Alemania saca partido a la crisis chipriota
Fernando Latienda
La rentabilidad del "bund" cae a su nivel más bajo del año y se beneficia también de la inestabilidad política en Italia y de los problemas presupuestarios en EE.UU.l
"El futbol es un deporte de once contra once donde siempre gana Alemania". La frase pronunciada por el delantero inglés, Gary Lineker, resume a la perfección lo que viene ocurriendo en Europa desde el comienzo de la crisis financiera y de deuda soberana. En el enésimo capítulo de esta crisis, firmado por Chipre, el guión vuelve a repetirse y Alemania es la única que resiste las embestidas. Mientras, las primas de riesgo y las rentabilidades de los bonos de los países periféricos rondan a día de hoy los máximos del año, el país centroeuropeo ha tomado la dirección contraria y vuelve a convertirse en el refugio preferido por los ahorradores.
Se sabe que los inversores no quieren sustos y desde el pasado 15 de marzo, el día previo a la reunión del eurogrupo en la que se empezó a perfilar una quita a los depositantes y un "corralito" en Chipre, la rentabilidad del bono alemán a 10 años ha bajado del 1,46 al 1,29%. Por el contrario, el 10 años español marca el 5.07%, un 3% más que antes del estallido de la crisis chipriota, mientras que el bono italiano a 10 años ha seguido una trayectoria similar con una subida del 3,4% pasando del 4,60 al 4,76%. El caso más significativo vuelve a ser el de Grecia donde la rentabilidad de su bono a 10 años se ha disparado en pocos días hasta un 14% alcanzando el 12,44%.
Además de reducir sus costes de financiación y poner nuevamente de manifiesto que Alemania se financia prácticamente a coste cero desde el comienzo de la crisis financiera y de deuda soberana en Europa, el gobierno de Berlín ha logrado también captar la atención de los inversores. Si en algunas de las subastas realizadas a mediados de 2012 la demanda de bonos apenas conseguía cubrir la oferta, la situación se ha dado la vuelta y en la emisión del pasado 20 de marzo, las peticiones superaron en 1,6 veces el papel emitido.
Esta situación, en la que Alemania saca partido a la crisis y el resto de países no, se explica por dos factores. En primer lugar por el efecto contagio que la decisión sobre una quita a los depositantes chipriotas pueda tener sobre el resto de países europeos al crearse un precedente hasta ahora inédito. Las palabras "quita" y "rescate" son malditas en el diccionario de cualquier inversor y en especial de los más conservadores que ante la duda no se lo piensan dos veces y ponen su dinero a buen recaudo. En segundo lugar, y este sí que es un argumento mucho más sólido, lo que más temen los ahorradores es que se desvirtúe el espíritu de una unión bancaria a nivel europeo o que se retrase la creación de un regulador único y la un fondo de garantía de depósitos comunitario que permitiese que un euro depositado en un banco de Luxemburgo tuviese la misma seguridad que otro depositado en Grecia o en Portugal.
Pese al compromiso de las autoridades europeas para poner en marcha estos mecanismos, la incertidumbre vuelve a planear estos días sobre los mercados y al margen de la deuda la principal "baja" ha sido la renta variable. Puede que la bolsa alemana no ofrezca la misma seguridad que sus bonos pero es la que menos sufre en periodos de agitación y turbulencias y así, por ejemplo, si desde el comienzo de la crisis chipriota el Ibex 35 ha perdido algo más de un 8% tras caer en picado desde los 8.619 a los 7.920 puntos, el Dax alemán ha conseguido minimizar esa caída a un 3%.
El oro, otro de los activos preferidos por los inversores en momentos de zozobra tampoco ha conseguido hacerle sombra a la deuda alemana. La apreciación del dólar frente al euro en las últimas semanas ha frenado en seco al metal que se compra y vende en el mercado a 1.597 dólares por onza, apenas tres dólares más desde mediados del mes de marzo.
El oro, otro de los activos preferidos por los inversores en momentos de zozobra tampoco ha conseguido hacerle sombra a la deuda alemana. La apreciación del dólar frente al euro en las últimas semanas ha frenado en seco al metal que se compra y vende en el mercado a 1.597 dólares por onza, apenas tres dólares más desde mediados del mes de marzo.
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