martes, 18 de julio de 2023
Radiografía del C.I.S.
¿Por qué no fiarse de un tal Llaneras y Cía?
CIS
Nuevatribuna
ÓSCAR IGLESIAS 17 de julio de 2023, 17:24
¿Sabía usted que los estudios electorales realizados por el CIS desde 2018, en elecciones autonómicas y generales, han mostrado el partido político que ganaría las elecciones en 33 de los 35 procesos electorales que se han celebrado en España? Un porcentaje que se encuentra más allá de cualquier efecto aleatorio. Y solo en Castilla y León en 2022, con un empate técnico decantado al final por muy pocos votos hacia el PP, y en Les Illes Balears 2023, sus datos no mostraron dicha tendencia (vid cuadro 1).
Estos son los tozudos datos que se quieren ocultar. Y aunque el CIS no es, ni pretende ser, una entidad de “adivinos”, sino una institución que analiza tendencias de la opinión pública española, el Centro de Investigaciones Sociológicas, en lenguaje llano, acierta. Por lo tanto, mienten y ocultan la realidad quienes dicen que el CIS nunca “acierta” en sus encuestas electorales. Afirmación que no se atiene a la realidad de los hechos, aunque se repita por tierra, mar y aire.
A lo largo de los siglos los fanáticos siempre han perseguido la ciencia porque no cuadraba con sus dogmas. Bien conocida y documentada está la lucha entre religión y ciencia protagonizada por la Inquisición durante siglos. Muchos son los ejemplos, pero me vienen a la mente las palabras de Galileo, cuando llevado ante el Tribunal del Santo Oficio, el 22 de junio de 1633, la Inquisición consiguió que se retractara y considerara su modelo como una simple hipótesis matemática: “Soy juzgado por este Santo Oficio -dijo Galileo- vehementemente sospechoso de herejía, es decir, de haber mantenido y creído que el Sol es el centro del mundo e inmóvil, y que la Tierra no es el centro y se mueve… Abjuro, maldigo y detesto los mencionados errores y herejías y, en general, de todos y cada uno de los otros errores, herejías y sectas contrarias a la Santa Iglesia…. eppur si muove («Y sin embargo, se mueve»). Pobre Galileo, no era de fiar porque decía una cosa distinta al poder, y al resto.
Otros fanáticos, más recientemente, también recurrieron al amedrantamiento y al señalamiento de grupos o personas que no comulgaban con sus postulados como paso previo a quemar libros y a la violencia. Un matonismo que, desgraciadamente, fue propio de los años treinta del siglo pasado y que renace con nuevas formas un siglo después.
Los estudiantes de primero de Sociología saben que la Sociología, como ciencia social, analiza los fenómenos de la sociedad utilizando el método científico, con el fin de alcanzar un conocimiento objetivo de la realidad social. En ese método científico no caben ni el resentimiento, ni la animadversión, ni el sectarismo, sino trabajar con objetividad científica y neutralidad de acuerdo con los principios del método científico, al margen de las ideas que pueda tener cada investigador. Como ocurre en otros campos de la actividad científica, profesional e investigadora.
En este sentido, la investigación social requiere, con mucha frecuencia, tener en cuenta conocimientos interdisciplinares, y entre ellos hay que destacar el esfuerzo que hace la sociología matemática para aprovechar los avances actuales en el mundo de la computación y la gestión de datos.
Como señala Antonio Alaminos, uno de los más reputados Catedráticos de Sociología matemática a nivel internacional, “el empleo de métodos matemáticos para el modelado de las regularidades sociales no parte de pensar un “mecanismo” ciego. Muy al contrario, la comprensión de los fenómenos sociales son el punto de partida y de llegada de la explicación mediante modelado matemático”.
El resultado electoral lo decide tu voto, no las encuestas
¿Por qué digo todo esto? Porque tras leer las críticas que hace Kiko Llaneras y cia a las encuestas del CIS en su artículo ¿Por qué no fiarse del actual CIS?, diciendo que no son de fiar, creo que son necesarias algunas precisiones, ante esta nueva Inquisición datista de mecanismo ciego que, en sus tribunas mediáticas y fuera de toda metodología científica, pretenden descalificar y acallar a todos los que no siguen su dogma de fe.
Las críticas reiteradas que realizan en ese y otros artículos son tan fácilmente refutables desde el punto de vista científico que bastaría decir que EL CIS NO HACE PRONÓSTICOS. Lo repito, el CIS no hace pronósticos. Por lo tanto, todos los argumentos y cuadritos basados en algo que no se hace se caen por su propio peso, sin tener ninguna validez académica. Y más bien corresponde con la mala praxis de malinterpretar lo afirmado por un autor de tal forma que facilite su refutación.
La primera de las críticas que se realizan en este penúltimo artículo, porque habrá más para intentar ganar notoriedad, es que las encuestas del CIS no son de fiar porque el resto de las encuestas publicadas dicen otra cosa. Y, además, ¡sacrilegio!, eso viene pasando desde hace cinco años.
El argumento, aparte de peregrino e insolvente desde el punto de vista científico, encarna el dogmatismo que esta nueva seudosecta quiere implantar. Sin darse cuenta, porque creen que la vida es una pantalla de ordenador, porque no lo han estudiado y porque desprecian lo que no conocen, que no todas las encuestas son iguales.
Sí, no todas las encuestas son iguales. Lo repito, atendiendo a criterios objetivos (tamaño de la muestra, error muestral, procedimiento de selección de encuestados, población, cuestionario, sistemas de ponderación, transparencia y acceso a los datos…) las encuestas del CIS son las más fiables, estudiadas, citadas y consultadas, porque proporcionan la información y los datos de más calidad que se realizan en España. ¿Es igual una encuesta de 29.201 entrevistados realizada con criterios científicos que una de 600 o 1.000 correos electrónicos? Parece que no.
Y digo más, la inmensa mayoría de las encuestas que se publican en los medios de comunicación social no publicitan el cuestionario, no dan los datos primarios, solo ofrecen estimaciones y no informan sobre cómo llegan a ellas. E incluso, las pocas que lo hacen, no explican que son paneles de correos electrónicos, no explican cómo realizan las estimaciones o cómo eliminan cientos de las respuestas de esos paneles online y por qué lo hacen.
La opacidad llega hasta el punto de que alguna empresa demoscópica considera que indicar cuantas preguntas contiene el cuestionario es suficiente información. La sospecha de manipulación de la opinión mediante la forma de preguntar o las opciones a responder es más que evidente. La desconfianza que se aplica a las encuestas del CIS, que informa con total transparencia, desaparece para jugar con datos de los que se desconoce incluso a qué preguntas responden.
Muchas empresas de encuestas prácticamente nunca publican la intención directa de voto que expresa la ciudadanía. Algunas juegan a la apariencia de trasparencia, pero trafican con sobreentendidos: afirman que publican la intención directa de voto de la encuesta, pero no siempre lo hacen. Llaman intención de voto (el partido que el ciudadano dice que va a votar) a la estimación de voto (alguien corrige lo que el ciudadano ha expresado y dice lo que el ciudadano “va a hacer”, según sus interpretaciones). Y eso tiene un nombre: “fake news”.
El mundo irreal, según los telediarios
Las empresas de encuestas no publican el modelo por el que llegan a sus estimaciones. Un modelo desconocido apadrinado por el cliente. Por eso, sería bueno, para que la verdad científica prevalezca sobre los intereses de quien paga, que esas encuestas privadas publiquen, como hace el CIS y se hace en la mayoría de las democracias europeas, sus datos brutos junto a las estimaciones. Ah, por cierto, ha sido en la etapa de Tezanos en la que, en el CIS, se han hecho públicos los modelos de estimación de voto. Algo que nunca se había producido.
En este punto, hay que destacar también el proceso que está teniendo lugar de compra de la mayor parte de las empresas demoscópicas que se está produciendo a nivel internacional y nacional para convertir estas empresas en punta de lanza de campañas de desinformación al servicio de determinados poderes. Se compran las empresas por la reputación pasada de sus nombres en algunos casos, o se crean empresas con uno o dos trabajadores, o se dopan otras, y se fabrican encuestas como churros para intentar imponer un determinado relato demoscópico a la sociedad.
Para los que se pregunten si esto es así, pueden ver lo que sucedió, entre otras, en el Brexit, en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas de 2017, en las elecciones argentinas de 2019, en las elecciones de Chile en 2020 y 2021, en las de Brasil en 2022, en las de Estados Unidos desde que Trump ganó en 2016, pasando por la elección Biden/Trump o las últimas elecciones legislativas de mitad de mandato. Momentos en los que todas las encuestas daban unos pronósticos que luego no se dieron. O lo que pasa en España, donde algún medio de comunicación social de los que se consideraban respetables ya fue condenado por inventarse encuestas y datos demoscópicos que nunca existieron.
Para este fin, también se patrocina a compiladores y pronosticadores, con unos “polling aggregators” que se dedican a meter en la batidora encuestas distintas, realizadas con criterios diferentes y antagónicos, que unos son científicos y otros no. Después dan al botoncito y sacan unos pronósticos “medios” como si fueran las tablas de la ley para incidir mediante la opinión publicada en la opinión pública. Ante esta realidad, a lo mejor sería bueno que, para favorecer la transparencia, algún medio de comunicación social hiciera un ejercicio de investigación periodística y publicara las empresas demoscópicas que hay en España, quienes son sus dueños y accionistas y cómo han cambiado en los últimos años, cuántos trabajadores tienen, cuánto se gastan realmente en hacer esas supuestas encuestas, etc, etc, etc.
Volviendo al artículo. Decir que “las estimaciones del CIS se han mostrado imprecisas y sesgadas, prediciendo sistemáticamente mejores resultados para la izquierda de los que luego lograba en las urnas”, simplemente es mentir, por mucho grafico que se acompañe. Lo repito otra vez, EL CIS NO HACE PREDICCIONES, NI SISTEMÁTICAS NI NO SISTEMÁTICAS. Por lo tanto, ES FALAZ HACER UN ANÁLISIS DONDE SE EVALÚA UNA MEDICIÓN COMO SI FUERA UNA PREDICCIÓN.
¿Por qué se hace eso? Porque en esos artículos se parte y se apoya el argumento en la ignorancia de la distinción entre predicción y medición de los electores en el momento de la encuesta. Los gráficos que se emplean para intentar desprestigiar las supuestas e imaginadas predicciones del CIS son precisamente los que evalúan el rendimiento de campaña electoral. Es con esa finalidad que los utilizan algunos investigadores en comunicación política: efectuar un análisis de intervención y estimar de forma cuantificada los efectos (movilización o desmovilización y transferencias) que la campaña electoral y los eventos intermedios han causado.
Es curioso que una herramienta como el análisis de intervención se utilice de forma desvirtuada en tanto que coeficiente de ajuste. En este punto, se podría animar a quienes hacen estos jueguecitos a que se centraran en “the bright side of data” y respondieran a la pregunta correcta: ¿Cómo sistematizar un índice que recoja el impacto de la campaña electoral considerando la medición de voto previa a ella y los resultados finales? Esa es la pregunta.
No obstante, si las estimaciones del CIS, públicas y publicadas para que cualquiera las pueda replicar, en las elecciones generales hubieran sido como señalan algunos poco precisas, no estaría gobernando el PSOE. Y parece que fue así tras las elecciones de 2019.
Pero, bueno, seguro que a lo mejor hacen más caso a lo que dicen al final de su propio artículo: “Los defensores de Tezanos -es una enorme sorpresa para nosotros que todavía existan- a veces reivindican su estimación para las elecciones de abril de 2019, que fue bastante buena”. Después vuelven a la inquina. Pero una cosa es cierta: entre los miembros y miembras del grupete de las comidas que hace cinco años ya se estaban repartiendo algo que finalmente no llegó, hay pocos defensores de Tezanos. Fuera y dentro de la Sociología muchos.
Premisas para un análisis electoral alternativo
Sobre la acusación de sesgo ideológico. Vamos a ver. Primero, los estudios del CIS tienen diseños muestrales grandes, los famosos barómetros tienen una N de 4000 entrevistas, que duplican, triplican o cuadriplican los paneles privados. El hecho de utilizar muestras grandes, a diferencia de algunas empresas privadas, garantiza que los errores muestrales sean bajos.
Además, la selección de los números de teléfono es completamente aleatoria. Los teléfonos son generados aleatoriamente y de manera anónima por programas de ordenador y no se sabe a qué parte de España se llama ni las características personales de quién recibe la llamada. Precisamente por eso, en el inicio de los cuestionarios del CIS se pregunta al entrevistado/a por el lugar de residencia, sexo, edad y tamaño de municipio, que son parámetros que utiliza el CIS para estratificar sus muestras.
Segundo, el CIS recoge fielmente las respuestas de las personas entrevistadas y ofrece la matriz con los microdatos de todos sus estudios, donde se recogen dichas respuestas. Este ejercicio de transparencia hace posible la replicabilidad de las operaciones que efectúa el CIS, una práctica esencial en la investigación científica.
Tercero, desde el punto de vista de la investigación sociológica, es más relevante captar las dinámicas sociales y políticas de la sociedad española que las estimaciones puntuales que se realizan mensualmente. El ejercicio de realizar estimaciones de voto no es un ejercicio adivinatorio, sino la expresión del estado de los electorados en un momento temporal determinado.
Cuando se habla de un “sesgo a la izquierda de las encuestas del CIS”, se puede interpretar como un desconocimiento de lo que reflejan los datos del CIS, que se sitúan en ciclos políticos concretos. En el histórico de las estimaciones del CIS hay ejemplos de estimaciones que sitúan al PP como primera fuerza a lo largo del tiempo y en otros momentos al PSOE, por hablar de las dos fuerzas nacionales principales. Estos momentos suelen coincidir, lógicamente, con gobiernos de cada partido.
Para finalizar, tres cuestiones. La primera, es la estimación de los apoyos electorales a nivel nacional de los partidos que concurren en unas elecciones locales. Resulta evidente que la heterogeneidad muestral extrema procedente de tener en España 8.131 municipios, cada uno de ellos con perfiles propios de liderazgos y contextos locales específicos, así como la presencia de una gran diversidad de candidaturas y partidos de ámbito local, condiciona las mediciones a nivel nacional; especialmente debido a los efectos heterogéneos que producen las campañas electorales en el ámbito local.
Evidentemente, la variabilidad de la población objeto de estudio no se encuentra suficientemente cubierta mediante variables como tamaño de hábitat. Por ello, efectuar una medición de electorados municipales a nivel nacional, y pretender derivar de ello conclusiones políticas o científicas, es un ejercicio estadístico que necesita de más testado, así como de un análisis forense sobre los puntos de muestreo y los resultados electorales finales. Algo que es una tarea en curso. Pero se asume que priorizar la voluntad de transparencia en las actividades científicas conlleva dichos riesgos, para que la ciencia avance.
La segunda cuestión, es que el CIS con Tezanos está llevando a cabo la mayor modernización de la institución en décadas. Un proceso para adaptarse a los cambios de la nueva era tecnológica-digital y poder seguir cumpliendo las funciones que este instituto tiene atribuidas por ley: la realización de estudios que puedan mejorar el conocimiento científico de la sociedad española, proporcionar diagnósticos sobre situaciones y asuntos sociales para orientar a los poderes públicos en la toma de decisiones, la creación y el mantenimiento de bases de datos en las materias de su competencia y la difusión, a través de sus publicaciones, de los resultados de la actividad científica del organismo, así como realizar otros estudios de naturaleza académica que contribuyan al objetivo conocimiento científico de la sociedad española.
El crepúsculo de los dioses
La tercera cuestión es que el CIS es la casa común de la Sociología, donde trabajan codo con codo científicos e investigadores de distintas orientaciones, pero con objetividad científica. Una casa abierta a todos. Una institución que ha cumplido este año sesenta años de historia. Algo poco habitual. Por ese motivo, es importante poner en valor la utilidad que el CIS tiene para la sociedad española y sus instituciones. Y, por eso, es un buen momento para visitar actualmente la exposición que con motivo del sesenta aniversario hay en su sede.
El Centro de Investigaciones Sociológicas es y seguirá siendo una pieza importante en el entramado institucional de España, porque proporciona información rigurosa de la opinión de los ciudadanos. Es imparcial, independiente, científico y, además, “acierta” con las tendencias, aunque ese no sea su fin.
¿Sabía usted que los estudios electorales realizados por el CIS desde 2018, en elecciones autonómicas y generales, han mostrado el partido político que ganaría las elecciones en 33 de los 35 procesos electorales que se han celebrado en España, y solo en Castilla y León en 2022, con un empate técnico decantado al final por muy pocos votos hacia el PP, y en Les Illes Balears en 2023 sus datos no mostraron dicha tendencia?
Artículo publicado en Sistema Digital
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by Taboola
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