domingo, 8 de marzo de 2020

Todos a UNA!

8M | Ellas mueven el mundo

Veinte mujeres nos hablan de sus luchas y conquistas. Hoy tomarán las calles unidas en un grito: «Ni un paso atrás»

Con el '8' del 8M posan para el reportaje. / JOSÉ SIMAL
AZAHARA VILLACORTA / ANA RANERA
A Alma Luis (19 años) y Ángeles Pollo (71) las separa más de medio siglo, pero las dos tomarán hoy las calles unidas en un grito: «Ni un paso atrás». Porque para Alma (que estudia para ser auxiliar de Enfermería) y Ángeles (veterana luchadora feminista) este 8M, en las plazas de todo el país, las mujeres -y también los hombres- nos jugamos mucho. Y, como ellas, otras dieciocho mujeres hablan para EL COMERCIO de sus luchas y conquistas. Veinte mujeres para este 8M de 2020 que marcharán como una sola en las tres columnas de miles de personas que esta tarde teñirán Oviedo de morado.
«Hay que lograr que la sociedad en su conjunto sea consciente de la desigualdad que todavía existe entre hombres y mujeres. Es muy triste, pero aún hay mucha gente que no entiende que una relación de igualdad nos llevaría a ser mucho más felices», arranca Ángeles, que repite -contra el virus de la ignorancia y con la Ley de Libertad Sexual en el epicentro del debate- que eso es el feminismo y no otra cosa y que, «aunque en los últimos años han cambiado muchas cosas, todavía hay una hegemonía del patriarcado que todavía no hemos sido capaces de barrer».
Las 1.047 víctimas mortales por violencia de género desde el 1 de enero de 2003 hasta el día de hoy, las que faltan, marcharán con ellas. Y, además de «las que ya no pueden gritar», empieza Alma Luis, también lo harán «todas esas mujeres maltratadas tanto física como psicológicamente que sufren en silencio. Tienen que saber que miles estamos con ellas». Víctimas asimismo de «una preocupante situación de indefensión se está empezando a 'normalizar' en las noticias», abunda Arantza Salsón, que trabaja en el campo de la integración social.
La memoria de Loli Santos, del Colectivo de Pensionistas de Avilés (Cospa), también estará allí. «Las mujeres de mi generación vinimos al mundo con una pegatina que ponía: 'Certificado de garantía'. Garantía de obediencia, de sumisión, de no provocación, de no cuestionar los roles que el patriarcado nos había impuesto desde antes de nacer».
Tiempos en los que las que se atrevían a alzar la voz eran «unas contestonas». No demasiado distintos de estos en los que la tozuda realidad se empeña en corroborar las brechas con datos como que, «en Asturias, la pensión media de las mujeres es un 43,85% menor que la de los hombres». Que «la precariedad laboral y la pobreza tienen mayoritariamente rostro de mujer, que es quien sigue siendo la que lleva la mayor carga en las responsabilidades familiares».
«La mayoría de nosotras trabajamos dentro y fuera del hogar, pero el trabajo en casa no suele ser valorado ni tenido en cuenta. ¿Cuántas mujeres no han trabajado o han dejado de trabajar por dedicarse a las labores del hogar o a cuidar de algún familiar? Muchas más que los hombres, hecho que se agradece muy poco y que, de cara a cobrar una pensión, no computa aunque sea un trabajo», resume Jennifer Meana, tutora tecnológica en Cocemfe.
De las que cuidan sabe lo suyo Lola García, responsable a tiempo completo de su hija con discapacidad. Una guerrera que recuerda que «más del 75% de las personas que tienen un familiar a su cargo en España son mujeres». En su caso, hace más de treinta años. Y tiene 51. Un trabajo que -recuerda la estudiante de Trabajo Social Catalina Lacour- «se sigue invisibilizando».
Como Lola, la periodista Marcela Simonutti también ha traspasado la barrera de los cincuenta. Esa en la que «las mujeres comienzan a ser invisibles laboral y socialmente». Ella dice que «el feminismo es la vacuna más efectiva contra el verdadero mal de nuestro tiempo: el individualismo. Frente a los que agitan el miedo, el 'primero yo y después el resto', el 'este viene a quitarte el trabajo', el feminismo ha demostrado que podemos conseguir grandes cosas si nos mantenemos unidas en nuestra diversidad».
«Un movimiento que no es un moda, sino una necesidad», subraya Graciela Dorado, maltratada física y psicológicamente por su padre desde que nació. Un hombre que hoy cumple condena por violarla hasta que cumplió dieciocho años. «Las leyes, las instituciones, el Gobierno, no acaban de decir muy alto que sí. Que somos iguales. Nos maltratan, nos violan, nos humillan, nos discriminan... Y hay que decir basta. Basta ya de tanta hipocresía. Que no queremos ser víctimas. Que queremos vivir sin miedo y en igualdad de condiciones. El machismo debe salir de nuestra sociedad. Debería ser delito».
«El momento es crucial», en opinión de Nuria Saavedra, profesora del grado superior de Promoción de Igualdad de Género en el IES Número 1 de Xixón. Porque, como asevera Ana Isabel Ruiz, funcionaria en el Ayuntamiento de Ponga, «la llegada al poder de la extrema derecha a muchos consistorios y comunidades dispuesta a arrebatarnos libertades hace que tengamos que responderles con más fuerza. No podemos darle alas ni aire a esta gente». Un extremo en el que también pone el acento la actriz gijonesa Marisa Vallejo. «Como dice la proclama, ni un paso atrás, ya que, incluso teniendo datos tan sangrantes como los de la violencia machista, nuestro discurso sigue siendo cuestionado, algo por lo que debemos seguir peleando y no bajar la guardia», sostienen Paula García y Marina Amado, que, además de muchas cosas más, juntas son Les Greques, djs y arqueólogas de la genealogía musical femenina y folclórica.

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