han sucedido en estos meses las iniciativas y actividades para conmemorar el nacimiento del autor de 'El Hereje' o 'Los Santos Inocentes'.
Miguel Delibes Setién nació en una vivienda situada en el número 12 de la Acerca Recoletos de Valladolid el 17 de octubre de 1920. Tercero de ocho hermanos, estudió Primaria en las Hermanas Carmelitas y Bachillertato en el Colegio Lourdes, el cual concluyó en 1936. El estallido de la Guerra Civil coincidió con su ingresó en la Escuela de Comercio y su formación en modelado y dibujo en la Escuela de Artes y Oficios. Dos años después y ante la inminencia de su movilización en la contienda, se enroló como voluntario en la Armada.
Acabada la contienda, regresó a Valladolid y concluyó sus estudios de Comercio, tras lo cual comenzó a formarse en Derecho. El 10 de octubre de 1941 empezó a trabajar como caricaturista en el diario El Norte de Castilla y en 1942 publicaría su primer artículo periodístico, 'El deporte de la caza mayor'. Ya en 1945 ganó las oposiciones a la Cátedra de Derecho Mercantil de la Escuela de Comercio de Valladolid y empezó a simultanear la docencia y la práctica periodística.
Al año siguiente terminó de escribir su primera novela, 'La sombra del ciprés es alargada', con la que en enero de 1948 ganaría el Premio Nadal. Tras 'Aún es de día' (1949), 'El camino' (1950), 'Mi idolatrado hijo Sisí' (1953) y su primera colección de cuentos, titulada 'La partida' (1954), le llegó el Premio Nacional de Literatura gracias a 'Diario de un cazador' (1955).
Su bibliografía es muy rica y extensa, con destacadas obras como 'Diario de un emigrante', 'Un novelista descubre América (Chile en el ojo ajeno)', 'Siestas con viento sur', 'La hoja roja', 'Castilla' (del que se editaron únicamente 150 ejemplares) y un largo etcétera que además le valieron para recibir muchos galardones, tales como el Premio Fastenrath de la Real Academia Española, el Premio de la Asociación Española de Críticos Literarios, el Premio Cervantes o los ya citados, entre muchos otros.
Entre 1958 y 1966 dirigió El Norte de Castilla, tras su dimisión en 1963 por sus enfrentamientos con el ministro de Información y Turismo Manuel Fraga continuó como director en la sombra. El 1 de febrero de 1973 fue elegido miembro de la Real Academia Española, además de ser propuesto como candidato al Premio Nobel junto con Francisco Ayala y Ernesto Sábato en el año 2006.
Frases de Delibes
Nunca fue cicatero Miguel Delibes en sus manifestaciones. Habló siempre con la misma contundencia y claridad durante el régimen franquista, la transición y la democracia desde la más absoluta independencia, sin intereses políticos ni cálculos personales. Diez frases glosan su credo.
Aprendió a escribir de oído al trasladar a sus novelas, cuentos y ensayos el lenguaje llano de las gentes de Castilla que retrató en su galería de personajes, como él mismo reconoció en su discurso del Premio Cervantes. "Yo no he sido tanto yo como los personajes que representé en este carnaval literario. Ellos son, pues, en buena parte, mi biografía".
No olvidó nunca la importancia que tuvo en su obra una condición de periodista que conoció de primera mano, durante cerca de cuarenta años en todos los peldaños del escalafón, desde el meritorio hasta la dirección. Distinguió a la perfección dos estadios totalmente diferentes: la comunicación y la información. "A lo largo de 43 años no he hecho otra cosa que informar e intentar comunicarme con mis semejantes".
El éxito no le envileció. Con los pies en el suelo, siempre en contacto con la tierra y sus semejantes, abominó siempre de la solemnidad y se condujo con la misma llaneza que el paisaje que retrató. "Quienes nos dedicamos a la narración (...) respondemos mejor al título de hombre de palabras que al más convencional de hombres de letras".
Fue un precursor del ecologismo mucho antes de la firma del denominado Manifiesto de Tenerife (1983) a partir del cual el ecologismo tomó carta de naturaleza en la vida pública. Fue uno de los primeros avisadores de un gran problema: el cambio climático. "El hombre de hoy usa y abusa de la naturaleza como si hubiera de ser el último inquilino de este desgraciado planeta, como si detrás de él no se anunciara un futuro. La Naturaleza se convierte así en el chivo expiatorio del progreso".
Su afición a la caza, pasión por la naturaleza y dotes de observación enriquecieron sus relatos y artículos con vocablos prácticamente en desuso y que ha dejado en sus libros como un legado para las nuevas generaciones. "Si el lenguaje es una de las virtudes que se ensalzan en mis escritos, habrá que reconocer que, en buena medida, ese lenguaje no es mío, es del pueblo, lo he tomado prestado. El mérito, por tanto, en un alto porcentaje, es de mis paisanos".
Su narrativa, al margen de técnicas y estilos, guardó un común denominador en la defensa de los desheredados de la fortuna a los que resarció con el honor de figurar en una de las trayectorias literarias más prestigiosas de las letras universales. "Mi novela, en general, es novela de perdedores, de seres humillados y ofendidos, pobres seres marginados que se debaten en un mundo irracional".
El calentamiento global, que él advirtió y denunció con años de anticipación, ha ido parejo a la desertización cultural e intelectual de España en los albores del siglo XXI, lo que no pasó desapercibido ni a su agudeza ni a su valentía en lamentarlo. "Hoy no tenemos ni Ortegas ni Unamunos".
A su debido tiempo, sin ambages, trató de explicar que la ecología y la actividad cinegética no son ni compatibles ni excluyentes, sino todo lo contrario. "Con muchos ecologistas iría al fin del mundo, pero otros no perdonan que sea cazador".
La quiebra ética de una sociedad es la puerta abierta e invitación a todo tipo de desmán, como reflejó en la inmensa mayoría de sus relatos. "Hoy hablamos de crisis económica, pero nos olvidamos de la crisis moral".
Miguel Delibes, con la misma honestidad con que siempre se condujo, sin contemplaciones, 'redactó' con crudeza su epitafio dos años y medio antes de su fallecimiento. Fue su despedida de los lectores. "Aunque viví hasta el 2000..., el escritor Miguel Delibes murió en Madrid el 21 de mayo de 1998, en la mesa de operaciones de la clínica La Luz. Esto es, los últimos años literariamente no le sirvieron de nada".
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