Poeta y empresaria. Cabeza de lista de Podemos Asturies al Congreso de los Diputados
"Para la remontada basta con recordarle a los asturianos su cabezonería, ejercida con dignidad y heroicidad"
La cabeza de lista al Congreso de Podemos Asturias, que reivindica la labor de Somos Oviedo, señala que las listas están integradas por gente normal de la sociedad civil que ha dicho: "Mira, hasta aquí"
MARTES 15 DE DICIEMBRE DE 2015
El otro día, en un chat con lectores de un diario, uno de ellos le advirtió de que no la iba a votar por ser poeta, y que otros tampoco lo harían. ¿Qué puede haber de incompatible entre escribir poesía y hacer política?
Eso nos tiene que llevar a pensar qué no ha estado haciendo bien la poesía o más bien qué no ha sabido trasladar o hacer. Quizás no haya sabido trasladarle a la sociedad la capacidad del lenguaje poético para hablar de lo que nos afecta y la gente sólo te entienda como la que está regando geranios en la ventana, como dijo Emilio Alarcos. Yo entiendo que la poesía no es eso, sino un compromiso con aquello que nos parece importante decir, que nos parece urgente compartir porque nos asombra o nos indigna. Y no veo ningún conflicto entre eso y la política, al contrario: la poesía es la mejor herramienta que tenemos para las consignas en las manifestaciones. Tiramos de recursos poéticos a la hora de escribir lemas porque funcionan bien. Lo que busca, al final, la poesía, es la mayor precisión en el lenguaje, y quizás por eso choca con la política. Pero no debería. La política debería ser también lo más precisa posible en aquello que se quiere trasladar desde la ciudadanía hasta las instituciones y desde las instituciones hasta la ciudadanía para no perderse en un lenguaje gremial que nos excluye de decisiones que nos afectan. Hay también cierto rechazo hacia la cultura; la concebimos al margen de la sociedad y no como un bien de primera necesidad que nos compone y nos conforma. Las decisiones que tomamos, lo que pensamos, viene determinado en gran parte por nuestro bagaje y nuestras posibilidades culturales. Es más: a la vista de todo lo que ha pasado deberíamos desconfiar más de quien venga del ámbito de la economía que de quien venga del ámbito de la poesía.
Eso nos tiene que llevar a pensar qué no ha estado haciendo bien la poesía o más bien qué no ha sabido trasladar o hacer. Quizás no haya sabido trasladarle a la sociedad la capacidad del lenguaje poético para hablar de lo que nos afecta y la gente sólo te entienda como la que está regando geranios en la ventana, como dijo Emilio Alarcos. Yo entiendo que la poesía no es eso, sino un compromiso con aquello que nos parece importante decir, que nos parece urgente compartir porque nos asombra o nos indigna. Y no veo ningún conflicto entre eso y la política, al contrario: la poesía es la mejor herramienta que tenemos para las consignas en las manifestaciones. Tiramos de recursos poéticos a la hora de escribir lemas porque funcionan bien. Lo que busca, al final, la poesía, es la mayor precisión en el lenguaje, y quizás por eso choca con la política. Pero no debería. La política debería ser también lo más precisa posible en aquello que se quiere trasladar desde la ciudadanía hasta las instituciones y desde las instituciones hasta la ciudadanía para no perderse en un lenguaje gremial que nos excluye de decisiones que nos afectan. Hay también cierto rechazo hacia la cultura; la concebimos al margen de la sociedad y no como un bien de primera necesidad que nos compone y nos conforma. Las decisiones que tomamos, lo que pensamos, viene determinado en gran parte por nuestro bagaje y nuestras posibilidades culturales. Es más: a la vista de todo lo que ha pasado deberíamos desconfiar más de quien venga del ámbito de la economía que de quien venga del ámbito de la poesía.
Ya vemos que no le ha supuesto ningún conflicto pasar del lenguaje poético al político.
Quizá lo único que echo en falta sea la ironía, el sarcasmo, que en mi vida uso un montón. Pero ahora soy consciente de que eso puede generar unas barreras que es injusto levantar cuando estás tratando temas que nos afectan a todas y todos. Es necesario dejar eso a un lado. Hacer chistes desde tribunas en las que todo el mundo te va a escuchar me parece irresponsable. Hay otros espacios y yo tengo la suerte de tenerlos para hacer eso que me parece de vital importacia, pero aquello de lo que estamos hablando es demasiado serio como para andar con bromas.
El crítico y bloguero Alberto Olmos la ha descrito como "una Labordeta contemporánea". ¿Elogio o como crítica? Viniendo de Olmos, nunca se sabe...
Nunca se sabe, no (risas). Precisamente por eso lo voy a tomar como un elogio. Me gusta pensar, ahora que se habla tanto de la mochila y que parece que quienes venimos de otros ámbitos distintos a la política no la tenemos, que a mí la mochila me pesa muchísimo. La de la conciliación familiar y la crianza; la de llevar nueve años sacando adelante una pyme; la de mi compromiso con la cultura y la de defender este programa que es el trabajo de muchisísimas personas. Pesa una Parece que quienes venimos de ámbitos distintos a la política no tenemos mochila; a mí me pesa muchísimobarbaridad, y por eso se nota muchas veces el cansancio, pero yo creo que el hecho de que yo, o Pablo Iglesias, o quien sea, estemos cansados no tiene ninguna importancia. No pasa nada por no salir guapos en todas las fotos. Es más: no es mala señal. Digo todo esto a cuento de que Labordeta es famoso porque llevaba una mochila. Yo también la llevo, y otros también la llevan, y me hace ilusión que Olmos me compare con él también porque una lectura que me ha acompañado este año son las cartas que Sol Acín, la hija de Ramón Acín, el anarquista de Huesca, se escribía con Labordeta, y porque muchas veces me sentía tremendamente identificada con la ingenuidad clarividente, por así decir, de Sol en esas cartas. Vuelvo a usar el término asombro: contemplar ciertas dinámicas propias de la democracia representativa que pensamos que son normales cuando no deberían serlo y que no ocurra nada me sigue sorprendiendo. Hay que explicar que la democracia representativa puede funcionar de otra manera.
Por lo inédito de esa "otra manera", se ha mirado con lupa cada paso en los procesos de Podemos, y en especial en unas candidaturas en las que inicialmente no sonaba. ¿En algún momento usted se ha sentido segundo plato, tras el descarte de posibles cabezas de lista como Gerardo Iglesias?
No. Pertenezco desde su fundación al Consejo Ciudadano de Xixón. Mi vinculación ha sido directa y con una parte de organicidad implícita. Lo que se ha trabajado desde el Consejo Ciudadano autonómico en diálogo con el Consejo Ciudadano estatal y desde la secretaría general autonómica ha sido para configurar la mejor lista posible. Hemos tenido un proceso en el que se ha votado con circunscripción única, que es evidente que es algo que puede ser criticable y que hay que revisar, porque ha producido discrepancias y cierto jaleo, pero el camino se hace andando y tan importante como ir dando pasos es estar alerta a los errores e ir corrigiéndolos. Tenemos que encontrar una opción mejor, pero desde esa votación de circunscripción única yo me siento tremendamente respaldada, porque fueron más de 36.000 votos. Además, no nos parece que se trate de quiénes vamos. Siempre hemos dicho que éste no es un proyecto de personas sino de una colectividad, y yo me sentiría igual de involcurada y entusiasta con esta campaña si fueran otras personas y no yo quienes la protagonizasen. Quizás incluso estaría más comoda por aquello de no salir en los carteles, que tengo que confesar que es una cosa que no me hace mucha gracia. Yo soy simplemente una portavoz encargada de transmitir lo que hemos decidido entre todas y todos.
Pero ¿es consciente de que lo que la gente ve al mirar esos carteles es algo bastante inusual en política? Su cara, su aspecto, su juventud, su frescura, el hecho de que sea mujer y poeta y venga de la cultura, ¿cree que aportó un plus de imagen, un valor añadido para ser elegida?
Quiero pensar que lo que se entiende es que somos gente normal. Yo no llevo desde los 16 años en el aparato de un partido. Nadie en Podemos somos personas de aparato como puedan serlo otras candidatas que se presentan por Asturies. En mi caso se ha valorado venir del ámbito de la cultura igual que el hecho de ser madre, yo no diría que joven, aunque si miramos la media actual, quizás si lo sea. También el hecho de venir de una experiencia laboral que ha implicado un esfuerzo, como para tantas personas que han aguantado desde antes de la denominada crisis con una pyme en Asturies y que se merecen bastantes alabanzas, porque me parece realmente una heroicidad. Sí, todo eso puede o debe resultar distinto. Somos gente normal de la sociedad civil que ha dicho: «Mira, hasta aquí». Preferiríamos, yo preferiría, no tener que estar en las instituciones, pero son muchos años ya los que hace que no nos escuchan.
Que alguien manifieste esa especie de reticencia, esa conciencia de los inconvenientes del servicio en política, es ciertamente inhabitual en plena campaña...
Bueno, tampoco se trata de ir de mártir… Para mí es un orgullo estar defendiendo algo de lo que hay tantísima gente con tanta capacidad, tantísimo trabajo, detrás. Nuestro programa no es un programa que aterrice desde una comunidad de expertos desvinculada de las realidades a las que quieren dirigirse. Esto surge de una convicción de que hay que cambiar las cosas y cada persona ha colaborado en lo que sabe mucho. Eso, a la fuerza tiene que funcionar, y nosotros hemos estudiado bien las cosas para garantizar que funcione. Tenemos una memoria económica que nos permite demostrar que las cosas se pueden hacer de otra manera, y a mí me enorgullece mi participación en todo ello. Pero sí, yo no dejo de Nuestro programa no es un programa que aterrice desde una comunidad de expertos desvinculada de la realidadpensar que mi vida y mi trabajo me gustan mucho y que lo que no me gusta es el mundo en el que se desenvuelven; y no es que sienta que el mundo me ha empujado a hacer esto, pero sí que mi manera de ver las cosas y un ejercicio de coherencia personal me han llevado a considerar que ahora mismo no me puedo poner de lado. No podía no aceptar. Pero no por eso dejaré de entender la política como un servicio. La única manera de que esto tenga sentido es que haya un relevo constante, porque necesitamos estar arraigados en nuestra vida y en la realidad para transmitir eso a las instituciones. Quienes llevan 25 años o más encadenando puestos de representación, ¿qué están representando? ¿Cuánto hace que su vida no está vinculada a las instituciones? ¿Qué sentido tiene tener instituciones desvinculadas de la realidad?
¿Teme eso, que la maquinona institucional la pueda aislar? ¿Cree que Podemos tiene suficientes garantías para no ensimismarse?
Hay que estar alerta para evitarlo. Cuando entré por primera vez en la Junta General vi aquel edificio que, como todos los edificios muy grandes, está pensado para que uno se sienta muy pequeño, muy poca cosa para poder cambiar lo que allí está pasando, y que al mismo tiene unas alfombras muy buenas, muy gruesas y muy mullidas para hacer que te parezca que no sólo no vas a poder cambiar nada sino que tienes que dar las gracias por estar ahí. Es necesario que en esos espacios en los que funciona esa maquinaria perversa de desconexión con la realidad uno no se limite a mirar mucho por la ventana, sino que salga y se siente en las escaleras.
Hablaba del fuerte debate sobre las circunscripciones. A la vista de esas dinámicas, ¿cree que los diputados asturianos gozarán de la suficiente autonomía como para defender los intereses de su territorio?
Sí, porque en Asturies, cuando tuvimos nuestro proceso interno para las autonómicas también se optó por una circunscripción única, pero luego a la hora de las elecciones hay tres y me parece que las personas que salieron elegidas por el Occidente y el Oriente están representando muy bien los intereses de sus zonas. No me parece que tengamos por qué perder esa autonomía. Hace poco me preguntaban en una entrevista cuál era la cualidad que mejor me definía, mi mayor defecto y mi mayor virtud, y yo respondí lo mismo: la cabezonería, que incluso se puede entender como una voluntad de indisciplina según hacia qué. Yo creo que sé de dónde soy, dónde voy a seguir viviendo y dónde quiero que crezca mi hijo, que es en Asturies, y tengo claro que ése es el territorio al que voy a defender en el Congreso. Tengo una clara idea de cómo quiero, queremos, que sea el futuro para Asturies: para empezar, que tenga un futuro y gente joven, que los jóvenes emigrados vuelvan, que no se dé la situación de que de mi generación, que es la del baby boom, pero que apenas se ve por las calles, algo que afecta también al resto del Estado. Por lo demás, hay en Podemos una intención clara de entender el Estado desde la pluralidad y la diversidad, por lo que creo que sí vamos a tener esa capacidad de decisión.
¿Se pone a usted misma un límite a los años que será diputada?
No, yo tengo tan claro que esto es una cuestión puntual. No me planteo otra cosa que estar cuatro años. Insisto: esto no lo hace uno solo, sino que somos una colectividad, y se ve en todo lo que hacemos.
Habla de colectividad, pero en Podemos también hay bloques, familias, sectores, sensibilidades. A usted no se la encuadra con claridad en ninguno de ellos. ¿Es un electrón libre o se siente parte de algún grupo concreto?
Me gusta eso de electrón libre, pero vamos a ponerlo fácil: sería un verso libre (risas). Y esa libertad me la da precisamente no incrustarme, por así decir, en ninguna de esas sensibilidades o líneas, mejor que familias. Y no pasa nada: este proyecto se puede entender de muchas maneras y es preciso escucharlas todas, también aquí. Me he preocupado de tener contacto con las secretarías generales de cada conceyu para ver cuáles son las realidades que se viven en cada uno, y no es lo mismo tenerla a través de las candidaturas de unidad popular que impulsa Podemos representación en los Ayuntamientos que no tenerla. Como, además, estamos empezando a caminar, tenemos que escucharnos los unos a los otros con mucha más atención. También creo que lo deseable sería que poco a poco vayamos siendo capaces de encontrar un entendimiento en el que por otra parte exista la posibilidad de que todos y todas seamosversos libres. Pero bueno, Podemos surge en el sistema en el que vivimos, nuestro sistema es patriarcal y es capitalista. Nosotros planteamos una batalla continua para evitar que esos mecanismos sutiles del sistema nos impregnen, pero sería totalmente ingenuo pensar que estamos libres de ello. Nuestra diferencia es que pensamos en ello y peleamos contra ello, contra la posibilidad de dejarnos arrastrar por esas dinámicas en que nos hemos educado todos y todas.
Ha mencionado los Ayuntamientos. Lo sucedido en Gijón y Oviedo, haber tocado poder real estos últimos meses, ¿les favorece o les perjudica? ¿Suma o resta en sus expectativas electorales?
Oviedo es una ciudad distinta desde finales de mayo, una ciudad mucho mejor en la que la vicealcaldesa Ana Taboada cogobierna con la ciudadanía y hay participación directa y entusiasmo. A los plenos asiste mucha gente de la sociedad civil y además la propia configuración del Gobierno demuestra la sensatez, la Oviedo es una ciudad distinta desde finales de mayo, una ciudad mucho mejorgenerosidad y las ganas de cambio que ha tenido Somos Uviéu. Es un orgullo. Gijón también es una ciudad distinta desde finales de mayo, porque es verdad que se mantiene en el Ayuntamiento la alcaldesa que había hace cuatro años y su formación fue la más votada, pero me parece que se está funcionando de otra manera y que se está escuchando a la ciudadanía. Desde Xixón Sí Puede se está haciendo un buen trabajo que se inició en el momento en que se plantearon líneas rojas con respecto a cosas en las que no se puede ir de la mano. Por lo tanto Gijón es otro orgullo, y hay muchos más municipios que están demostr1ando eso. También podemos hablar, a nivel del Estado, de Barcelona y de Madrid. Me atrevería a decir que, aunque los niveles de contaminación en Madrid son los que son —los de aquí, por cierto, con la diferencia de que nosotros no tenemos el mismo volumen de tráfico y por lo tanto tendríamos que preocuparnos mucho más de lo que hay—, podemos decir de manera metafórica que en Madrid se respira mucho mejor desde mayo.
A propósito de contaminación, ¿cómo encajan el apoyo a las comarcas mineras con la sensibilidad hacia los problemas medioambientales que plantea en concreto el carbón?
Tenemos un plan de transición energética pensado para la supervivencia de las personas, la de su salud, su empleo, su poder adquisitivo, etcétera. Ese plan se apoya en las energías renovables y precisa también en otras energías de refuerzo. Pero no es sólo una cuestión de medio ambiente ni de salud. Hay que pensar en generar riqueza y distribuirla de manera igualitaria, en rehabilitar cada año 200.000 viviendas para que sean mucho más eficientes y tengan abastecimiento térmico, en que las facturas de la luz cuesten menos… ¿Entra eso en conflicto con los sistemas de producción actual? Estamos hablando de un cambio de paradigma que se va a llevar a cabo de una manera progresiva y que en ningún caso sea lesiva para la ciudadanía. Lo importante es pensar no tanto en los focos de energía concretos como en la seguridad y la salvaguardia de que todas las personas tengan empleos dignos y de calidad. Me parece que la cuestión está ahí y ahí es donde nuestro plan de transición energética pone el eje fundamental.
Uno de los teóricos caballos de batalla de Podemos es la cooficialidad de la lengua asturiana. ¿Se puede hacer algo por ello desde el Congreso de los Diputados? ¿Van a hacerlo?
Vamos a hacer que en las escuelas se respeten las lenguas del Estado. Siempre se dice que las cosas se empiezan a modificar en la educación, y tomamos nota. Tenemos que ir a una ley educativa de calidad, laica y gratuita y en la que tengan cabida las lenguas del Estado: las reconocidas oficialmente y las que por desgracia no lo están. Nos podemos poner como queramos y decir que el asturiano no nos parece una lengua, porque para estas cosas parece que todo el mundo es lingüista y puede opinar, pero no puede ser que alguien llame por teléfono para una urgencia a un servicio público y por expresarse en asturiano o en fala no se le vaya a atender. Tenemos que articular un mundo en el que todas las lenguas maternas de todas las personas, todo eso que al fin y al cabo son concepciones diferentes del mundo, tengan cabida. En este sentido, respeto absoluto a los derechos fundamentales, uno de los cuales es el lingüístico.
¿Van a ejercer un parlamentarismo convencional o van a hacer ese parlamentarismo creativo de diputados que utilizan camisetas, fotografías, etcétera, para atraer el interés mediático y amplificar el eco de sus mensajes?
Vamos a ser coherentes con quiénes somos y cómo pensamos y nos expresamos, pero que esto no se debe confundir con la espectacularidad. Es cierto que ahora se tiende a una mayor espectacularidad, y que no hay que caer en excesos porque estamos hablando de cosas muy serias, muy urgentes y que precisan muchísimo rigor. Pero sí que hay que comunicar de una manera que sea mucho más comprensible que como está siendo hasta la fecha. Si una camiseta aporta una información mucho más directa y mucho más comprensible para la ciudadanía, será una buena opción. Lo que nunca va a ser una buena opción es generar barreras comunicativas, ya sea desde el lenguaje gremial o funcionando a golpe de ocurrencia. Eso no nos parece ni útil ni sensato y lo que queremos es precisamente devolverle a esa institución el respeto que quizás hemos dejado de tenerle por no habernos sentido representados. El otro día, Ignacio Prendes, el candidato de Ciudadanos en Asturies, hablaba de la necesidad de que mengüe la desafección hacia la política, pero el problema no es que la ciudadanía tenga desafección hacia la política, sino que la política ha dejado de representar a la ciudadanía, y como hay que atajarlo es haciendo un ejercicio distinto de esa representación.
En la carta a su abuelo Chuso con la que abrió su campaña hablaba de trancar la puerta a los viejos partidos. Pero es evidente que los partidos viejos van a seguir estando ahí. ¿Cómo va a ser la relación de Podemos, en concreto en Asturias, con ellos después del 20-D?
Una en la que les hagamos saber, y actuemos en consecuencia, que no es lo mismo que tú entres en la casa de todo el mundo con alegría que que te cueles. Lo de trancar la puerta viene a cuento de que se han metido en nuestra nevera; en nuestra cama, porque nos acostamos con miedo; en nuestras cabezas… No es lo mismo que todo eso lo hagas con total impunidad a que alguien te diga: «No, amigo, no, no quiero que entres en mi casa» mientras empujas la puerta por dentro. Tal vez acabes entrando, pero ahora ya ofrecemos una resistencia y esa resistencia no sólo te la planteo en las calles, donde no me has hecho caso, sino que tengo herramientas para que esa puerta tenga un candado y un pestillo y esté cada vez más blindada. No tenemos el mismo paisaje que hace unos años. Es más: pienso que hace seis años decir que vivimos en el bipartidismo era algo impensable que producía una especie de sonrojo, igual que decir que vivimos en el capitalismo. Era como: «No, hombre, no utilices esa retórica tan decimonónica». Ahora no. Las cosas van cambiando y el lenguaje, por mucho que lo quieran manejar a su antojo, también y ellos mismos reconocen ya no sólo que había un bipartidismo, sino que se está rompiendo. El resto de fuerzas tienen que hacer una reflexión al respecto y sería irresponsable y preocupante que no fuera así.
Ese trancar la puerta sugiere quizá más reacción que acción. A Pablo Iglesias se le ha hecho con frecuencia la crítica de no tener nada que ofrecer más allá de un diagnóstico certero de nuestros motivos para estar indignados. ¿Es el suyo un proyecto reactivo o propositivo?
Ante lo que está establecido, ante que haya gente sin casa, sin sanidad y con un acceso a la educación universitaria cada vez más complicado y gravoso pese a que ya hayamos pagado la Universidad porque es algo público, la primera respuesta sólo puede ser una reacción, pero una reacción puede ser propositiva, y nosotros llevamos 388 medidas totalmente propositivas y que además están pensadas para que funcionen. Reaccionamos contra la evidencia de que suban el PIB y el consumo de lujo pero la gente siga pasando hambre y haya 72.000 asturianos que viven con menos de 332 al mes; reaccionamos contra que haya riqueza pero no un reparto igualitario de la riqueza. Eso no puede ser y decimos que no puede ser, pero no nos quedamos en lo destituyente, sino que somos constituyentes, propositivos, y así lo demostramos en nuestro programa.
En él ha llamado mucho la atención el acento que pone en las infraestructuras de transportes internas frente a las externas. ¿Qué Asturias es la que necesita más esa red interna que externa? ¿Qué país, qué territorio, dibujan ustedes?
Asturias se dibuja sola. Hay más urgencias de movilidad dentro del territorio que hacia fuera y además queremos que las haya, que haya más necesidad de moverse dentro que hacia afuera, que haya personas que tengan pymes, que sean autónomas —el 65% del PIB viene de las pymes y de las personas autónomas y autónomos— y que se genere un tejido que fortalezca eso, un tejido de la proximidad que nos permita estar y vernos y poder movernos al suroccidente, donde aún no se han finalizado los tramos pendientes de la autovía de La Espina y nosotros demandamos que se finalicen. Llevamos desde 1999 así. Hay que acabar la autovía de La Espina y hay que pensar también, claro, en la autovía del Huerna y pensar en quitar ese peaje, porque si analizamos cuánto tiempo se lleva pagando quizá descubramos que la autovía se ha pagado dos veces. Sobre todo se trata de atender las necesidades de la gente. Quizás no haga falta la alta velocidad y sí la alta frecuencia. No puede ser un auténtica epopeya ir desde Xixón hasta Les Arriondes en el transporte público, y además nuestro transporte público tiene que responder mejor a nuestras necesidades, sobre todo en lo que respecta a la contaminación.
En ningún momento ha hablado de grandes industrias en ese país que pinta. ¿Cuál es para ustedes su base económica, su capital principal?
El acento está puesto, desde luego, en el I+D+i, pero también en nuestro campo, en nuestra pesca, en todas las iniciativas que se pueden desarrollar. Tenemos mucha riqueza de recursos y además podemos traer de vuelta a la generación másLa gente no quiere una reforma laboral para despedir más barato, quiere clientes en sus negociosformada para que innove aquí y construya aquí. Se trata de poner facilidades para eso. No puede ser que los autónomos y las autónomas no lleguen al salario mínimo un mes y sin embargo estén pagando la cuota de autónomos. Y no puede ser que esté equiparado facturar por debajo de 25.000 euros y facturar por encima de 60.000. Nosotros vamos a establecer unas cuotas progresivas que respeten esos niveles de facturación y esos modelos de negocio. La gente no quiere una reforma laboral para despedir más barato, quiere que entren clientes a sus negocios. Si consigues eso y además garantizas una buena calidad de vida a través de una renta básica a partir de los 600 euros, que te permite vivir y consumir, lo único que puedes tener es crecimiento, pero sólo así puedes tenerlo. Y es posible. Cualquier técnico de servicios sociales puede explicar que ahora mismo se van muchísimos más recursos a ayudar a aquellas personas por debajo del umbral de la pobreza y en situaciones de riesgo y exclusión que los que harían falta para poner en marcha esa renta básica garantizada.
Desde el debate de Atresmedia, el mantra de Pablo Iglesias esremontada. ¿En qué cifran esa remontada aquí en Asturias? ¿Qué les permitirá convertir esas sonrisas que pedía Iglesias en votos?
No sé… Llevo toda mi vida en Asturias y lo que siempre he visto aquí es demostraciones de heroicidad en cómo nos posicionamos ante las cosas que no nos parecen bien, en cómo nos peleamos por sacar familias y negocios adelante. Tenemos una cabezonería que es muy asturiana y que además es una cabezonería que se ejerce desde la dignidad y la heroicidad, y que para remontar basta con recordarle eso a los asturianos y las asturianas. En las campañas electorales se intenta convencer a la gente, pero yo no creo que a la gente haya que convencerla de nada. Lo único que tienen es que recordar todo lo que la mayoría social viene demostrando en estos años tan difíciles.
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