3 de febrero. El contador se pone en marcha. Hoy mismo, el secretario general de los socialistas, Pedro Sánchez, emprenderá las negociaciones para intentar formar un Gobierno, siguiendo el encargo que ayer mismo le hizo el Rey.Consumirá "al menos un mes" en las conversaciones. Y, si tiene éxito, necesitará un tiempo para consultar a los militantes del PSOE y al comité federal antes de someterse a la primera votación de investidura. Si fallara, se abrirá un periodo de 60 días antes de la disolución de las Cortes, si en ese tiempo no hay un nuevo Gobierno. O sea, que se juega su capital y su futuro político en unos tres meses. Si es presidente y se salva de la pira que buena parte de los suyos le tienen preparada, o si se estrella y debe luchar más por su difícil supervivencia. Sánchez es consciente del "desafío" que tiene por delante. Para España, para su partido y para sí mismo.
"Paso a paso". El líder socialista es celoso de su estrategia. No pone todas las cartas sobre el tapete, ni siquiera ante los suyos. Ya ha conseguido lo que quería, que Felipe VI le postulara como candidato a la Presidencia del Gobierno. Se acabó "el tiempo de Mariano Rajoy" con el que machaconamente él y su equipo respondían a los periodistas cada vez que les preguntaban por las posibilidades de un eventual Ejecutivo de izquierdas. Ahora comienza su tiempo. El itinerario contiene muchas incógnitas. Hoy se descubrirán algunas en la reunión extraordinaria (con su grupo parlamentario del Congreso, del Senado y de la Eurocámara) que presidirá a partir de las 12 de la mañana. Entonces, presumiblemente, anunciará qué teléfono marcará primero y cuál será el equipo negociador, aunque él se implicará "desde el primer minuto", según prometió en la rueda de prensa que siguió al anuncio de la Jefatura del Estado, vía Patxi López, presidente de la Cámara Baja.
No sorprendería que a quien primero marque sea a Albert Rivera. Ya lo hizo tras la primera ronda de consultas del Monarca. Se dirigió antes al presidente de Ciudadanos que al líder de Podemos. Así mandaba el recado de que era él quien marcaba los tiempos, que no se dejaba llevar por la ansiedad e incidía en que no baraja una sola carta, la del pacto de izquierdas, sino dos, la de unaalianza que integre a las dos formaciones emergentes. Sánchez nunca ha dicho cuál es su combinación favorita para la investidura, pero sí ha reiterado hasta la saciedad que tiende la mano "a izquierda y derecha" para alumbrar un Gobierno "progresista y reformista". La opción favorita dentro de su partido es, sin duda, el entendimiento con Rivera, que también le corresponde con guiños consecutivos. Pero sus 40 diputados, sumados a los 90 del PSOE, no bastan. Necesitaría, por lo pronto, la abstención de Podemos. Que Iglesias se niega en redondo a dar.
Fuera los "vetos"
Sánchez insistió ayer martes en que Podemos y C's debían dejar atrás los "vetos" y pensar en el "bien común", porque "las fuerzas del cambio" -las dos más el PSOE- deben "entenderse". No lo tendrá fácil, desde luego. Rivera es su interlocutor prioritario, con el que llegó a un acuerdo para la Mesa del Congreso y con quien tiene buena sintonía, pero este viene subrayando que le separan de Podemos cuestiones fundamentales -modelo económico, diseño territorial- que hacen imposible tejer un pacto a tres.
Iglesias, por su parte, conminó a Sánchez a dejar de "vender" un "imposible", que es un Gobierno simultáneo con las dos fuerzas emergentes. El líder de la formación morada sorprendió a propios y extraños el pasado 22 de enero cuando, sin advertir previamente al secretario general del PSOE, expuso al Rey su propuesta de Gobierno de coalición de izquierdas, que le incluiría a él como vicepresidente y a sus colaboradores más cercanos situados en ministerios "estratégicos". Aquel episodio fue considerado un "insulto" o una "humillación" para muchos dirigentes socialistas. Sánchez fue máscontemporizador con Iglesias: criticó su "arrogancia" y sus "desplantes", y le pidió "respeto".
El PSOE se sitúa por ahora más cerca de C's y Rivera es el interlocutor preferido. Podemos advierte de que la alianza con los dos emergentes es "imposible"
Los socialistas dialogarán con el PP aunque saben de antemano que no contarán con su abstención, ya que han anunciado su voto en contra de todo candidato que no sea su jefe, Mariano Rajoy. Tampoco buscarán el "apoyo" de los nacionalistas de ERC y Democràcia i Llibertat (DiL, la marca con la que Convergència concurrió el 20-D), pero han rechazado expresamente su abstención, ya que consideran que no pueden indicar a otra formación el sentido de su voto. Los barones críticos del PSOE abominan del escenario de una investidura que prospere gracias a la actitud pasiva o activa de los independentistas, pues juzgan que sería un "peaje" demasiado alto para el partido.
El que lo pone más fácil por ahora es Izquierda Unida-Unidad Popular (2 escaños). Este martes su portavoz en el Congreso, Alberto Garzón, aseguró que hará "todos los esfuerzos" para que en España no gobierne la derecha y ofreció también su programa electoral para que el cambio sea posible. "Nos merecemos un Gobierno distinto", recalcó, informa Efe. La semana pasada, la Presidencia Federal de la formación planteó sus 16 prioridades para un acuerdo con los socialistas.
El secretario general del PSOE quiere, desde luego, que la negociación, en sus primeros compases, se centre en "las políticas", las "soluciones", y no "en los sillones", la expresión con que resume la oferta envenenada de Iglesias, quien puso por delante el Ejecutivo de coalición. Los ejes que Ferraz marca como prioritarios son cuatro: creación de empleo, lucha contra la desigualdad, regeneración democrática y combate contra la corrupción y Cataluña. Una vez acordadas las políticas, vendrá la configuración del Gobierno.
La dirección confía en que las posiciones de partida, el enrocamiento inicial de sus principales interlocutores, acabarán aflojándose. Si atrae a Ciudadanos, situará a Podemos ante la tesitura de tener que escoger entre un Gobierno presidido por Sánchez o hacerlo estrellar y abocar el país a nuevas elecciones. El equipo del secretario general está convencido de que, a la hora de la verdad, a ninguno de los dos les interesa que se repitan las generales. A Rivera, porque podría quedar absorbido en parte por el PP y retroceder desde los 40 diputados, y a Iglesias, porque podría no reeditar las confluencias territoriales en Galicia, Cataluña y Valencia, fundamentales en su éxito del 20-D.
El doble refrendo
Sánchez subrayó durante su comparecencia en el Congreso que él no es como Rajoy, que va "en serio" y pretende llegar "hasta el final" del camino, "con todas las consecuencias". Si consigue vertebrar un acuerdo, tendrá que someterlo al dictamen de la militancia del PSOE y, posteriormente, a la ratificación del comité federal. Librar la batalla interna (de nuevo) en caso de que no convenza a los barones. Si la investidura triunfara solo con la abstención de ERC y DiL, el cisma se reabriría, con toda seguridad. Pero Ferraz entiende que las bases sí quieren a un socialista en La Moncloa y no pondrán tantas pegas como sus mandos territoriales. Las federaciones críticas oponen que los afiliados tienen "criterio" y no respaldarán aquello que ponga en riesgo, a la larga, la viabilidad del partido.
Si el secretario general cumple los plazos requeridos al presidente del Congreso,Patxi López, en el entorno de un mes se produciría la primera votación de investidura. Para salir elegido, necesitaría mayoría absoluta: el voto a favor de 176 diputados, una misión harto complicada por la endiablada aritmética que dejó tras de sí el 20-D. La segunda vuelta llegaría a las 48 horas, y en ella a Sánchez le bastaría la mayoría simple, más síes que noes. Si naufragara en los dos intentos, el Rey podría emprender nuevas rondas de consultas para dar con un aspirante que concite un mayor consenso y sea capaz de formar Gobierno. Aquí podrían reverdecer, por ejemplo, las opciones de Rajoy. De hecho, es lo que el presidente en funciones ha forzado al dar un paso al lado y declinar el ofrecimiento de Felipe VI.
Si la primera votación de investidura cae para primeros de marzo, la disolución de las Cortes vendría a principios de mayo y los nuevos comicios, en junio
Que la candidatura del líder del PSOE se someta a la confianza de la Cámara Baja es vital para que el cronómetro constitucional se ponga en marcha. Porque, según indica el artículo 99 de la Carta Magna, si transcurren dos meses desde la primera votación y no se consigue la investidura de ningún candidato a la Presidencia del Gobierno, el Rey deberá disolver las Cortes con el refrendo del presidente del Congreso. Los comicios se celebrarán a los 54 días.
¿En qué plazos nos situamos? Si la primera votación es a primeros de marzo, el tiempo para la elección de un nuevo jefe del Ejecutivo se agotará a principios de mayo, lo que situaría las nuevas generales a finales de junio. Cuanto más tarde sea la primera vuelta, más se demorará la jornada electoral.
¿Qué pasa con el congreso?
Al calendario institucional hay que superponer el del PSOE. El 8 de mayo, según lo aprobado el pasado sábado en el comité federal, los militantes votarán a su secretario general, y dos semanas después, el 20, 21 y 22 de mayo, se celebrará el 39º Congreso Federal.
Pero hay que tener en cuenta qué dicen las bases del cónclave. Los censos se cerraron el pasado 30 de enero y el proceso arranca el 11 de abril, cuando se abre el plazo para la presentación de precandidaturas a la secretaría general. Los avales se recogerían del 15 al 25 del mismo mes y la campaña de información a los militantes se prolongaría del 28 de abril al 7 de mayo. Es decir, que la convocatoria electoral podría producirse con el proceso congresual ya arrancado. Solo un comité federal podría pararlo.
La supervivencia de Sánchez está conectada a la investidura: si es presidente, no tendrá obstáculos, pero si no lo logra, sus dificultades crecerán
En esa circunstancia, Susana Díaz, su principal rival interna, podría buscar el salto definitivo a Ferraz para tomar las riendas del PSOE. La presidenta de la Junta tendría más allanado su ascenso a Madrid si Sánchez cuenta con el fracaso de la investidura a su espalda. Si él lo consigue y se convierte en presidente del Gobierno, no se le cuestionará su autoridad y tendrá el camino expedito. Su supervivencia al frente de los socialistas estaría asegurada, al menos durante un tiempo. Las llaves de La Moncloa son su bala más valiosapara no caer. El líder es consciente de que sus contrarios avivarán el pulso, vista la enorme desconfianza interna que existe en el partido.
El pasado sábado, cuando se fijó el calendario, la dirección de Sánchez precisó que, en caso de que se repitieran las generales, se activarían, "como un resorte", de forma automática, las primarias abiertas para la elección del candidato a La Moncloa, lo que podría dejar en suspenso el curso del congreso. Pero, de nuevo, el órgano competente para convocarlas sería el comité federal. Por ahora, el cónclave cabe antes de unos nuevos comicios. Justo lo que querían los barones críticos, para asegurarse un partido "renovado" antes de acudir a las urnas otra vez. Pero Sánchez ha demostrado tener piel de rinoceronte. Es rocoso y determinado. Y para la investidura, como para preservar el liderazgo del PSOE, promete llegar "hasta el final". "Paso a paso".
Los cuatro ejes prioritarios sobre los que Sánchez quiere que pivoten las conversaciones
Pedro Sánchez arrancó su rueda de prensa en el Congreso de la noche del martes con una intervención que tenía escrita [aquí en PDF] y con la que quería presentar, a grandes rasgos, su documento para la negociación con el resto de fuerzas. Las medidas con las que quiere recabar el consenso basculan sobre cuatro ejes que juzga prioritarios y que están extractados de su programa del 20-D.
A) Creación de oportunidades laborales
"Más empleo y mejor empleo". Será el principal objetivo del Gobierno de Sánchez. En este capítulo incluye iniciativas como un nuevo Estatuto de los Trabajadores; recuperar el diálogo social; impulsar planes de empleo juvenil; apoyo a las empresas, los autónomos y la economía social; garantizar la estabilidad de las cuentas públicas y de la deuda; reforma tributaria (sin subir impuestos y sin amnistías fiscales y luchando contra el fraude); transición energética; reindustrialización del país; gran pacto educativo o bajada del IVA cultural.
B) Reducción de la desigualdad
Sánchez recordó que España es el segundo país en desigualdad de la UE, sólo superado por Letonia. Para reducirla, plantea la creación de un ingreso mínimo vital que acabe con la pobreza infantil en cuatro años; recuperar la universalidad de la sanidad pública; reactivar la Ley de Dependencia; reconstruir el Pacto de Toledo para garantizar las pensiones y un gran pacto social, político e institucional contra la violencia machista.
C) Lucha contra la corrupción
Contra la "pérdida de la confiaza ciudadana en las instituciones", los socialistas proponen un "gran acuerdo para la regeneración democrática y la lucha contra la corrupción", el final del aforamiento de diputados y senadores, vincular la financiación de los partidos a su grado de democracia interna, primarias obligatorias para todas las formaciones, limitación de mandatos y paridad entre hombres y mujeres en las listas y los cargos orgánicos.
D) Cataluña
Es el cuarto desafío para Sánchez. "La convivencia que ahora mismo está puesta en cuestión por el secesionismo y el independentismo. Lo primero, que nadie tenga ninguna duda, el PSOE defenderá siempre la integridad de España y el respeto a la Constitución y a la ley". Los socialistas defienden la reforma de la Carta Magna y elavance hacia la España federal. No se tocará la Ley Fundamental si el PP no se suma al consenso, garantizó el secretario general.
Sánchez añadió un último punto, Europa. El Gobierno que Sánchez pretende armar quiere "garantizar los compromisos de España con la UE" y recuperar el "papel constructivo" de nuestro país en el proceso de integración comunitaria, avanzando hacia una unión social, política y económica y una mejor gobernanza de la zona euro.
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