Fernando Verdasco dio la sorpresa del Master 1.000 de Miami al derrotar aRafael Nadal por 6-4, 2-6 y 6-3 y confirmó que el de Miami se está convirtiendo en un torneo maldito para el mallorquín. Nadal, que buscaba su primer titulo en Florida tras once participaciones y cuatro finales (2005, 2008, 2011 y 2014), fue incapaz de remontar un partido que se le puso cuesta arriba desde que regaló el primer set con dos breaks. Tras 2 horas y 15 minutos de partido, Verdasco se clasificó para los octavos, donde podría volver a enfrentarse a otro compatriota si esta noche Guillermo García López gana al argentino Juan Mónaco.
Hay torneos que se resisten incluso a los más grandes del deporte en cuestión. John Stockton jamás ganó un anillo de la NBA, ni Lothar Matthäus se retiró justo un año antes de que su Bayern ganara la Champions League que él nunca pudo levantar. Resulta casi increíble que Rafa Nadal, un devorador de récords y de trofeos, nunca mejor dicho, lleve toda su carrera sin haber conseguido hincar el diente en el título del Master 1.000 de Miami. Los motivos del por qué de esta negativa tradición no están claros. Lo que sí es evidente es que Rafa estámuy lejos de encontrarse a sí mismo, de volver a ser ese gran jugador que arrasaba en la mayoría de torneos que disputaba. Tenía la medida muy bien tomada a Verdasco, e incluso eso lo ha perdido.
Se trató de un partido en el que el factor mental fue vital, con subidas y bajadas del estado de ánimo de ambos jugadores, especialmente Verdasco, que llegaba con la losa de haber ganado sólo uno de los 14 partidos que había ante Nadal, aunque ese uno fuera el último, disputado en el Master 1.000 de Madrid de 2012. La cabeza de Verdasco es una montaña rusa de emociones difíciles de controlar y de predecir. Igual acumula tres o cuatro saques directos a la red y a continuación deja tieso a su adversario con tres derechas ganadoras que le dan un set. Esa evolución se plasmó tal cual en el tercer y último set.
El madrileño se podía despedir del partido por la mente, pero al final lo ganó por la mente. Esa teórica incongruencia tiene su explicación. Como decimos, los primeros compases del último set fueron un despropósito de Verdasco. Comenzaba sacando para olvidar la manga que había perdido con sencillez. Necesitaba buenos primeros saques para autoconvencerse de que podía. Pero no entraba la bola. Sumó una doble falta y cerca estuvo de la segunda. Pero le entró y a partir de ahí, se le cambió el dubitativo rostro por uno que desprendía seguridad y confianza. Fue sumando golpes ganadores de tal manera que mediado el set ya había acumulado más que en todo el primero, que también ganó.
Dos buenos puntos de Nadal habrían acabado de desquiciar a Verdasco. Pero Nadal no tuvo dos buenos puntos consecutivos. No ganó prácticamente ni un juego con comodidad, sólo alguno en el set que se apuntó. Pero cuando surgieron las complicaciones, no encontró solución alguna al vendaval que se le estaba viniendo encima. Su puño se apretaba más veces por los escasos fallos del contrario que por aciertos meritorios propios. Cuando lo tenía a merced para finalizar la faena, Rafa no entró a matar. Y la duda ahora que surge es si no se sintió capaz de ir a matar, o bien si ya no le dan las fuerzas. Este batacazo de Miami en su segundo partido en el torneo es uno más en el mal año del balear. Y a la vuelta de la esquina está Roland Garros…
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