Las dos preguntas son afirmativas en nuestro parecer.
¿Es España un problema para el euro o es el euro un problema para España?
Señor Krugman, ¿por qué quiere a España fuera del euro? (21/01)
¿Tira España lo suficientemente fuerte de la cuerda como para que Europa y la moneda única se sientan arrastradas al precipicio? ¿Son más los países que se lo están poniendo complicado al euro al otro? ¿Es la divisa común la que ejerce una influencia negativa sobre nuestra economía? ¿Se tensará tanto la cuerda que puede llegar a romperse? ¿Se quedará en un susto importante propio de una crisis económica tan importante como la actual?
Las primeras señales
En las últimas horas, después de que la agencia Standard & Poor's rebajase el pasado lunes la calificación crediticia de España de AAA a AA+, se han desatado las alarmas sobre cómo puede afectar este cambio al euro y, en otro sentido, ha vuelto a situar en primera línea el debate sobre cómo le influye a nuestro país pertenecer al mercado de la moneda única en un momento de crisis económica.
La señal de alerta la destapó el martes la prensa internacional. El periódico económico de Estados Unidos The Wall Street Journal y el británico Financial Times advertían de que España podría llegar a suponer un problema para la zona euro, ya que las diferencias entre las economías de la región podrían acrecentarse por la crisis.
Sin embargo, el matiz, que no tomó tanto protagonismo entonces, refleja que al primer recorte crediticio que sufre España -que tendrá un coste de 170 millones de euros en 2010, según el Tesoro Público, y es también la primera rebaja tras la explosión de la crisis financiera-, se suma el conjunto de tensiones que pueden generar otros países que comparten divisa.
Portugal también baja de nota
Ejemplo de ello constituye la degradación de la calificación financiera de otros dos países de la zona euro, con menor nota que España. El rating de la deuda a largo plazo de Portugal pasó ayer de un AA- a un A+; S&P lo justificó asegurando que el país luso "se enfrenta a desafíos de una dificultad creciente, al tiempo que trata de mejorar su competitividad y de estimular un crecimiento que sigue siendo bajo". A estos elementos la agencia de calificación sumó "la pesada carga de la deuda pública".
Además, la rebaja también es ya efectiva en la calificación griega (está en A-) y no se puede perder de vista el toque de atención que S&P ya ha pegado a Irlanda, que está en perspectiva negativa y podría seguir el mismo rumbo.
En el caso español, este aviso a navegantes se argumenta en las debilidades estructurales de España que se manifiestan en el alto paro, la necesidad de encontrar alternativas al sector constructor e inmobiliario, el déficit por cuenta corriente, el deterioro de las finanzas públicas y la imposibilidad de manejar los tipos de interés y de cambio de forma independiente.
Qué indica
La llamada de atención pone sobre la mesa dos cuestiones. Por un lado, constata casi como evidencia que el camino que tendrá que recorrer Europa en los próximos meses va a estar lleno de piedras, ya no sólo por las duras advertencias lanzadas también el pasado lunes en términos macroeconómicos por la Comisión Europea (que prevé un decrecimiento del conjunto de la zona euro para este año del 1,9% y un crecimiento positivo del 0,4% para 2010).
Por otro, las informaciones publicadas cuestionan hasta qué punto España por sí sola tiene la fuerza suficiente como para poder hacer tambalear al euro. A este respecto, la analista de la Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas), María Jesús Fernández, lo tiene claro: "El euro es básicamente Alemania, que sigue siendo la referencia fuerte. Después están Francia e Italia". En esa línea, Fernández desecha que, en la actualidad o en el corto plazo, el euro pueda sufrir tensiones por culpa de España.
El catedrático de Economía y Premio Príncipe de Asturias, Juan Velarde, insiste en que "toda rebaja de calificación origina tensiones", pero resta peso a que ésta "tenga trascendencia inmediata" y a que sea sólo nuestro país quien tense la cuerda apuntando al respecto al conjunto de países citados, e Italia.
Mientras, el director de Estudios del IEE, Gregorio Izquierdo, pone el acento en que "lo lógico" es que se rebajen los ratios a día de hoy por un doble factor: la acumulación de deuda y la mayor dificultad para hacer frente a la misma en un entorno de caída de crecimiento.
¿Perjudica el euro ?
Otra de las advertencias lanzadas esta vez por el premio Nobel de Economía de 2008, Paul Krugman, vislumbra la cruz de la moneda: el hecho de que el euro podría estar perjudicando a la economía española. El economista estadounidense sugirió el pasado martes en su blog del diario The New York Times que el euro puede no ser "una buena idea" para España.
Krugman defiende que España necesita ser más competitiva y que ante la imposibilidad de una devaluación de la moneda, ya que somos parte de la zona euro, la única alternativa posible sería "el recorte de los salarios", algo que es muy difícil de conseguir y que crea problemas para los contribuyentes.
¿Por dónde pasaría entonces la solución? El Nobel defiende que, contrariamente a lo que se dice, formar parte de la eurozona no inmuniza frente a la crisis, sino que podría estar empeorando las cosas y acercando a España, además de a países como Grecia, Irlanda e Italia, al citado y temido precipicio.
Sumando todas estas variables, el estratega en España de Citi, José Luis Martínez, dibuja un panorama con un punto claro de partida: "La moneda propia puede actuar como colchón de ajuste económico de cualquier país en un momento de crisis económica".
Dos caminos posibles
A partir de ahí, Martínez explica que los países pueden tomar en estas circunstancias dos caminos. El trayecto corto -que pasaría por la devaluación de la moneda propia para poder hacer frente a las dificultades actuales- sería positivo precisamente en el corto plazo, pero implicaría importantes riesgos en el medio y en el largo plazo.
Mientras, el camino más largo será más costoso en la actualidad más inmediata -ya que no se podría recurrir a esa devaluación con la que aliviar de inmediato la economía-, pero "es mejor" en general.
¿Qué puede hacer España? ¿Cuál de las dos bifurcaciones tiene que coger? El estratega de Citi insiste en que "es casi obligado aceptar el camino largo", ya que el riesgo país se convierte en uno de los elementos de la disciplina que se ven obligados a cumplir los países una vez que dan su sí a su ingreso en la zona euro.
A la pregunta sobre si España perjudica al euro o la moneda única embarra el recorrido hacia el progreso económico de nuestro país, Martínez insiste en que se trata "de tesis compatibles". Izquierdo destaca a este respecto que el deterioro de rating no pone en cuestión el euro, sino que formar parte de una zona monetaria hace que "se diluyan" los déficit muy fuertes de determinados países a Estados que pueden verse menos afectados.
¿Y abandonar?
Apoyando la tesis de que pertenecer a la divisa comunitaria ofrece menos margen a un país para poner resistencia a la crisis, Krugman abre otro de los interrogantes: la conveniencia o no de que España pudiera decir adiós a la moneda única en la que ingresó en el año 1998. El premio Nobel de Economía defiende, a este respecto, que al Reino Unido le podría estar viniendo bien ir por libre para poder fortalecer su economía a través de la devaluación de la libra esterlina.
La gestora de banca privada estadounidense Merrill Lynch se situó ayer en el lado de los defensores de que España tendría las cosas más fáciles si saliera del euro, ya que debería controlar su política monetaria en una crisis como la actual.
Pero, en términos generales, ganan los argumentos contrarios. José Luis Martínez insiste en que "de ninguna forma es razonable pensar en abandonar el euro".
Velarde, por su parte, apunta a que sería "una catástrofe" abandonar la moneda única y llama la atención sobre la importancia de que "por muy mal que fuese" se optara por volver a la peseta. "Hay que hacer todos los esfuerzos para que la profecía o el deseo de Krugman no se cumplan, sin perder de vista que, aunque no es metafísicamente imposible, sí es una opción muy poco probable a día de hoy", resalta.
Otro de los calificativos que origina la opción de que España abandone la moneda única es "barbaridad" o "paso atrás brutal". De esta opinión es Izquierdo que apunta a los riesgos que supondría tomar esta decisión: "Se incrementaría la prima de riesgo de la economía española de tipos de interés, se originaría una crisis financiera insospechable, se perdería confianza y se volvería a la situación anterior".
Izquierdo valora, en sentido contrario, que haber dejado atrás la peseta implica que "España esté soportando la crisis con primas de riesgo y un nivel de capital razonables". En resumen, a su entender, el euro supone para nuestra economía "un paraguas de estabilidad, de competencia y dimensión" mucho más positivo que negativo.
No se pueden olvidar, además, algunos de sus costes: habría que readaptar la contabilidad a pesetas, se rebajaría el valor de los activos, se produciría una fuga de capitales en un momento de escasa liquidez...
Mientras, el economista jefe de Intermoney, José Carlos Díez, prefiere poner el acento en los riesgos que implica levantar la liebre: "El problema de este debate no es que se plantee, sino que los Estados miembros del euro lo asuman y se generen dudas en el interior".
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