miércoles, 16 de octubre de 2013

Patriotas Gilítos ?


Estados Unidos: El Tea Party sume el país en la agonía



Mercedes Gallego (corresponsal)
El Congreso y la Casa Blanca llegan a la fecha límite sin un acuerdo que permita ampliar el techo de la deuda y reabrir la Administración federalprimir


«La deuda ya está aquí. El final del plazo es inminente. Las agencias amenazan con rebajarnos la calificación esta misma noche (por anoche)», advirtió con sobriedad el líder demócrata del Senado, Harry Reid, que apenas el día antes había dicho sentirse «muy optimista» sobre la posibilidad de alcanzar un acuerdo que pusiera fin al cierre del Gobierno federal y evitase que el Tesoro tenga que incumplir sus obligaciones. Una vez más, fueron los extremistas republicanos del Tea Party los que boicotearon el acuerdo que ambos partidos negociaron en la Cámara Alta, tachando a sus correligionarios de pertenecer al «Senado de la rendición».
Bastó una nueva reunión del senador texano Ted Cruz, artífice de esta crisis, con los 30 o 40 aguerridos miembros del movimiento del Tea Party para hundir las posibilidades de que el proyecto del Senado, que ni siquiera se ha votado aún, pudiera prosperar después en la Cámara Baja. Los congresistas de ultraderecha forzaron el cierre del Gobierno federal desde el día 1 por falta de presupuestos, con el propósito de boicotear la reforma sanitaria. Su objetivo es no soltar a sus rehenes hasta que consigan dañar la ley que tanto odian.
Barack Obama, sin embargo, tiene claro que si cede a sus presiones sólo eternizará la agonía. «No podemos permitir que una minoría fuerce una crisis para conseguir lo que no puede obtener por medios legislativos o electorales», repitió el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney. «Desafortunadamente eso es lo que hace la última propuesta del Congreso, en un intento de apaciguar a un pequeño grupo de republicanos del Tea Party».
La Cámara Baja ha ido reduciendo sus demandas de anular la ley de reforma sanitaria que llaman 'Obamacare'. Ahora quiere postergar la entrada en vigor de uno de sus capítulos clave que obliga a adquirir un seguro médico privado. El último intento de arrancar algo consiste en retrasar dos años un impuesto del 2,3% a los fabricantes de aparatos médicos, con el que se pretende contribuir a sufragar las ayudas federales para aquellos que no pueden permitirse las pólizas sanitarias. Si los demócratas se plantan contra esto, como anticipaban, el líder republicano John Boehner necesitaría contar con el apoyo de casi todos los diputados republicanos en la Cámara Baja. Y anoche no lo había logrado.
«Y todo para mandarnos una ley que no pasará en el Senado», le advirtió el líder de la Cámara Alta, donde los demócratas tienen mayoría. Si Boehner consigue su objetivo, será el Senado el que tenga que decidir si sucumbe a la presión para impedir la catástrofe o acepta que se le acuse de no haber cedido para evitarla.
La Casa Blanca dice estar dispuesta a negociar la cláusula de impuestos sobre aparatos médicos, pero no con una pistola en la cabeza. «Lo hemos dicho muchas veces: Reabrid el Gobierno, extended el techo de la deuda y entonces podremos hablar de todo», repitió Carney.
Campaña de Navidad
En la versión de la ley que se ha negociado en el Senado con el apoyo de ambos partidos, los demócratas han aceptado niveles de presupuesto más bajos de lo que creen necesario para financiar el Ejecutivo, un proceso de verificación de ingresos para quienes vayan a recibir ayuda federal para pagar un seguro médico y la postergación de una cuota de 63 dólares (46,5 euros) por cada beneficiario de las pólizas durante tres años. Con eso pretendían ayudar a los republicanos a salvar la cara frente a sus constituyentes más radicales, que no se han contentado.
Con el reloj de arena agotándose de cara a la fecha límite de mañana, cuando el Departamento del Tesoro se quedará sin capacidad de seguir contrayendo más deudas para cumplir con sus obligaciones, el Senado ha decidido esperar a que la Cámara Baja marque el paso.
Cualquiera de las dos leyes que se manejan supondría una solución a corto plazo que, sin embargo, salvaría la temporada de compras navideña que tanto peso tiene en la economía. El Gobierno federal recibiría fondos para seguir pagando a todos sus empleados hasta el 15 de enero, fijándose un calendario de negociaciones sobre los presupuestos con el que evitar la entrada en vigor de la segunda fase de los recortes automáticos que se aprobaron en agosto de 2011, precisamente para forzar la negociación de un presupuesto fiscalmente más conservador.
El techo de la deuda, que tiene mayor potencial para desestabilizar los mercados, se ampliaría hasta el 7 de febrero, eliminando la posibilidad de que el Tesoro pueda utilizar medidas especiales para extenderlo más allá de esa fecha. «Creo que las partes están más cerca de lo que parece», dijo optimista el diputado republicano Charlie Dent, que espera impaciente su oportunidad de votar el fin de la crisis.


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