martes, 28 de septiembre de 2010

Burbuja no, Burbujona!

BATE UN 16% AL DÓLAR

No hay burbuja en el precio del oro

Aún le queda recorrido alcista, pese a las voces que alertan de la aparición de una posible burbuja

28/09/2010 - 08:03 - MARION MUELLER/JORGE DEL CANTO

Tanto por razones fundamentales como por análisis técnico, parece que al oro aún le queda recorrido alcista, pese a las voces que alertan de la aparición de una posible burbuja.

Tras varios años de alzas continuadas en el valor de los metales preciosos, algunos análisis dudaban de que en 2010 siguiera esta escalada. Pero los datos son contundentes: más de un 16 por ciento de apreciación frente al dólar en el caso del oro y por encima del 20 por ciento en la plata. Unos porcentajes que, medidos en comparación con la divisa europea, se elevan hasta algo más del 28 por ciento revalorización del oro y por encima del 35 por ciento en la plata
Pero esa notable apreciación en 2010 es también el argumento usado para sembrar nuevas dudas, que se materializan en la pregunta: ¿Hay una burbuja en el precio del oro?
¿Está caro el oro?
Para responder habría que hacerse otra pregunta: ¿Está caro el oro? Y antes de responder a esto, habría que preguntarse en relación a qué se supone que está caro el metal precioso. El oro es dinero y como tal se valora: mediante comparación con otras divisas y se cotiza en su cambio frente al dólar, exactamente igual que cualquier otro «dinero». La pregunta se debe referir, por tanto, al precio del oro frente al dólar y frente a otras divisas.
A diferencia del dinero de papel, que siempre ha tenido un tiempo finito de funcionamiento, el oro es dinero reconocido internacionalmente desde hace miles de años. Hace menos de 40 años, además, era el respaldo sobre el que se emitía el nuevo dinero de papel y suponía un criterio objetivo de riqueza.
El escenario actual, una de las crisis financieras más graves de la historia, se define por:
-El deterioro de la deuda soberana de países habitualmente ajenos a dudas sobre su calidad crediticia.
-La existencia una burbuja real de deuda, debido a la masivas emisiones realizadas por los Estados.
-Las inyecciones continuas de liquidez en el sistema financiero, que minan la confianza en divisas fuertes de otros momentos.
El resultado de todo lo anterior es la falta de credibilidad en el sistema financiero vigente. De hecho, desde 1971, cuando se desligó al dólar de su respaldo en oro, vivimos en un experimento financiero basado en el endeudamiento y la posibilidad de especulación que se ha multiplicado en los últimos años.
El oro no es deuda
Vivimos una crisis crediticia y de confianza en el sistema, en las divisas, en la deuda... Pero el oro no es deuda de nadie. Contrariamente a las divisas emitidas sin más respaldo que la confianza que tengamos en los gobiernos que las emiten (son promesas de pago), el oro no se puede crear de la nada: se tiene realmente o no se tiene, no valen apuntes en cuenta.
Los tópicos que hablan de que el oro tiene valor porque se lo damos, deberían pensar en qué son esas divisas a las que si valoran. Bajo esta realidad, no habría que hablar tanto de que en los últimos once años el oro se ha apreciado casi un 400 por ciento frente a la gran mayoría de las divisas, sino de que en el mismo periodo el dólar se ha depreciado un 80 por ciento en relación a la onza de oro (retroceso que supera un 99 por ciento desde 1913).
Bajo el criterio de la relación entre la oferta y la demanda, la subida del oro encuentra otro sólido fundamento. Con la producción prácticamente estancada en los últimos años, la demanda ha sido satisfecha por los préstamos y ventas de oro que los bancos centrales han realizado a los comerciantes con metales preciosos («bullion banks»).
Especialmente en los dos últimos años, cuando más han arreciado los problemas de liquidez y de solvencia en los mercados de deuda, el incremento de la demanda de oro para inversión en sus distintas modalidades (fondos cotizados, acciones de empresas extractoras, fondos y certificados, entre otros) se ha disparado, hasta llegar a casi 500 toneladas en el primer semestre de este año. Mientras la oferta estimada es de 2.600 toneladas para todo 2010.
Sin embargo, este argumento tampoco debe ser esgrimido para hablar de una sobredemanda, cuando en la actualidad sólo un 0,8 por ciento de todos los activos financieros globales se encuentran invertidos en oro, frente al cerca del 26 por ciento que suponía a comienzos de la década de los ochenta, cuando el oro realizó el máximo de su anterior ciclo alcista.
Parece que queda mucho que comprar y poco que vender. Vean los anuncios de prensa, los carteles en carreteras y calles, fíjense en lo que ocurre en las ciudades: ¿Observan que les ofrezcan oro, que se lo intentan vender? ¿O hay quién intenta comprarles oro, incluso de forma agresiva? ¡Si hasta el mismísimo George Soros, que también habla en público de alza exagerada, acaba de comprar 650 millones de dólares en el fondo cotizado ETF SPDR Gold!
No parece, por tanto, que estemos ante una burbuja.
Otro techo
El análisis técnico confirma esta impresión. El ataque del oro a la resistencia de los 1.260/1.265 dólares por onza se ha culminado con éxito. Con el precio situado claramente por encima de la referencia que frenó la subida durante los meses centrales de este año, la resistencia ahora debe considerarse como un soporte para el corto plazo. Cuando el precio se mueve en cotas no exploradas anteriormente, no es fácil establecer cuál puede ser el siguiente nivel que pueda frenar la tendencia. Pero tomando como base sólo la última subida acelerada iniciada en agosto, lo más probable es que el oro alcance rápidamente la banda entre los 1.297 y los 1.305 dólares por onza para, una vez lograda la meta, realizar una primera reacción incluso algo por debajo de los 1.265.
Tanto si la siguiente reacción se produce desde los 1.300 como si lo hace desde el valor ya alcanzado, los soportes importantes para el corto plazo hay que situarlos en los 1.265 y en los 1.230 dólares (éste sería muy difícil de perforar en un primer momento).
El momento es propicio para mantener las compras realizadas. Pero no es aconsejable, salvo para el riguroso intradía o el muy corto plazo de un par de sesiones, buscar el beneficio de los descensos en un activo que, una vez más, confirma su tendencia alcista en todos los plazos.

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