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Hay una realidad en el ciclismo actual y es que cada vez se está convirtiendo en un deporte más duro. Si ya lo era, probablemente siempre ha sido el más duro de todos, ahora lo es incluso más. La necesidad de que cada vez sea más atractivo, de que el telespectador no aproveche las etapas de las grandes vueltas para echarse una dulce siesta, y de que los ciclistas se superen día tras día, año tras año y si lo hacen limpios, pues mejor. De esta manera, la acumulación de kilómetros en las piernas de los corredores es mayor, los puertos son más y más empinados. Por ello, luchar en dos grandes competiciones se hace casi imposible. Mucho más, ganarlas.
Alberto Contador tiene todavía un año más de carrera, al menos según dijo él mismo hace un tiempo. Se retirará en 2016 porque quiere disfrutar de otras cosas que no sea la bici, la carretera, la montaña. Desea estar con su familia, aprovechar su tiempo libre y después, buscar algo a lo que dedicar el resto de su vida y probablemente, lejos del ciclismo. Pero hasta que llegue el fin de la temporada 2016 y Contador se baje definitivamente de la bicicleta, quiere pasar a la historia como uno de los más grandes de todos los tiempos y, para él, eso se consigue ganando Giro y Tour en una misma temporada.
Pero para ganar el Giro, Contador gastó muchas más energías de las que quizás debió emplear. Ni Fabio Aru ni Mikel Landa, notable sorpresa de la ronda italiana, estaban en realidad capacitados para disputar el triunfo por la general con un Contador en plenitud de forma. Y quizás por ello, por su evidente superioridad sobre los demás, no merecía la pena evidenciarlo tanto como en la etapa 18ª de la corsa rosa, cuando atacó a falta de 50 kilómetros teniendo una gran ventaja en la general, sacando apenas un minuto. Esedespilfarro de energías le ha mermado en el Tour y casi le cuesta el propio Giro.
Contador fue, junto a Chris Froome, el que mejor salió, de largo, de la complicadísima semana inicial. Sobrevivió incluso al pavé, donde el año pasado se despidió del amarillo. Sufrió algo más en el Muro de Huy, pero aun así, las diferencias no eran siderales, sino remontables. Pero ninguno de esos días se le vio con frescura, su cara reflejaba cansancio e incluso su baile encima de la bici no era en absoluto alegre. Cuando llegó la montaña, su verdadero terreno, se vino abajo.
Froome no ganó el Giro. Nibali tampoco, lo hizo antes de ganar el Tour. Quintana ganó el Giro y no corrió el Tour. Por el criterio de Contador, ninguno de ellos pasará a la historia, o si lo hacen, será de otra forma muy distinta. Pero cualquiera de ellos ha tenido mayor protagonismo en alguna etapa del que ha podido tener Contador, que no ganará el Tour, ni siquiera estará cerca de aspirar al podio. El propio Valverde, sin un ciclismo espectacular, se ha mostrado muy superior al madrileño. Cuando era tiempo de atacar (Contador dijo que su mejor versión llegaría en los Alpes), lo hizo a mucha distancia del final, sin ninguna posibilidad de éxito. Después, ese esfuerzo no le ha permitido seguir los ataques de los favoritos.
Contador se preparó esta temporada para luchar por Giro y Tour, y ganarlo para él era como una única victoria. Si no pospone su retirada, sólo le queda una ocasión más para hacer el doblete. Al primer intento, Contador se ha dado cuenta de que ese reto está hecho para superhéroes, como Indurain o Pantani.¿Es él un superhéroe?
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