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China acapara todas las miradas. Y es normal, porque no ocurre todos los días que la bolsa de la segunda mayor economía del mundo se despeñe más de un 30% en menos de dos meses y vea esfumarse 3 billones de dólares en la valoración bursátil de sus compañías. Pero conviene tener cierta ubicuidad porque, por mucho que el gigante asiático proyecte una sombra muy alargada, los problemas no se quedan dentro del territorio chino. Se propagan a las materias primas y a los países más vinculados a ellas, configurando uno de esos movimientos tectónicos con capacidad de agitar los cimientos de la economía mundial y de sembrar el terreno para un nuevo verano caliente en los mercados mundiales.
¿Exagerado? No lo parece si se tiene en cuenta que, además de China, incumbe a Brasil, Rusia, Canadá, Australia, Noruega o Chile, por citar a los países más relevantes de la lista, y a más del 25% del Producto Interior Bruto (PIB) mundial.
El movimiento, que ya lleva varias semanas en marcha, se aceleró este lunes. El índice bursátil chino CSI 300 se desplomó un 8,5%, hasta los 3.819 puntos, en su peor sesión desde 2007. Interrumpió así de un plumazo la reacción que había mostrado en las últimas semanas al abrigo de las extraordinarias medidas de soporte instauradas por las autoridades chinas.
Semejante varapalo desató de nuevos los temores sobre el enfriamiento de la economía china. Aunque los datos oficiales recogieron un crecimiento del 7% en el segundo trimestre, otras fuentes matizan que, en realidad, el ritmo al que se expande el motor chino ronda el 4%.
Pese a que esta conexión con el frenazo de la economía obvia que las cotizaciones se habían disparado más de un 100% entre comienzos de 2014 y junio de este año, lo cierto es que actúa como espoleta del contagio. El efecto dominó está servido porque como China es uno de los principales consumidores de materias primas, estas ven caer su precio; y como su precio cae, los países que las producen se inquietan y esta inquietud se filtra a los mercados, que como temen que esas economías se debiliten y que sus autoridades tengan que adoptar medidas -como bajar los tipos de interés- para mitigar esos impactos, ven cómo sus divisas pierden valor.
Y aún hay más. Junto a China, en el escenario se cuela otro sospechoso habitual de agitar las aguas de las materias primas y las divisas. Se trata de la Reserva Federal (Fed) estadounidense. Como ya se vio en 2013 y 2014, cuando la retirada de sus estímulos más extraordinarios nutrió la volatilidad en los mercados, cualquier paso que anuncia hacia una normalización de las condiciones monetarias exacerba el nerviosismo entre los inversores. Y con en julio su presidenta, Janet Yellen, ha confirmado su intención de subir los tipos de interés en EEUU "en algún momento de 2015", los impactos no se han hecho esperar. Por un lado, fortaleciendo al dólar; y por otro, contribuyendo a las caídas de las materias primas, a las depreciaciones de las divisas commodities -las de aquellos países más vinculados a las materias primas- y a las dudas de los mercados emergentes.
En este contexto, la reunión de política monetaria que la Fed celebrará este lunes y martes será muy seguida por los inversores. No se esperan cambios en los tipos, que permanecerán en el 0-0,25% en el que se encuentran desde diciembre de 2008, pero sí que la entidad dé pistas acerca de si piensa subirlos en la siguiente cita, que tendrá lugar los días 16 y 17 de septiembre.
Petróleo, cobre, peso mexicano, corona noruega...
Este es el engranaje que está en marcha en los mercados, y que deja huellas por todos los lados. En las materias primas, el barril de petróleo Brent, de referencia en Europa, se abarató más de un 1,5%, hasta los 53,7 dólares, en tanto que el barril estadounidense WTI reculó más de un 1%, hasta los 47,6 dólares. En cuanto al cobre, cedió otro 1%, hasta los 2,35 dólares por libra o 5.180 dólares por tonelada. El oro cayó un 0,2%, hasta los 1.096 dólares. Y en las materias primas agrícolas, el trigo cedió casi un 2%; la soja, un 3%; y el maíz, más de un 4%. Combinados, estos descensos provocaron que el índice de materias primas de Bloomberg cayera este lunes hasta su nivel más bajodesde 2002.
Canadá y Australia, temiendo el impacto de la caídas de las materias primas en su economía, ya han rebajado los tipos de interés dos veces en 2015
El retroceso de las materias primas, acentuado este lunes pero que se remonta a los últimos meses, tiene su reflejo en las divisas commodities. El dólar canadiense, la corona noruega, el dólar australiano o el peso chileno se han depreciado en las últimas sesiones hasta sus cambios más bajos del último lustro contra el dólar estadounidense. Y no son los únicos, ni los que han caído más, puesto que el peso mexicano ha descendido hasta los 16,3 pesos, su mínimo histórico contra el billete verde.
En la debilidad de varias de estas monedas ya se han dejado notar lasmedidas a contrarreloj que están adoptando sus autoridades para contener el impacto que el abaratamiento de las materias primas ya está teniendo en sus economías. Canadá ya ha bajado los tipos dos veces en 2015, para llevarlos del 1 al 0,5%; Australia también ha abaratado el precio del dinero dos veces, para situarlo en el mínimo histórico del 2%; y Nueva Zelanda recortó los tipos la semana pasada hasta el 3%.
Eso sí, como muestra del nerviosismo que China provocó este lunes en los mercados, la divisa más fuerte de la jornada fue el euro. Confirmó así su condición de divisa de financiación -o para hacer carry trade-, una realidad que desemboca en que se debilita cuando reina la confianza y que se aprecia cuando retorna la desconfianza. Y esto segundo fue lo que ocurrió este lunes. "El euro es la divisa clave cuando el sentimiento es débil", constata John Hardy, estratega de divisas de Saxo Bank. Como consecuencia, la moneda única se revalorizó un 1,2% contra el dólar, hasta los 1,111 dólares, y un 0,7% contra el yen, hasta los 137 yenes.
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