El Gobierno ha movido sus peones para calmar a los grupos mediáticos que se sintieron ofendidos por el apagón de varios canales de televisión digital. En busca de la pax audiovisual de la que dio cuenta El Confidencial el pasado 9 de enero, Soraya Sáenz de Santamaría se ha desplazado a Barcelona para mantener una reunión privada con José Manuel Lara, también con el fin de hacerle ver el peligro que supone alimentar a la izquierda radical desde los medios de comunicación del Grupo Planeta.
La cita tuvo lugar el pasado 12 de enero. La vicepresidenta del Gobierno fue a la Ciudad Condal acompañada de José Manuel Soria, ministro de Industria, el responsable de la remodelación del mapa audiovisual en España. Ambos acudieron al despacho de Lara, situado en la Avenida Diagonal, en un encuentro en el que el magnate mediático demostró tener una visión muy clara de la situación del sector y de España.
Más allá de cuestiones protocolarias, el fondo de la reunión era saber los planes editoriales del grupo, propietario de medios como Antena 3, Onda Cero, laSexta y La Razón, ante un año electoral en el que el PP y los poderes fácticos se juegan muchos intereses cruzados. Según fuentes conocedoras de la conversación, Santamaría y Soria se comprometieron a buscar de forma inmediata la fórmula para compensar a las televisiones por la eliminación de nueve canales de televisión, tres de los cuales –Nitro, Xplora y laSexta 3– son del grupo Atresmedia (Planeta).
El Gobierno le insistió en que no puede hacer nada contra la decisión delTribunal Supremo de revocar las concesiones dadas durante la etapa de Zapatero sin concurso público, pero que sí podrá licitar nuevas licencias y buscar fórmulas para que las televisiones no pierdan otras ocho frecuencias que están en el alero y pendientes de un fallo del Alto Tribunal. Esta es la reparación ofrecida a Lara por la número dos de Moncloa, deseosa de obtener un mejor tratamiento informativo en laSexta, la televisión más crítica contra el Ejecutivo de Mariano Rajoy.
Sáenz de Santamaría le expuso su preocupación por el apoyo que los informativos de esta cadena y los programas de debate y actualidad política le dan a Podemos. Un fenómeno que al PP le vino muy bien en un principio porque debilitaba claramente al PSOE, pero que ahora se ha convertido en una alternativa real que amenaza con provocar un tsunami en el Parlamento. La vicepresidenta le hizo ver que el éxito del grupo liderado por Pablo Iglesias no sólo impactará en la estabilidad del Congreso, sino que también sería perjudicial para los intereses de los empresarios.
Una incertidumbre creciente que, además de tener un efecto demoledor en la configuración del arco parlamentario nacional, también puede tener consecuencias en Cataluña. Lara escuchó las plegarias de Sáenz de Santamaría y de Soria, con el que hasta la fecha tenía una relación fría.
En relación con el proceso soberanista de Artur Mas, el Gobierno también se interesó por la posición de los medios de comunicación de Lara y su intención de tomar una participación relevante en El Periódico, un diario vinculado tradicionalmente a la izquierda catalana cuya línea editorial puede tener una relevancia significativa en un momento crucial para la estructura del Estado.
Las pérdidas del Sabadell
El escenario político es complicado, como lo es la situación financiera del Grupo Planeta, que se ha visto obligada en dos ocasiones a refinanciar una deuda de cerca de 1.500 millones de euros. El holding no ha hecho públicos los últimos resultados anuales, donde debería reconocer unas pérdidas de casi 400 millones por su fallida inversión en Banco Sabadell. Ni la corporación ni las sociedades instrumentales a través de las cuales tomó hasta un 7% de la entidad financiera han enviado al registro mercantil los balances desde 2012.
Sin embargo, la decisión de Isak Andic, dueño de Mango y socio de Lara en Sabadell, de hacer un impairment de la inversión –el empresario textil ha perdido 361 millones– pone a Hemisferio, el brazo financiero del editor catalán, en una situación próxima a la disolución. Un panorama poco halagüeño que el Gobierno podría suavizar si le concede una de las licencias de explotación del AVE que Planeta ha solicitado ante la próxima liberalización del ferrocarril.
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