Isabel Díaz Ayuso.
Isabel Díaz Ayuso. LUIS GRAÑENA A diferencia de otros medios, en CTXT mantenemos todos nuestros artículos en abierto. Nuestra apuesta es recuperar el espíritu de la prensa independiente: ser un servicio público. Si puedes permitirte pagar 4 euros al mes, apoya a CTXT. ¡Suscríbete! Me temo que a la presidenta madrileña no le queda otra. No soy, ni mucho menos, especialista en el PP pero sospecho que Ayuso y sus estrategas no cuentan con los resortes adecuados para asaltar orgánicamente su propio partido. Una cosa es asaltar la sede de la calle Génova y otra bien diferente es conquistar un aparato. Es posible que si los militantes del PP tuvieran que elegir entre Ayuso y Casado eligieran a Ayuso, pero no parece probable que el partido formule esa pregunta a sus militantes. Pero es que además a Ayuso se le presenta una ocasión formidable. En tiempos como los que estamos viviendo, la política es para los audaces. Si los audaces, además, cuentan con la administración de la Comunidad de Madrid y, precisamente por eso, gozan de amplísimos apoyos mediáticos, la ocasión es inmejorable para terminar de hacer la revolución en la derecha, acelerando su proceso inevitable de trumpización. Ayer hablaba con un periodista de izquierdas sobre esta hipótesis. Se alegraba porque pensaba que con tres partidos, la continuidad del gobierno de coalición entre PSOE y UP estaba asegurada tras las próximas elecciones. No estoy de acuerdo. Si se presentaran tres partidos de derechas a las elecciones ya les aseguro yo que el PSOE dejaría de una vez su obsesión necrofílica de violentar el cadáver de Ciudadanos y se lanzaría a lo que quedara del PP para ofrecerle reconstruir juntos los consensos del 78. Pero es que además, si Ayuso organiza su nuevo partido o plataforma, no es ni mucho menos descartable un entendimiento electoral con Vox. De hecho, sería una jugada ganadora para ambos. Podrían arrebatarle la primera posición en el bloque reaccionario al PP y hacer a Ayuso presidenta de España. Sospecho que los jefes de Vox no tendrían problema en obligar a Abascal a ceder el liderazgo a quien puede llegar mucho más lejos que él entre las bases culturales de las derechas. ¿Ayuso corrupta? Por supuesto. Como todo cristo en la derecha. Pero si alguien piensa que, en estos tiempos, la corrupción evidente puede desgastar a Ayuso es que no ha entendido nada de lo que representó y representa el fenómeno trumpista en los EEUU y en las derechas de medio mundo. Quizá deberíamos estar más preocupados y salir de una vez de esa ingenua actitud de devoradores de palomitas ante el espectáculo que estamos viendo. A la izquierda casi siempre nos llegan las hostias cuando estamos distraídos y alegres pensando en otra cosa. La buena intención del cordón sanitario que proponíamos desde esta revista creo que se encuentra hoy, aún de manera más clara que ayer, frente a una realidad que señala que las buenas intenciones a veces no coinciden con las buenas estrategias. Vaya de nuevo mi voto particular: nadie de la derecha va a venir a nuestro cordón democrático por muy amable y sensato que suene. Por otro lado, la guerra en la derecha hará del PP un partido más débil y quizá acabe con Casado, pero el bloque reaccionario en su conjunto puede hacerse aún más fuerte y situarse más inequívocamente en coordenadas ultraderechistas en su conjunto. Y ojo, en nuestra época los partidos mandan mucho menos que los medios y, como se ha demostrado en estos años, los bloques ideológicos y culturales pueden bascular entre diferentes siglas disponibles. Se lo digo por experiencia. Es importante tener el control de los aparatos de partido, contar con buenos cuadros e implantación territorial pero es más importante aún contar con el apoyo aéreo mediático y con una administración pública a tu servicio. En las guerras modernas decide siempre la aviación aunque la infantería tenga que entrar a cambiar una bandera por otra. Ante lo que estamos viviendo toca seguir armándose para un combate cultural que se va a recrudecer con una violencia social sin precedentes. Necesitamos antifascistas pero no solo de los que llevan sudadera con capucha y zapatillas de deporte. Los necesitamos con cámaras, micrófonos y ordenadores portátiles defendiendo la democracia y la justicia social cada día.
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