martes, 30 de noviembre de 2021
Acostubrémonos a la horquilla 4/5%
La inflación seguirá alta en 2022 y tirará de los salarios mientras la economía retardará su recuperación
Los temores a la persistencia de un alza de los precios que se preveía transitoria se enfrentan a las protestas por años de devaluación salarial
CCOO cree que se pueden pedir subidas salariales de tres puntos sin crear una espiral de precios, pero algunos expertos advierten del peligro de elevar los sueldos por el hundimiento de la productividad
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El vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, y el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos.
El vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, y el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos. EFE/DAVID BORRAT
Begoña P. Ramírez
29 de noviembre de 2021 21:48h
@BegoPRamirez
Los españoles se han despertado este lunes con la inflación en el 5,6%, su nivel más alto en 29 años, mientras se preparaban para el derroche navideño y las bolsas remontaban tras el batacazo que se dieron el viernes al irrumpir ómicron, la nueva variante sudafricana del covid-19. Dos nuevas amenazas a la economía que se recupera a trompicones de la pandemia, con un consumo que quiere dispararse y las cadenas de suministro atascadas en algún punto entre Extremo Oriente y Europa.
Bien es cierto que este mes la tasa ha crecido sólo dos décimas en tasa interanual y cuatro décimas respecto a octubre; es decir, 1,4 puntos menos que en comparación con septiembre. Ha sido la menor subida desde julio. Pero aún es pronto para saber si es el inicio de una tendencia a la moderación o sólo un titubeo coyuntural. Porque este martes el precio medio de la electricidad en el mercado mayorista volverá a dispararse, y lo hará un 27,7% con respecto al del lunes. Alcanzará por tanto los 274,56 euros por megavatio hora (MWh), su segundo máximo histórico, según datos del Operador del Mercado Ibérico de la Electricidad (OMIE).
De esta forma, noviembre se convierte en el segundo mes más caro de la historia, tan solo por detrás de octubre, y resulta ser un 361% más caro que los 41,94 euros/MWh del mismo mes del año pasado.
Así que los discursos de algunos economistas e instituciones ya han activado las alarmas. El consejero delegado del Banco Santander, José Antonio Álvarez, advierte de que la inflación parece que “tiende a mantenerse en el tiempo”, poniendo en duda el diagnóstico inicial de que sería un fenómeno “temporal”. “[la inflación] Comenzó siendo de producto y ahora ya es de servicios”. “Al principio la inflación iba a estar con nosotros hasta final de año, pero ahora parece que se prolonga y que se va a extender hasta la segunda mitad de 2022”, recordó en el IV Foro de Banca organizado por el diario El Economista.
“La inflación es el elemento más preocupante [para la recuperación económica]”, alertó por su parte el exministro de Economía y actual vicepresidente del BCE, Luis de Guindos. Aunque también admitió el carácter transitorio de la subida de los precios y aventuró que se moderarán el año próximo. “Sin embargo”, precisó enseguida, “la aceleración ha ido más allá de lo que preveían todos los analistas y, si continúa, su descenso será menor de lo que pensábamos hace unos meses”. Aun así, De Guindos subrayó que hay una “recuperación clara en curso”, con un crecimiento cercano al 5% en la zona euro. Que continuará con intensidad en 2022 pese a que ha “perdido un poco de fuelle” en este último trimestre del año, según explicó en el XII Encuentro Financiero organizado por el periódico Expansión y la consultora KPMG, informa Europa Press.
El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, reiteró el análisis del Banco Central Europeo (BCE): la inflación es transitoria y comenzará a reducirse a partir del segundo semestre de 2022. Tampoco descartó, no obstante, que su persistencia sea “mayor de la previamente estimada”. En cualquier caso, defendió el enfoque “prudente” y “paciente” del BCE en lo que se refiere al momento apropiado para endurecer la política monetaria. “Los costes de incurrir en un endurecimiento excesivamente prematuro serían probablemente mayores, ya que podría inducir a una desviación de la inflación a medio plazo por debajo del objetivo mayor aún de lo previsto actualmente”, aclaró. Es decir, el resultado podría ser entonces la casi deflación sufrida desde la crisis financiera y hasta el estallido de la pandemia.
Once años de devaluación salarial
Santiago Carbó, catedrático de la Universidad de Granada, también cree que la inflación alta remitirá la próxima primavera, cuando bajen los costes de la energía al acabar el frío en el hemisferio norte. Pero al tiempo advierte de que hasta abril va a hacer falta cierta “dosis de templanza” porque, “si la inflación perdura en el tiempo, se va a producir una pérdida de poder adquisitivo” en absoluto deseable. “Pero, si no somos cautos todos, un aumento de los salarios puede conducir a una espiral inflacionista”, apunta.
No obstante, destaca a infoLibre que también hay “fuerzas que tiran de los precios a la baja”, como la digitalización y el desempleo. “Naturalmente que la existencia de ese ejército de reserva [los desempleados] presiona a la baja los salarios”, concede por su parte Carlos Martín Urriza, director del gabinete económico de CCOO, quien añade a esas fuerzas el desequilibrio en la negociación colectiva que provocó la reforma laboral de 2012 y el abuso del empleo temporal.
Según los cálculos del sindicato, el poder de compra del salario medio en España era en 2019 un 6,2% inferior al de 2008, cuando estalló la crisis financiera. Los aumentos salariales pactados en los convenios no se trasladaron a las nóminas, asegura: fueron absorbidos o no abonados, tal y como indica el Índice de Precios del Trabajo (IPT) que, por analogía con el IPC, que mide los cambios en una “cesta” de bienes de consumo y servicios, calcula los cambios en el precio –salario– de una “cesta” de puestos de trabajo. Mientras el aumento pactado en los convenios alcanzó un máximo del 1,5% en 2019, el IPT se quedaba en el -6,2%, e incluso hubo años en los que cayó hasta el -9,5% (2013 y 2017).
Martín Urriza no teme que se produzca ninguna espiral inflacionista si crecen los salarios. “Pueden subir por encima de los tres puntos”, recalca, “porque esa alza la absorberían los márgenes empresariales, que están hipertrofiados por la devaluación salarial de los años precedentes”. Los cifra entre 2014 y 2020 en casi 261.000 millones de euros que, “en lugar de ir a la economía real a través de aumentos salariales, se han dirigido a la economía financiera”. A su juicio, los convenios deben negociarse ahora con ganancias de poder adquisitivo de al menos medio punto.
En términos parecidos se ha manifestado este mismo lunes UGT: ni la subida del 1,5% en los convenios ni el 1,6% en que ha mejorado el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) son “suficientes” para garantizar el poder adquisitivo de los salarios con la inflación galopando a lomos del 5,6%.
A vueltas con la productividad
No ocurre sólo en España. Los conflictos laborales de las últimas semanas, con huelgas y protestas en Cádiz, Alicante, Castellón o Zaragoza, van más allá del IPC. En Estados Unidos y Alemania las demandas de aumento salarial se han convertido en la tónica laboral de la pospandemia.
Y eso es algo con lo que no contaba en principio el analista financiero Juan Ignacio Crespo, cuando creyó que el alza de la inflación sería el resultado de comparar con unos precios de las materias primas energéticas que en 2020 estaban hundidos. “No metí en la ecuación el aumento de los salarios en algunos países”, admite. Pero ahora el PIB mundial, unos 83 billones de dólares, ya ha recuperado las cifras prepandemia, a los que hay que añadir 20 billones de liquidez adicional “creada de la nada” por los bancos centrales. “Ese exceso es lo que ha provocado la inflación”, resume.
En España, subraya, es “aún peor”. Porque el PIB está aún un 7% por debajo de los tiempos anteriores al covid y con un exceso de liquidez de 350.000 millones de euros de las compras de bonos españoles por el BCE. “Si no se corrige esa demanda tan desatada, la inflación elevada persistirá”, augura. Para Juan Ignacio Crespo, España está “peor preparada que Estados Unidos” para digerir aumentos salariales: allí el PIB se ha recuperado y apenas hay paro; en España es al contrario. Más aún teniendo en cuenta que la productividad se ha hundido aquí y lo hará todavía más si se suben los sueldos, advierte.
Algo parecido señala también Santiago Carbó. Estados no tiene un problema de deuda soberana como sí padece España, por lo que a la Reserva Federal le resulta más fácil subir los tipos de interés, para atajar la inflación, que allí ha escalado hasta el 6,2% este mes. De hecho, ya ha anunciado que empezará a aumentarlos a finales de 2022.
Crespo dice que las subidas salariales dependerán del “poder de los sindicatos”. UGT y CCOO tienen pendiente aún la mesa del Acuerdo de Negociación Colectiva (ANC) con la patronal, donde se establecen las horquillas de salarios para los próximos años. Deberían haberse sentado este otoño a debatirlo pero no se prevé que lo hagan hasta principios del año que viene. Los sindicatos acusan a la CEOE de negarse a negociar. Y la intensidad de las conversaciones sobre las pensiones y la reforma laboral les ha alejado durante todo el otoño de un tema igual de conflictivo.
Microchips y bolsas histéricas
Otro de los palos que están entorpeciendo la rueda de la recuperación son los problemas en las cadenas de suministro mundiales. Santiago Carbó pronostica que los cuellos de botella también se disolverán en primavera. Y lo mismo dice Carlos Martín. "La única cadena estructural es la de los microchips", explica. Con respecto a las mutaciones del virus, los tres expertos consultados son muy prudentes. La reacción de las bolsas mundiales el pasado viernes fue tan histérica como cabría de esperar. Juan Ignacio Crespo destaca que fue idéntica a la que sufrieron los mercados bursátiles el 9 de marzo de 2020, cuando estalló la pandemia. “Nadie es capaz de calibrar la peligrosidad de la mutación”, aclara. Carbó confía en que la reacción de las autoridades mundiales sea exagerada, aunque advierte de “cierto retardo en la recuperación” por cada uno de estos tropiezos. “La recuperación sigue y se mantendrá, aunque más lenta”, concluye.
Juan Ignacio Crespo, por su parte, se manifiesta “optimista” en lo que al efecto de las materias primas energéticas sobre la inflación se refiere. “El gas ya ha llegado a su máximo, 6,5 dólares en octubre, y lo mismo ha ocurrido ya con los metales industriales”, precisa.
En sus previsiones económicas de otoño, publicadas el pasado día 11, la Comisión Europea confiaba en que el alto desempleo en España contuviera los salarios y limitara los “efectos de segunda ronda” de la inflación, esa espiral que tanto temen los economistas. Aun así, pronostica que 2021 terminará con un IPC del 2,8%, pero se moderará en el 2,1% en 2022 y caerá hasta el 0,7% en 2023. En la zona euro, la inflación alcanzó el 4,1% en octubre, pero retrocederá hasta el 2,2% en 2022. “Me preocupa más que la recuperación sea demasiado suave que la inflación”, zanja Santiago Carbó. Sólo comenzará a ser un problema, matiza a continuación, si se prolonga en los niveles actuales “más de tres o cuatro meses”.
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