Microsoft: una nueva era
Cristina J. Orgaz
Microsoft está perdiendo su toque mágico. Se desinfla en varios frentes bajo la presión de Apple, Google y compañía. Sus ingresos -80.000 millones de dólares anuales- se nutren, en gran parte, de los éxitos obtenidos cuando no se ponía el sol en su imperio. Ahora, el gigante tecnológico busca desesperadamente un CEO con nuevas ideas que le devuelvan el viejo esplendor y le saquen del segundo puesto al que se ha visto relegado últimamente.
Con 1.000 millones de copias en todo el mundo, Windows sigue sin tener rival, lo mismo que el paquete ofimático que incluye Word, Power Point o Outlook. Pero el resto de las divisiones sufren el retraso propio de un gigante incapaz de adaptarse a los nuevos tiempos, a la demanda del mercado. La Xbox, su consola de videojuegos, acaba de ser superada en ventas por la PlayStation de Sony, la tableta Surface ha sido un fracaso y a Windows 8 le llueven las críticas por parecerse demasiado al sistema operativo de Apple. ¿Dónde están las nuevas ideas? ¿Dónde queda el ingenio?
«Gates era mi héroe». Dice en pasado el fundador de Facebook, Mark Zuckerberg. Algo parecido les ha debido pasar a 3 de los 20 principales accionistas de la compañía que la semana pasada pedían la dimisión de su presidente y fundador. Bill Gates está, a ojos de todos, cada vez más desligado de la dirección. «Desde hace un tiempo, vemos la empresa como un gran barco pero sin un rumbo determinado», dice Javier Urones, de XTB.
Desde que Steve Ballmer, actual consejero delegado, le sustituyera en el 2000, Gates ha ido vendiendo poco a poco su participación en Microsoft y actualmente solo ostenta un 4,5 por ciento de los títulos en circulación, desde el 49 por ciento que tenía en 1986, cuando la compañía salió a bolsa.
Su mano derecha, Ballmer, tiene un paquete accionarial parecido, mientras que el grupo de inversores no conformes con la gestión acumulan aproximadamente otro 5 por ciento. La suma de fuerzas en la Junta de Accionistas -prevista para el 19 de noviembre- parece indicar, que si va a haber una vida después de Gates, no va a ser ahora. Y no solo por que el número de acciones que tienen entre el presidente y el consejero delegado sea superior, sino que ambos tienen, además, derecho de veto sobre un nuevo CEO.
«El hecho de tratar de desplazarlo dentro del consejo de dirección supondría a corto plazo un varapalo para el valor, pero a medio o largo no lo tenemos tan claro. Los dos directivos han estado gestionando la compañía, que no acaba de despegar», explica Urones.
«Microsoft es una empresa consolidada y con una larga trayectoria. El hecho dar paso a una nueva etapa sin su fundador es algo habitual en el mercado», dice Antonio Flores, analista senior de IDC, refiriéndose a una posible marcha de Gates. Y recalca que desde hace ya algún tiempo, la compañía ha ido abriendo paso a nuevas generaciones. «La empresa se caracteriza por contar con perfiles altamente cualificados, tanto técnicamente como en la gestión».
Un CEO innovador
El principal desafío ahora mismo es el de sustituir con éxito a Ballmer, que anunció en septiembre que deja la compañía tras 13 años al frente, en los que llegó a triplicar los beneficios. Los tres accionistas que piden su dimisión están preocupados con que la presencia de Gates en el consejo de administración bloquee la elección de un CEO con ambición y ganas de darle la vuelta a la empresa. Un CEO que implante nuevas estrategias e impulse los beneficios y las acciones. «Microsoft tiene un problema de innovación», escriben los analistas de Nomura. Sin embargo, recomiendan comprar el valor con un precio objetivo de 38 dólares desde los 33 en los que cotiza estos días.
«Creemos que un menor gasto en tecnología (IT) podría afectar negativamente a la compañía, que también se enfrenta a la creciente competencia de Google en sus dos productos principales: Windows y Office. La capacidad de Microsoft para defender su liderazgo es vital para el crecimiento futuro», explica Citi. El banco sitúa el precio objetivo en 35 dólares y su recomendación es de compra. Por su parte, una abrumadora mayoría de analistas consultados por Reuters -22- aconsejan mantener, 5 comprar y 3 vender.
A por los 'smartphones'
La adquisición de Nokia, por 7.100 millones de dólares, y el desarrollo de lo que se considera el futuro de la informática, la computación en la nube, constituyen la esperanza en la cartera de proyectos del fabricante de software. «Microsoft quiere dirigirse a un mercado que crece a dos dígitos anualmente, como son las soluciones cloud y, por otra parte, a uno de menor margen pero mucho mayor volumen, como es el de smartphones», con la intención de incrementar sus beneficios, dice Antonio Flores, de IDC. De conseguirlo, es probable que entonces sí, veamos una nueva era en el gigante informático.
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