sábado, 19 de febrero de 2022
Grafittis en San Isidoro?
Los misteriosos mensajes ocultos de la fachada de San Isidoro
G. GUITER
OVIEDO
Iglesia de San Isidoro (San Matías) de Oviedo, actualmenteIglesia de San Isidoro (San Matías) de Oviedo, actualmente
Por qué cuando se restauró la iglesia ovetense se dejaron los antiguos «graffitis» que estaban bajo una gruesa capa de suciedad
19 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.
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No es una novedad para los restauradores de obras de arte y patrimonio la existencia, desde la antigüedad, de graffitis mucho antes de que esta palabra se inventara. Son conocidas las pintadas e inscripciones, por ejemplo, de soldados romanos en los milenarios monumentos egipcios.
Y, más cerca en el tiempo, sobre la piedra dorada de la iglesia que se conoce como San Isidoro en Oviedo y a considerable altura, perduran varios misteriosos mensajes que aparecieron bajo espesas capas de suciedad cuando se llevó a cabo la limpieza y restauración de la fachada, en los años 90 del siglo pasado. La cantidad de polvo pegado a la piedra era tal, que resultaba imposible apreciar los mensajes que alguien había escrito al menos dos siglos antes.
Pintadas antiguas sobre la fachada de la iglesia de San Isidoro de Oviedo. Aparecieron tras la restauración del templo.Pintadas antiguas sobre la fachada de la iglesia de San Isidoro de Oviedo. Aparecieron tras la restauración del templo.
¿Si eran graffitis, por qué no se borraron?
La iglesia actual formaba parte originalmente del colegio jesuita de San Matías, que fue demolido para levantar el actual mercado de El Fontán. Todo este complejo se levantó durante el siglo XVII, y la iglesia fue inaugurada en el año 1681. En esa fecha, obviamente, su fachada lucía el inmaculado color dorado de la piedra de Piedramuelle.
Cuando el equipo dirigido por el arquitecto José Ramón Fernández Molina recibe el encargo de consolidar y limpiar la fachada (además de otras intervenciones en la cubierta del templo), se desconocía la existencia de las pintadas. Como él mismo cuenta, «en el proceso de limpieza descubrimos las inscripciones y decidimos dejarlas, como parte del paso de la historia por la iglesia». El motivo, explica es que «son documentos del paso del tiempo y no tenemos derecho a borrarlos».
La fotografía tal vez más antigua conservada de la plaza del ayuntamiento. A la izquierda se aprecia la iglesia de San Isidoro, ya entonces muy oscurecida por la suciedad y donde no se apreciaban las pintadasLa fotografía tal vez más antigua conservada de la plaza del ayuntamiento. A la izquierda se aprecia la iglesia de San Isidoro, ya entonces muy oscurecida por la suciedad y donde no se apreciaban las pintadas
Hay muchas teorías y tendencias sobre la restauración que han ido cambiando a lo largo de los años, dice Molina. «Antiguamente se pensaba que había que dejar el edificio lo más parecido a cómo era originalmente, eliminar todo lo que se consideraba adherencias inapropiadas o discordantes, pero ¿quién sabe realmente, en muchos casos, cómo era el original? Yo no puedo decidir eso. Hay que actuar con mucho cuidado cuando se restaura». De modo que el equipo elimina la pátina oscura de la fachada. «También hay quien cree que incluso la suciedad es parte de la historia, pero eso me parece exagerado», señala el arquitecto. Es un debate sobre el que existe una extensa e intensa literatura.
Joseph Dorado
A la derecha de la puerta, mirando de frente la fachada, se puede observar a buena altura la inscripción «Joseph Dorado. Cate Dr. de Filosofía» y bajo la inscripción, un símbolo. ¿Quién era este personaje?
Según la Real Academia de la Historia, Joseph Dorado estudió letras en Oviedo y se graduó en la Universidad en 1705 como «bachiller artista». También estudió medicina y cirugía en Valladolid en 1708. Hace prácticas con su padre en Oviedo y en 1714 es nombrado médico titular de Villaviciosa en Asturias y, al año siguiente, médico titular de la ciudad y del Ayuntamiento de Oviedo, cargo que desempeñará hasta su fallecimiento.
Cuando obtiene el nombramiento como catedrático de Filosofía en la universidad ovetense, «la superación con éxito de las oposiciones a cátedra fue celebrada por los estudiantes con el tradicional Vitor, que permanece grabado todavía en la fachada lateral de la iglesia de San Isidoro». Hay un error obvio, pues se trata de la fachada principal.
El Vitor o víctor es un símbolo derivado del crismón o monograma de Cristo (XP, las dos primeras letras del nombre de Jesús en griego) del Bajo imperio romano, adoptado por los universitarios españoles desde el siglo XIV. El Crismón superponía la P a la X y se incorporó a la iconografía romana (y en época más reciente, a la franquista. Como señala Fernández Molina, aún queda alguno de estos otros vitores en el edificio antiguo de la Universidad).
En el lado izquierdo de la iglesia de San Isidoro, mirando de frente la fachada, también hay otras inscripciones, alguna más reciente.En el lado izquierdo de la iglesia de San Isidoro, mirando de frente la fachada, también hay otras inscripciones, alguna más reciente.
Molina desconoce qué significan las otras pintadas de la fachada de San Isidoro, aunque supone que también eran nombres de estudiantes que celebraban su licenciatura. Bajo el de Joseph Dorado se puede ver un graffiti que muestra abreviado el nombre «L. Santa Cruz» y, más abajo, otras siglas, quizá de un nombre.
En el lado izquierdo hay otra gran inscripción en letras mayúsculas, al menos dos corazones flechados y bajo esas pintadas, otra moderna, tal vez de los años 40 del siglo pasado, que dice «se prohibe jugar a la pelota en este sitio». Los responsables de la iglesia consideraban que los balones eran una molestia y tal vez un peligro para alguna ventana, pero no repararon en el daño que hacían al escribir sobre un monumento.
«Un edificio envejece y vale más dejarlo envejecer que no mixtificarlo o manipularlo, no caer en el falso histórico. Somos como médicos. Diagnosticamos, buscamos las certezas y queremos actuar con seguridad: nuestros pacientes son los edificios, queremos darles calidad de vida, no borrarles la edad», concluye Fernández Molina.
Recreación del colegio jesuita de San Matías de Oviedo, junto a la iglesia del mismo nombre, conocida por San Isidoro. En este lugar se levanta hoy el mercado cubierto del Fontán
El ambicioso proyecto de los poderosos jesuitas que acabó con la charca fétida del Fontán
G.G.
Cuando los jesuitas construyeron la iglesia de San Isidoro, ni se llamaba así, ni se proyectó como hoy la vemos. Pues, en realidad, el templo estaba (y está) dedicado a San Matías y la orden lo proyectó con dos torres, no una, lo mismo que ocurrió con la Catedral. También levantaron anexo a él, junto al entonces inhóspito Fontán, un gran colegio que ya no existe.
Hay que remontarse al siglo XVI para recuperar esta historia. La orden de San Ignacio o canónigos regulares, a los que también llamaban frailes teatinos, estaban instalados cerca del Campo de los Reyes. Por cierto, de ahí que el actual barrio lleve ese nombre.
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