Invertir en oro en estos momentos es como coger el AVE en marcha
26.09.2010 José A. Fernández Hódar 2
En periodos de crisis el dinero se refugia en el metal dorado. Pero cuando se corrija la escalofriante subida actual, puede que nos haga falta otra vida para volver al punto de partida.
Es una constante el hecho de que el dinero acuda a determinados activos cuando han subido tanto que los que están en ellos se comienzan a plantear si es prudente seguir en ese tren, porque cuanto más grande es la subida, mayor será la caída.
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Repasemos un poco de historia. En agosto de 1976 la onza de oro cotizaba a 108,9 dólares. Cuatro años y medio más tarde, 31 de enero de 1980, se pagaba 773,8 dólares. Esta subida coincidió con un periodo de duras caídas bursátiles, que tuvieron que soportar la segunda crisis del petróleo (1979). Entonces el oro actuó como valor refugio.
Desde ese último precio, y con un repunte en 1982, el oro estuvo bajando hasta febrero de 1985. Fueron cinco años de caída que crucificaron a los que compraron el dorado metal a 773 dólares y lo vieron cotizar a 300.
En los tres años previos al crash de 1987, las bolsas vivieron una etapa brillante y el oro les acompañó, desde los 300 dólares hasta los 494. En octubre de 1987 las bolsas se desplomaron y el oro comenzó a bajar hasta hacer mínimos el 31 de agosto de 1999 en 257 dólares.
Como vemos, en los años anteriores y posteriores al crash, oro y bolsa corrieron en paralelo. Y no se trata de establecer una relación entre los movimientos de las bolsas y del oro, porque el dólar juega ahí un papel importante. Lo que tratamos es de poner en evidencia que sólo en momentos críticos de la economía el oro actúa como refugio. Ocurrió en 1980 y vuelve a ocurrir ahora, con una escalada desde los 257 dólares hasta pasar el viernes los 1.300, y ya hay quien pone el listón en los 2.000 la onza.
¿Cuánto vale una onza?
Una pregunta similar se hicieron en el siglo XVII los inversores en tulipanes. ¿Cuánto vale un bulbo? La respuesta fue una bancarrota. Una onza de oro vale lo que alguien esté dispuesto a pagar por ella, pero ¿cuánto vale?
Sin llegar a tales extremos, es posible que el oro se adelante a la economía e inicie una larga caída que invite a decir: no es oro todo lo que reluce.
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