LA LME, 'TRADERS' QUE TRABAJAN COMO EN 1877
"God save the ring!": la pelea de gallos en la City que mueve 15 billones al año
La escena es digna de ver. Gente gritándose dentro de un ring, soltando todo tipo de improperios para llamar la atención, señalándose con el dedo. Con las manos hacen gestos incomprensibles, agitan papeles como si les fuera la vida en ello. Hablan por dos teléfonos a la vez y corren por los pasillos como si no hubiera un mañana. La tensión que se respira es inhumana. Si no fuera por sus corbatas y sus trajes de Savile Road uno podría pensar que se encuentra en un ring de boxeo. Y, en efecto, el escenario es prácticamente el mismo. Pero el anillo en realidad es el mayor mercado mundial de metales no ferrosos y el único corrillo que queda vivo en Europa donde las operaciones se hacen exactamente igual que en 1877.
La Bolsa de Metales de Londres (LME, por sus siglas en inglés), situada en el corazón de la City, ha decidido esta semana mantener abierto su histórico ring. A pesar de que la era electrónica ha invadido desde hace ya décadas los parqués de todo el mundo, este anillo delimitado por sus asientos de cuero rojo ha estado funcionando sin interrupción desde el siglo XIX. Los traders se reúnen en él cada día para obtener los mejores precios. Se desgañitan y concentran varias dosis de adrenalina. Cada año, la LME mueve 15 billones de dólares así que hay razones suficientes para quedarse afónico o hacer lo que sea para contentar al cliente.
La bolsa de valores de Hong Kong compró en diciembre de 2012 la LME en una operación de 2.142 millones de dólares (1.640 millones de euros). El mercado chino es el principal consumidor mundial de metales. El acuerdo suponía un nuevo esfuerzo para promover la utilización del yuan como una divisa mundial en el comercio internacional, un objetivo que China está impulsando activamente, y para el que ha designado a Shanghái como futuro mayor centro mundial de comercio y clarificación del yuan para 2015.
Salón principal de la London Metal Exchange. (Reuters)El anillo de la extrema transparencia
Tras la adquisición, Garry Jones, presidente ejecutivo de la LME, llevó a cabo una revisión de la utilidad del ring, pero tras un largo análisis esta semana se anunció, para alivio de sus fans, que el anillo no se cerraba. Peter Childs, el responsable de su funcionamiento, asegura a El Confidencial que ha sido el propio mercado el que ha pedido que se mantenga abierto. “La respuesta fue increíble. Es un mecanismo excepcional para establecer los precios de referencia y realizar las operaciones de los modelos más complejos”, señala.
En definitiva, en una nueva era de la desconfianza a raíz del escándalo Libor, el ring, tras 137 años, resulta ser la técnica menos anticuada gracias a su extrema transparencia vigilada por decenas de micrófonos y cámaras.
En una nueva era de la desconfianza a raíz del escándalo Libor, el ring, tras 137 años, resulta ser la técnica menos anticuada gracias a su extrema transparencia vigilada por decenas de micrófonos y cámarasPero, ¿cómo funciona realmente? El anillo sólo cubre el 5% de todas las operaciones realizadas en la LME. El resto tiene lugar a través de teléfono y la plataforma electrónica. Pero su importancia radica en que establece los precios de referencia, ya que son los propios clientes de todo el mundo los que, a través de los traders, tienen discusiones reales cara a cara. No se mueven por estimaciones como los mercados del Libor y divisas. Actualmente hay 11 firmas representadas. Durante el auge de los años 80 se llegaron a tener hasta las 30 compañías.
La sesión de la mañana es de 11.40 a 13.20 horas. La de la tarde, de 15 a 17 horas. Cada operación dura cinco minutos. Durante ese tiempo, los traders gritan para conseguir los mejores precios y se comunican con las señas autorizadas. Con los dedos indican los últimos dígitos del precio y dependiendo de si ponen la mano arriba o abajo indican puja u oferta. Si hay una voz más alta cuando suena la alarma tienen penalización.
La LME invertirá este año 1,2 millones de euros para actualizar la sala. Principalmente se colocarán nuevas pantallas que muestran los precios de los mercados de comercio electrónico. “Queremos mantener su esencia, pero siempre adaptándonos a los nuevos tiempos”, explica Childs. Desde 2010, también se han aprobado 20 reglas para asegurarse de que el proceso sigue siendo eficiente. Las normas son tan específicas que resultan ininteligibles para el resto de los mortales.
Traders durante una sesión de la LME en julio de 2011 (Reuters)."Aquí todo es real. No puede haber trampas"
La mayoría de los traders son hombres y hay muy pocos que tengan más de 35. Geraldine Bridgewater se convirtió en los 70 en la primera mujer en llegar al corrillo. En su libro, El anillo de la verdad, revela el infierno por el que le hicieron pasar sus compañeros. Pellizcos en el culo e improperios eran algunos detalles de su día a día.
Hoy, los protagonistas aseguran que todo es distinto y el lenguaje es más moderado. Con todo, la puesta en escena no deja de ser un espectáculo. De hecho, el ring está abierto al público. Eso sí, hay que reservar con cuatro semanas de antelación y seguir la reglas protocolarias a la hora de vestir.
Aunque es complicado sacar algún comentario a los Cityboys, uno de ellos asegura de manera anónima que lleva 17 años “peleando” y hasta la fecha, no ha encontrado un método más efectivo para realizar su trabajo. “Aquí no hay números que se puedan cambiar con un ordenador, no hay operaciones ocultas que se realizan en un espacio virtual por manos que nadie ve. Aquí las ventas y compras son reales. No puede haber trampas. No hay nada más transparente. Por todo eso, nunca va a desaparecer. La tensión es brutal, pero acabas acostumbrándote”, explica. El grito de guerra que dedica a su despedida no puede ser más significativo: “God save the ring!”.
La Bolsa de Metales de Londres (LME, por sus siglas en inglés), situada en el corazón de la City, ha decidido esta semana mantener abierto su histórico ring. A pesar de que la era electrónica ha invadido desde hace ya décadas los parqués de todo el mundo, este anillo delimitado por sus asientos de cuero rojo ha estado funcionando sin interrupción desde el siglo XIX. Los traders se reúnen en él cada día para obtener los mejores precios. Se desgañitan y concentran varias dosis de adrenalina. Cada año, la LME mueve 15 billones de dólares así que hay razones suficientes para quedarse afónico o hacer lo que sea para contentar al cliente.
La bolsa de valores de Hong Kong compró en diciembre de 2012 la LME en una operación de 2.142 millones de dólares (1.640 millones de euros). El mercado chino es el principal consumidor mundial de metales. El acuerdo suponía un nuevo esfuerzo para promover la utilización del yuan como una divisa mundial en el comercio internacional, un objetivo que China está impulsando activamente, y para el que ha designado a Shanghái como futuro mayor centro mundial de comercio y clarificación del yuan para 2015.
Salón principal de la London Metal Exchange. (Reuters)El anillo de la extrema transparencia
Tras la adquisición, Garry Jones, presidente ejecutivo de la LME, llevó a cabo una revisión de la utilidad del ring, pero tras un largo análisis esta semana se anunció, para alivio de sus fans, que el anillo no se cerraba. Peter Childs, el responsable de su funcionamiento, asegura a El Confidencial que ha sido el propio mercado el que ha pedido que se mantenga abierto. “La respuesta fue increíble. Es un mecanismo excepcional para establecer los precios de referencia y realizar las operaciones de los modelos más complejos”, señala.
En definitiva, en una nueva era de la desconfianza a raíz del escándalo Libor, el ring, tras 137 años, resulta ser la técnica menos anticuada gracias a su extrema transparencia vigilada por decenas de micrófonos y cámaras.
En una nueva era de la desconfianza a raíz del escándalo Libor, el ring, tras 137 años, resulta ser la técnica menos anticuada gracias a su extrema transparencia vigilada por decenas de micrófonos y cámarasPero, ¿cómo funciona realmente? El anillo sólo cubre el 5% de todas las operaciones realizadas en la LME. El resto tiene lugar a través de teléfono y la plataforma electrónica. Pero su importancia radica en que establece los precios de referencia, ya que son los propios clientes de todo el mundo los que, a través de los traders, tienen discusiones reales cara a cara. No se mueven por estimaciones como los mercados del Libor y divisas. Actualmente hay 11 firmas representadas. Durante el auge de los años 80 se llegaron a tener hasta las 30 compañías.
La sesión de la mañana es de 11.40 a 13.20 horas. La de la tarde, de 15 a 17 horas. Cada operación dura cinco minutos. Durante ese tiempo, los traders gritan para conseguir los mejores precios y se comunican con las señas autorizadas. Con los dedos indican los últimos dígitos del precio y dependiendo de si ponen la mano arriba o abajo indican puja u oferta. Si hay una voz más alta cuando suena la alarma tienen penalización.
La LME invertirá este año 1,2 millones de euros para actualizar la sala. Principalmente se colocarán nuevas pantallas que muestran los precios de los mercados de comercio electrónico. “Queremos mantener su esencia, pero siempre adaptándonos a los nuevos tiempos”, explica Childs. Desde 2010, también se han aprobado 20 reglas para asegurarse de que el proceso sigue siendo eficiente. Las normas son tan específicas que resultan ininteligibles para el resto de los mortales.
Traders durante una sesión de la LME en julio de 2011 (Reuters)."Aquí todo es real. No puede haber trampas"
La mayoría de los traders son hombres y hay muy pocos que tengan más de 35. Geraldine Bridgewater se convirtió en los 70 en la primera mujer en llegar al corrillo. En su libro, El anillo de la verdad, revela el infierno por el que le hicieron pasar sus compañeros. Pellizcos en el culo e improperios eran algunos detalles de su día a día.
Hoy, los protagonistas aseguran que todo es distinto y el lenguaje es más moderado. Con todo, la puesta en escena no deja de ser un espectáculo. De hecho, el ring está abierto al público. Eso sí, hay que reservar con cuatro semanas de antelación y seguir la reglas protocolarias a la hora de vestir.
Aunque es complicado sacar algún comentario a los Cityboys, uno de ellos asegura de manera anónima que lleva 17 años “peleando” y hasta la fecha, no ha encontrado un método más efectivo para realizar su trabajo. “Aquí no hay números que se puedan cambiar con un ordenador, no hay operaciones ocultas que se realizan en un espacio virtual por manos que nadie ve. Aquí las ventas y compras son reales. No puede haber trampas. No hay nada más transparente. Por todo eso, nunca va a desaparecer. La tensión es brutal, pero acabas acostumbrándote”, explica. El grito de guerra que dedica a su despedida no puede ser más significativo: “God save the ring!”.
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