sábado, 10 de octubre de 2020
Levantar un " Muertu "
El grave deterioro de la plaza de toros de Oviedo
El proyecto encargado para reabrir el coso prevé el desmontaje de esta parte sin renunciar a una futura reconstrucción para elevar el aforo
La plaza de toros ha vuelto a cubrirse se maleza y plantas invasoras. En primer plano, el estado en el que se encuentra el palco de autoridades
del coso. / FOTOS: PABLO LORENZANA
GONZALO DÍAZ-RUBÍN
OVIEDO.
Sábado, 10 octubre 2020, 09:24
En 2015, el Consejo de Patrimonio decidió proteger un fantasma y frenó las ambiciones municipales. El Ayuntamiento de Oviedo había solicitado que se le retirase al coso su catalogación como BIC y argumentado, profusa y documentalmente, que lo que hoy se levanta en Buenavista no es sino un remedo del monumento en teoría protegido. La plaza diseñada por Juan Miguel de La Guardia e inaugurada por Frascuelo y Lagartijo en 1889, ardió en 1917 y, de nuevo, en 1930, fue destruida por la Revolución del 34 y rematada por los combates de la guerra civil. Del edificio original, solo quedan los dos anillos concéntricos de piedra. Dio igual, Patrimonio rechazó la pretensión municipal alegando que lo que se protegía era un modelo de la «arquitectura burguesa» de finales del XIX, un fantasma.
De aquellos polvos, estos lodos. Cinco años después, las filtraciones de agua han acelerado la ruina estructural de la grada alta del coso, un añadido de los años 50 del pasado siglo y pésima calidad constructiva, cuyo mal estado motivó el cierre al público del edificio en 2008. Los técnicos que estos días visitan, miden y analizan el coso de cara al estudio de viabilidad que ha encargado el Ayuntamiento al arquitecto Nacho Ruiz Allen pisan agua en la mayor parte de la planta baja del edificio.
La plaza, o lo que queda de ella, fue construida con caliza de una cantera del Naranco y las reconstrucciones y añadidos posteriores son en su mayor parte en ladrillo, convertidos en una esponja cargada de agua que añade más peso a la estructura. El moho cubre paredes enteras y la corrosión empieza a dañar las vigas que colocó Cadesa a finales de los años 80 para permitir, asegurando la grada alta, la reapertura de la plaza de toros durante el último mandato de Antonio Masip. El paño más próximo a la entrada a los corrales está claramente vencido.
Cosas así pesarán en el dictamen que el arquitecto y profesor de la Aarhus School of Architecture de Dinamarca, Nacho Ruiz Allen, al que el Ayuntamiento confió en 2013 un plan director para recuperar el coso taurino como edificio para usos múltiples en cuatro fases, entregará a finales del próximo mes. La conclusión principal es que el graderío alto es ya insalvable y un peligro real y que el único modo de corregir los problemas es sustituyéndolo por completo.
El concejal de Urbanismo, Nacho Cuesta, es moderadamente optimista. «Las conversaciones que estamos manteniendo con Cultura sobre este equipamiento están dando sus frutos y se va avanzando», señala, aunque admite que «los tiempos de la administración no son tan ágiles como nos gustaría». Convencido de que «vamos a conseguir el consenso necesario entre administraciones» para abrir «el diseño de la primera fase de actuaciones en el recinto, que, como es conocido, está muy deteriorado y con algunas partes irrecuperables», el graderío alto.
Tirar una puerta
El derribo de este añadido acercaría la apertura al público de la plaza de toros sin grandes inversiones, pero con limitaciones. La mitad del aforo original del recinto, oficialmente 10.000 espectadores, se sentaba sobre los bancos de ladrillo del ruinoso tendido, apoyado hoy en puntales herrumbrosos en algunos sectores y de madera, en otros. La plaza perdería capacidad con su derribo, si Cultura lo autoriza, pero también en la grada baja para mejorar el confort y por razones de seguridad. Y con todo, sería una victoria, tirar la puerta abajo y poner en el buen camino un equipamiento municipal que lleva casi tres lustros sin uso y más de medio siglo de constante decadencia.
«Sería una primera fase en la que se ejecutarían las obras necesarias» para permitir la apertura, tales «como la modificación de las entradas, aforos y graderíos y asegurar el resto de la estructura». Pero el proyecto no quiere morir ahí. Se basa en la primera fase de aquel plan director y se abre a la segunda, que preveía levantar un nuevo tendido alto: «Se estudiará la posibilidad de añadir una altura a las gradas cuando se retire la parte que está en peor estado», explica el primer teniente de alcalde y líder de Ciudadanos.
La plaza, la de verdad, la de de La Guardia la abrieron un 4 de agosto de 1889, 'Lagartijo', que mató tres de sus últimos toros ante el público ovetense, y 'Frascuelo'. Ambos mantuvieron una enorme rivalidad -taurina y política, uno monárquico y el otro republicano- que solo fue posible por el desarrollo del ferrocarril y marcó la primera edad de oro de la tauromaquia.
La cerró Francisco Rivera Ordóñez, dando pasaporte al sexto de la tarde con un pinchazo hondo y el estoque de cruceta. Aquel 21 de septiembre de 2007, se abrió la puerta grande para que Rivera y El Cordobés salieran a hombros. Hoy está más cerca volver a abrirla.
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