Cata de vinos en la capital del Rioja
María Gómez Silva
Las bodegas centenarias de Haro son una excelente opción para iniciarse en el mundo de la cata, distinguiendo los aromas, matices, texturas y sabores del vino. Nosotros optamos por Muga, una de las más reconocidas de Rioja por su fidelidad a la tradición
El dios Baco de la mitología romana encontraría su paraíso terrenal en la ciudad riojana de Haro, un lugar consagrado desde hace siglos al mundo del vino. Como «capital del Rioja», este lugar ha atraído a los amantes de los buenos caldos desde siempre. Sin embargo, la oferta de enoturismo ha ido sofisticándose en los últimos años, con instalaciones firmadas por prestigiosos arquitectos de relevancia internacional, spas de vinoterapia, «wine bars», visitas guiadas y cursos de cata. Casi todas las bodegas de referencia ofrecen este tipo de actividades, pero nosotros hemos optado por Muga que, como dijo Isacín Muga Caño -su propietario-, «no es la más grande ni la más antigua de Rioja, pero sí un símbolo de calidad».
La visita se desarrolla en las instalaciones que Muga tiene en el Barrio de la Estación, el distrito de Haro donde históricamente se desarrolló la industria del vino gracias a las posibilidades que ofrecía este medio de transporte. Al tiempo que se recorren las distintas estancias -donde el olor del roble es el gran protagonista-, el guía va desgranando los distintos procesos que se siguen en Muga para la elaboración del vino, desde la vendimia (a mano) a la trasiega, la clarificación o la crianza.
La visita se desarrolla en las instalaciones que Muga tiene en el Barrio de la Estación, el distrito de Haro donde históricamente se desarrolló la industria del vino gracias a las posibilidades que ofrecía este medio de transporte. Al tiempo que se recorren las distintas estancias -donde el olor del roble es el gran protagonista-, el guía va desgranando los distintos procesos que se siguen en Muga para la elaboración del vino, desde la vendimia (a mano) a la trasiega, la clarificación o la crianza.
Precisamente, parte de la singularidad de Muga reside en la preservación de los métodos tradicionales en la elaboración del vino, como la utilización de la madera de roble en los depósitos de fermentación en lugar del acero inoxidable. Por este motivo, es la única bodega española que dispone de tres toneleros y un cubero, encargados de trabajar la madera que dará finalmente ese sabor único y especial a sus vinos (según el tostado que se otorgue a las duelas de madera de la barrica).
También destaca la clarificación, que en Muga se hace con claras de huevo, separadas manualmente de la yema y agregadas al depósito para que arrastre las impurezas.
Tras la visita, llega el momento de la cata, un curso de iniciación lúdico, que comienza con una breve introducción teoórica, tras lo cual se pasa a la apreciación de los olores, los colores y finalmente el gusto de los distintos vinos de la casa, la mejor parte.
Paseos por el viñedo y vuelo en globo
Otra de las actividades que la bodega Muga ofrece a los interesados en el enoturismo es la visita al viñedo de Viña Baltracones. Este lugar situado en las faldas de los Montes Obarenes tiene unas vistas fantásticas y una localización climatológica especial para el culivo de la vid. Muga lo ha enfocado para enseñar los distintos aspectos de la viticultura y complementar la actividad con la cata de dos vinos. Asimismo, la bodega ofrece paseos en globo sobre los viñedos de la zona.
La filosofía de la casa
Manuel Muga, vicepresidente de la empresa familiar, explica que «las visitas son la mejor manera para transmitir la filosofía de trabajo de la casa», motivo por el que, prácticamente desde su fundación, la bodega ha tenido las puertas abiertas al público.
No obstante, Manuel Muga decidió apostar más firmemente por el enoturismo tras un viaje a Napa Valley (California), donde este tipo de actividades estaban más desarrolladas. Entonces, la bodega se lanzó a ampliar las instalaciones con la inauguración en 2008 del espacio Torre Muga, un edificio diseñado para para albergar recepciones, catas y también eventos para empresas.
Dónde comer y qué beber, según Manuel Muga
Pero y después de la visita, ¿dónde se puede comer en Haro? Nada mejor que encomendarse a un «local» para acertar a la hora de decidirse por un restaurante o un vino. En esta ocasión, hemos preguntado a Manuel Muga por sus preferencias en Haro. No sin cierta resistencia («me pones en un compromiso», argumentaba), el vicepresidente de una de las bogegas riojanas más reconocidas nos hizo dos recomendaciones: el restaurante Beethoven, «un clásico en Haro, muy reconocido por la calidad de sus setas» y Las duelas, situado en uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad, el hotel Los Agustinos -antiguo convento fundado en 1373-. En este segundo caso, alabó los postres. Para regar la comida, Muga reconoció que su vino favorito de la casa es el Prado Enea: «Dentro de que es un clásico gran reserva de Rioja, lo hemos sabido evolucionar. Y es muy distinto a lo que se suele encontrar en otros países en cuanto a filosofía y estilo: todo ese esfuerzo de envejecimiento en barrica y luego en botella no se encuentra en casi ningún otro lado del mundo". Asimismo, el Torre Muga es otro un vino que "ha dado muchas alegrías" a la bodega, gracias a su "complejidad, elegancia y finura". No obstante, como vino "de corte un poco más moderno, con menos envejecimiento en barrica, más corpulento y más frutal", se encuentra con mayor competencia en zonas como el Piamonte o Francia, por poner dos ejemplos.
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