Imanol Zubero, promotor de Gesto por la Paz. / Foto cedida por el entrevistado
Imanol Zubero, promotor de Gesto por la Paz. / Foto cedida por el entrevistado A diferencia de otros medios, en CTXT mantenemos todos nuestros artículos en abierto. Nuestra apuesta es recuperar el espíritu de la prensa independiente: ser un servicio público. Si puedes permitirte pagar 4 euros al mes, apoya a CTXT. ¡Suscríbete! Conocí a Imanol Zubero (Bilbao, 1961) cuando Gesto por la Paz afloraba como un pálido movimiento pacifista en las calles de Euskadi y comenzaban a suscitarse incendiarias discusiones entre quienes justificaban la violencia y quienes decidieron desafiar aquella época terrible. Con las palabras justas, Zubero esbozaba un sinfín de razones para explicar la necesidad de oponerse a ETA de manera radical, y sobre todo hacía hincapié en la importancia de que todo ciudadano se pusiera en el lugar de la víctima para entender el alcance de su dolor. Hablaba como un maestro de escuela, sin dramatismo ni sobreactuaciones. Hoy sigue sin tener pelos en la lengua porque sabe bien por lo que lucha y lo defiende con pasión. Zubero es doctor en Sociología y forma parte de la conciencia crítica vasca que desarmó a ETA. Se jugó el tipo por defender sus convicciones éticas frente a posiciones políticas exacerbadas, pero también frente a los simulacros de una justicia impúdica. La prueba es que ejerció como perito de la defensa en el proceso 18/98, uno de los sumarios más chapuceros de Baltasar Garzón contra la izquierda abertzale que terminó con la detención de 76 personas, la intervención de empresas como la coordinadora de alfabetización y enseñanza de euskera para adultos AEK y la clausura de dos medios de comunicación, Egin y Egin Irratia. El tiempo le ha afilado el rostro pero no ha cambiado sus ideales. “La frase que la derecha utiliza sobre Txapote es un insulto directo a las víctimas del terrorismo. Es aberrante y debería ser tratada como tal”, afirma. Fiel a su instinto analítico, Zubero considera que Bildu “no tiene nada reprochable en términos políticos ni jurídicos. Cada uno tendremos nuestra visión moral pero es una formación que ha cambiado y ya no es la que era hace cinco, diez o treinta años”, agrega. Por eso se solivianta cuando escucha a la derecha acusar a Pedro Sánchez de tenerle como socio. “La cuestión fundamental no es que hayan llegado a acuerdos sino qué han acordado, qué principios han quebrado con estos acuerdos. Ninguno. Al contrario. Han reforzado el ‘corpus social’ de este país. Han mejorado las pensiones, los salarios, el empleo. Cuando lo comparan con Vox me parece terrible, porque lo que en realidad está fomentando el PP es validar el apoyo que recibe de un partido que quiere tirar a la papelera derechos humanos fundamentales”, sentencia. Algunos dirigentes del PP han sugerido revisar la legalidad de partidos, como EH Bildu, si llegan al gobierno tras las elecciones del 23 de julio. ¿Cree que van en serio? Una parte del PP y todo Vox tienen en su agenda la ilegalización de Bildu. Sin ninguna duda. Pero les resultará imposible porque ya conocen la respuesta de los tribunales: Bildu es un partido legal y constitucional. Sin embargo, volverán a agitar ese avispero porque parece que en algunos lugares de España tiene un cierto efecto. Ahora bien, si esos planteamientos irracionales de Vox y de un sector del PP no tuvieran la reacción mediática que tienen, la mayoría de la gente no les prestaría la más mínima atención. Todos los barómetros indican que la preocupación por ETA ha desaparecido porque ETA no existe. Punto. Entonces, ¿por qué se sigue utilizando? Porque genera un caldo de cultivo mediático muy útil para sus intereses. Generar ruido impide hablar y debatir con sosiego sobre las cuestiones de actualidad. Al final, es más importante quién pacta con la izquierda abertzale que lo que se dice de la izquierda abertzale. El eslogan de Txapote, por ejemplo, indigna a muchas víctimas pero la derecha sigue utilizándolo sin rubor. ¿Cuánta hipocresía hay en esa campaña? No pretendo dramatizar, ni sobreactuar pero calificar eso como ‘eslogan’ es banalizarlo. Creo que es algo más que una frase surgida del ejercicio de la libertad de expresión. Es un acto de inmoralidad y debería ser tratado como tal. Desde luego, me parece mucho más grave que quemar la foto del rey o participar en la procesión del santo coño. Es una consigna que insulta directamente a las víctimas del terrorismo, una de las líneas rojas que la democracia española debería respetar por todos los medios, pero aquí nombrar a ETA es como un resorte para que cualquiera pueda decir lo que le venga en gana. Han indignado a víctimas del espacio político del PP, del PSOE, del Partido Comunista, de todos y de todas las violencias. Resulta aberrante lo que está sucediendo. Nombrar a ETA es como un resorte para que cualquiera pueda decir lo que le venga en gana ¿Cree que no se respeta a las víctimas? Absolutamente. Han roto el esfuerzo que ciertas asociaciones y personas vinculadas con las víctimas realizaron para generar un consenso sobre qué se dice de ellas, qué no se dice, cuándo se dice y cuándo no. Lo que está sucediendo ahora marca un antes y un después. Hay un tipo de política en España que se alimenta del ruido y la polarización con el único objetivo de destruir. Pero no todas las víctimas están reconocidas de la misma manera. Es de mala voluntad, moral y ética, decir que la familia de Santi Brouard es menos víctima que la de Buesa. No se puede decir eso a una persona a la que le han arrebatado injustamente un ser querido. Punto. No podemos manipular la realidad. Tan víctima es la familia de Joseba Arregi, torturado en la Dirección de Seguridad de Madrid, que la de Gregorio Ordóñez. Pero cuando vamos subiendo de escalas y llegamos al reconocimiento administrativo de la víctima es cuando se producen las tensiones. Es muy importante tenerlo en cuenta, pero personalmente me preocupa más el nivel más bajo, el de la inmoralidad de no reconocer que tan víctima es una persona asesinada por ETA como otra asesinada por la policía, el GAL o el yihadismo. Hace unos días, el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero aseguraba que Bildu tiene que dar todavía “muchos pasos” en relación a las víctimas. Con la utilización electoral que la derecha hace de este delicado asunto, ¿quién está legitimado para hacer esta exigencia? Las víctimas. Y no tienen que cejar en pedírselo. Al resto sólo nos queda acompañarlas de la misma manera que hacemos con las personas que luchan por recuperar a sus familiares asesinados durante la dictadura. ¿Alguien puede pensar que puede hacerlo el PP del ‘que te vote Txapote’? ¿Lo va a hacer Vox, un partido que está negando derechos humanos fundamentales? Tenemos que tener claro que Bildu ya ha hecho todo lo que tenía que hacer a nivel político y jurídico. A partir de ahí, todos los reconocimientos que realicen será porque quieren hacerlos, y serán fruto de su propia evolución pero no porque nosotros se lo estemos demandando. Bildu ya ha hecho todo lo que tenía que hacer a nivel político y jurídico ¿Por qué España tiene tantas dificultades para enfrentarse con su memoria? No sólo España. En Francia han pedido perdón por su pasado colonial, pero el conflicto de Argelia sigue siendo una herida abierta. Lo que sucede periódicamente en las banlieues tiene mucho que ver con todo eso. Es la dificultad de su relación con la otredad. Y no digamos Estados Unidos, con su pasado esclavista y su presente racista. Bélgica ha pedido perdón al Congo por el genocidio del rey Leopoldo. Japón está viendo todavía cómo encara ese drama histórico que son las miles de mujeres chinas que sus tropas violaron durante la II Guerra Mundial. O Hiroshima y Yugoslavia. O el cuestionable papel que jugó Ucrania a favor de la Alemania nazi. No hay un país que no tenga problemas a la hora de reconciliarse con su pasado. Cuando se abren las puertas de la memoria salen todos los fantasmas. Y es justo que salgan, pero la cuestión es cómo logramos conversar cívicamente sin negar la evidencia. Una cosa es la memoria, algo sujeto a factores emocionales e interpretativos, y otra es la historia, los hechos objetivos o al menos objetivables. Se pueden discutir muchas cosas de la II Guerra Mundial pero nadie podrá decir nunca que Polonia invadió Alemania. Y en España ocurre exactamente lo mismo. Más allá de que PP y Vox puedan tener en la agenda jugar con la ilegalización de algunos partidos, algo que creo que no podrán conseguir, tal vez intenten acabar con la Ley de Memoria Democrática. Pero, ojo, una cosa es derogar la ley y otra derogar la memoria. Si dan el paso, simplemente estarán impidiendo que se haga justicia. Por fortuna, existe una sociedad civil organizada en esta cuestión, muy atenta, presente y movilizada que les recordará, les recordaremos, que incumplen con la justicia debida a la memoria de unas personas que lucharon por la democracia y la libertad en el marco de una Constitución republicana. No hay un país que no tenga problemas a la hora de reconciliarse con su pasado Y sobre esa base de justicia, ¿cuánto ha avanzado la memoria en Euskadi? Mucho. Ahí están los trabajos del Instituto de historia social Valentín de Foronda y de la Sociedad de Ciencias Aranzadi. Se ha avanzado mucho, y tenemos cada vez más reconocimiento de todas las violencias políticas que hubo y sobre los diferentes terrorismos que aquí se practicaron. Otra cosa es el relato que terminemos escribiendo de lo que sucedió. No creo que llegue a ser totalmente compartido. No será una novela con un principio y un final entrelazados, sino una recopilación de cuentos cortos. En algunos nos pondremos de acuerdo y en otros no. Pero la paz es eso, ¿no? Uno de los mantras electorales de la derecha es denunciar que Bildu es socio de Pedro Sánchez. ¿Qué opina? Bildu no tiene nada reprochable en términos políticos ni jurídicos. Cada uno tendremos nuestra visión moral, pero es un partido absolutamente legal, igual que cualquiera. Y la cuestión fundamental no es que haya llegado a acuerdos con el Gobierno de coalición sino qué han acordado, qué principios han quebrado con estos acuerdos. ¡Ninguno! Al contrario. Han reforzado el ‘corpus social’ de este país. Han mejorado las pensiones, los salarios, el empleo, etc. Cuando comparan a Bildu con Vox me parece terrible, porque lo que en realidad está fomentando el PP es validar el apoyo que recibe de un partido que quiere tirar a la papelera derechos humanos fundamentales. Hablo de la libre opción sexual, de las políticas de género, de la biodiversidad climática o de las lenguas minoritarias que son cooficiales. Esto es muy importante. A Vox sólo le interesa pactar retrocesos. ¿Considera que Vox tiene más relación con el franquismo que la que puede tener Bildu con la antigua Herri Batasuna? Sin duda. Y no lo digo para provocar ni para impactar, lo afirmo de una manera profundamente reflexiva. En la izquierda abertzale siempre ha habido luchas internas y tensiones por definir lo que se hacía y lo que no. Han sufrido escisiones, la más conocida puede ser Aralar, o purgas y personas importantísimas en la historia de ETA, como Julen Madariaga, que abandonaron Herri Batasuna tras el asesinato de Gregorio Ordoñez porque entendieron que al enemigo político se le combate políticamente y no militarmente. Nada de esto compensa lo que hubo. La cantidad de gente que aplaudía el asesinato, o que se colocaba en frente de aquellos, como yo, que exigíamos la libertad de una persona secuestrada. Quiero decir con esto que la izquierda abertzale ha vivido una realidad que le ha empujado hacia la posición en la que se encuentra ahora. La incorporación de un partido nacionalista absolutamente pacífico como Eusko Alkartasuna y el creciente protagonismo que ha asumido Alternativa, una fuerza totalmente cívica, han resultado determinantes porque han aportado fluidos políticos que hacen que lo que hoy existe sea muy diferente a lo que hubo en aquel momento. En cierto modo, se ha producido una ruptura de la continuidad de la antigua Herri Batasuna, aunque todavía haya gente que estaba en aquel espacio y que sigue pensando de la misma manera, probablemente por motivos emocionales más que políticos. En cambio, Vox es un partido nuevo que lo que hace es vincularse consciente y voluntariamente a una tradición horrorosa de la historia española como es la dictadura franquista. Cuando una persona de 20 o 25 años escucha hoy a Otegi sólo ve al Otegi actual, un político de izquierdas Y con esa mezcla de sensibilidades políticas, Bildu se ha convertido en una fuerza preparada para disputar la hegemonía al PNV en Euskadi. ¿Lo esperaba? Sí, porque insisto en que el Bildu de hoy no es el de hace cinco años, ni diez ni la Herri Batasuna de hace treinta. Pero la gente que hemos convivido con aquella izquierda abertzale, distinta y superpegada a ETA, todavía seguimos viendo a las personas que se ponían a medio metro de nuestra cara para increparnos de manera violenta. Igual no deberíamos hacerlo a estas alturas. No lo sé. Cada uno es como es. Afortunadamente, eso ya no ocurre, y ni siquiera mi hija lo ve de la misma manera. Cuando una persona de 20 o 25 años escucha hoy a Otegi sólo ve al Otegi actual, un político que básicamente hace discursos sociales, de izquierdas, absolutamente asimilables a los que puede realizar Jeremy Corbyn u otro líder parecido. Ahora bien, el éxito de Bildu radica en que, sin perder su base soberanista, ha sabido situarse en un espacio social de izquierda vasca que básicamente roturó Podemos pero después lo abandonó. En cierto modo, Bildu se ha podemizado, incluso sus demandas son semejantes. Mucha gente que ahora podría apoyar a Podemos vota a EH Bildu porque no encuentra una alternativa a su izquierda federalista, republicana, etc. Quiero decir que hay gente que vota a Bildu, no por su perfil nacionalista sino porque es de izquierda. Pero esto pasa en muchos lugares de Europa. Recuerdo que a raíz del primer referéndum en Escocia, un periodista escribió un trabajo muy interesante titulado “No es William Wallace. Es Karl Marx” para explicar que gran parte del apoyo al independentismo procedía de gente ansiosa por separarse de este mundo neoliberal y globalizado. Entonces, según su opinión, ahora es Bildu quien ostenta las dos almas, la nacionalista y la pactista con el Estado, que tradicionalmente ha representado el PNV. Sí. Y también otras almas como la rupturista y la reformista, la moderada y la radical, la autonomista y la soberanista. Bildu tiene dos almas, sí, y cuando el alma independentista se imponga a la izquierdista, habrá gente que dejará de apoyarles porque dirá que eso no es lo suyo. Por último, de cara a las elecciones del 23 de julio, ¿qué posibilidades de pacto le quedan al PP, además de Vox? Ninguna. El pacto que tiene con Vox sella un matrimonio para toda la vida. Es imposible que el PP ligue algo fuera de ese espacio porque la ultraderecha no se lo va a permitir. Sin embargo, veo complicado derrotar a ese binomio. Otra cosa es que obtengan mayoría absoluta. Si no la obtienen habrá que ver la inteligencia con la que actúa el resto de la Cámara. Pienso en ERC, que lo está pasando mal en Catalunya. Creo que si alguien puede fallar en el apoyo a un gobierno PSOE-Sumar será Esquerra, no Bildu. Autor > Gorka Castillo Es reportero todoterreno. Ver más artículos @gorkacastillo Suscríbete a CTXT Orgullosas de llegar tarde a las últimas noticias Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad. ¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí Publicidad Publicidad LO + VISTO Público.es Publicidad Publicidad Síguenos en Twitter Publicidad Publicidad Artículos relacionados >
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