Un Nóbel de origen chinito en el cambio imperial.
Steven Chu, un engranaje clave en la agenda energética de Obama
Washington
Steven Chu, la elección del futuro presidente de Estados Unidos Barack Obama para dirigir el Departamento de Energía, se llevó la semana pasada su primera impresión de lo que será su vida en Washington.
Obama está basando una parte significativa de su plan de recuperación económica en la apuesta de que EE.UU. será capaz de cambiar drásticamente su manera de propulsar la economía.
Chu, premio Nobel de Física, considera la expansión de las plantas generadoras de electricidad tradicionales a partir de carbón su peor pesadilla. El científico dice no estar seguro de que algunos de los proyectos que Obama está estudiando con plantas de menores emisiones representen una solución al impacto del carbón sobre el medio ambiente. Sin embargo, cuando se reunió el 7 de enero con la delegación de Illinois en el Congreso, se mostró evasivo, asegurando que entiende la importancia de la investigación sobre la tecnología de carbón limpio. "Se rió y dijo que uno de los auténticos desafíos de su trabajo será acostumbrarse a la gente con la que trabajará en el gobierno y los pasillos del Congreso", dijo el senador de Illinois Dick Durbin.
Este es sólo un ejemplo de los asuntos que Chu, director del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley, de la Universidad de California, enfrentará en su intento por conciliar las ambiciosas promesas del nuevo gobierno con medidas concretas.
De ser confirmado por el Congreso, lo que podría tener lugar el martes, su siguiente reto es utilizar el alcance y presupuesto relativamente limitados de su agencia como una plataforma para cambiar la forma en que los estadounidenses piensan sobre energía. El año pasado, Chu se quejó durante un discurso en Washington de que muchos estadounidenses "preferirían tener un mesón de granito" que gastar extra en eficiencia energética.
Pese a todo el entusiasmo que el nombramiento de Chu ha generado entre los ecologistas y científicos, el Departamento de Energía tiene un poder formal escaso a la hora de influir sobre las decisiones energéticas del país. La mayor parte del presupuesto del departamento va a parar a las armas nucleares y la modernización de laboratorios armamentísticos. Sus fondos para investigación y desarrollo se han precipitado desde un máximo de US$6.000 millones durante el gobierno de Jimmy Carter a US$1.400 millones el año pasado, según un informe reciente del Consejo de Liderazgo de Seguridad Energética, un grupo con sede en Washington.
Hijo de inmigrantes chinos, Chu fue uno de los ganadores del premio Nobel de Física en 1997 por su colaboración en el desarrollo de formas de atrapar átomos con rayos láser. Chu ha advertido en distintas ocasiones que el cambio climático tendrá importantes consecuencias económicas y sociales. Como director del laboratorio Lawrence Berkeley, se concentró en el desarrollo de biocombustibles avanzados y tecnologías de energía eficiente. Entre otras cosas, ayudó a crear un nuevo instituto de biociencias energéticas, financiado por el gigante petrolero BP PLC. A través de una vocera, Chu declinó ser entrevistado para este artículo.
Como secretario de Energía, el científico jugará un papel clave a la hora de ayudar a Obama a ejecutar sus ambiciosas metas de duplicar en unos tres años la capacidad de EE.UU. de generar energía eólica, solar y geotérmica. Los más escépticos, como el presidente ejecutivo de Exxon Mobil Corp., Rex Tillerson, aseguran que no hay suficiente capacidad manufacturera en el país para producir las turbinas eólicas necesarias para hacer realidad la visión de Obama.
El presidente electo también se comprometió a recaudar US$150.000 millones en los próximos 10 años para proyectos de tecnología de eficiencia energética y combustibles alternativos. Con todo, no se espera que la legislación que crearía un sistema semejante sea aprobada por el Congreso este año. Por eso, ha aumentado la presión sobre Washington para encontrar formas más rápidas de financiar dichos proyectos.
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