martes, 6 de junio de 2023

Respuesta a los PERSONALISMOS....

Una respuesta colectiva a la entrevista a Manuel Sánchez Terán en NORTES Tino Menéndez y otros cinco ex trabajadores de Duro Felguera reivindican el protagonismo colectivo del conflicto laboral. Por Tino Menéndez 5 junio 2023 Manuel Sánchez Terán. Foto: David Aguilar Sánchez El 19 de mayo NORTES publicaba una entrevista realizada a Manuel Sánchez Terán en la que habla largamente sobre el conflicto de los despedidos de F. Melt y Felguera Construcciones Mecánicas en los años noventa del siglo pasado a raíz de los dos expedientes de extinción de contratos. Los abajo firmantes, protagonistas de aquel conflicto, consideramos que muchas de las afirmaciones de Sánchez Terán deforman la realidad de aquel conflicto y deseamos precisar sobre las mismas para mejor conocimiento de sus lectores. Respecto a esa entrevista queremos decir lo siguiente: En los últimos años venimos observando con preocupación la distorsión que se produce en distintas entrevistas publicadas en medios de comunicación realizadas a Manuel Sánchez Terán sobre lo que fue el conflicto de los despedidos de Duro Felguera, una manifiesta deformación de lo ocurrido, convirtiendo lo que fue un conflicto colectivo ejemplar, tanto en cuanto a elaboración como en cuanto al desarrollo de las acciones que se llevaron a cabo para lograr nuestros objetivos reivindicativos, en un conflicto en el que un líder pensaba, decidía y actuaba y los demás seguían las órdenes de ese líder único. Nuestra preocupación por esa deformación de la realidad llegó al punto máximo con la entrevista a Sánchez Terán que se publicó el 19 de mayo en el periódico digital Nortes, en la que se evidencia un personalismo de tal magnitud que contradice radicalmente no solo el modelo de funcionamiento que mantuvimos durante todo el tiempo del conflicto sino también la realidad y la ejemplaridad del mismo por el deseo de Sánchez Terán de patrimonializar las acciones y los éxitos que fueron fruto del trabajo y la participación de muchos. Pero también nos preocupa que se deformen los hechos para el cultivo de ese personalismo, atribuyéndose como personales acciones que fueron colectivas, deformando hechos para tapar ciertas actuaciones propias o para convertirse en protagonista único a lo largo de toda la entrevista, soslayando hasta el ridículo en ocasiones el protagonismo de sus compañeros o escondiendo actuaciones personales que fueron negativas para el colectivo. “Nuestra forma de entender y practicar el sindicalismo siempre fue horizontal” Nuestra forma de entender y practicar el sindicalismo siempre fue horizontal, discutiendo planteamientos en las secciones sindicales y en el comité de empresa para que la asamblea fuera el máximo órgano de toma de decisiones. El movimiento asambleario en Duro Felguera siempre fue muy potente. Por tanto, cuando comenzó este conflicto nuestro bagaje sindical era importante. Nos habían crecido los dientes en asambleas realizadas en los últimos años del franquismo. En ellas vimos debatir a aquellos veteranos compañeros que sin ningún miedo hablaban públicamente de derechos laborales, sindicales y políticos. Cuando Sánchez Terán entra en 1989 en el Comité de Empresa sustituyendo a compañeros de CCOO que formaban parte de él y se jubilaron tras el acuerdo de febrero de ese año (por respeto a la verdad diremos que, frente a lo que dice Sánchez Terán, ese acuerdo lo firmó solo UGT y no CCOO), la experiencia de lucha y práctica asamblearia tiene un largo recorrido en Duro Felguera por parte de quienes habían creado las Comisiones Obreras todavía con la dictadura muy viva. En esa tradición nos formamos los que vivimos el conflicto de La Duro. De ella mamamos y a ella debemos buena parte de nuestra formación sindical, que fue básica en nuestra lucha colectiva. Pretender convertir ese conflicto en una creación de un individuo que lideraba de forma absoluta no solo es una deformación sino un triste ejemplo para los trabajadores, algo de lo que siempre hemos tratado de huir la mayoría de los que hemos participado, y muy activamente, en ese conflicto. Conviene aclarar en primer lugar que en el conflicto participaban los trabajadores de dos empresas, Felguera Construcciones Mecánicas (FCM), con 149 despedidos, de la que Manuel Sánchez Terán era el representante, y Felguera Melt, con 83 despedidos cuyo representante era Constantino Menéndez. La torre de la Catedral de Oviedo/Uviéu durante el encierro de los trabajadores de Duro. Queremos dejar claro que a lo largo del conflicto hubo siempre diversos grupos, con niveles de responsabilidad distinta, que fueron imprescindibles para el éxito de nuestra lucha. En el nivel de la representación estaban los representantes de cada una de los dos comités de las empresas que sufrieron los expedientes de extinción de contratos: Terán, de FCM, y Tino, de Felguera Melt, encargados ambos en el mismo nivel de llevar las decisiones de la asamblea a los ámbitos convenientes, siempre como un tándem que iba en representación de ambos colectivos. Terán y Tino, Tino y Terán eran el tándem que nos representaba, con división de papeles, según las mejores habilidades: Terán como portavoz, un trabajo que hizo con gran habilidad y valía, como hizo Tino el suyo de organización, elaboración de estudios, escritos y propuestas de negociación. Y ambos, nunca uno solo, representándonos a los dos colectivos. Una decisión que se tomó es que habláramos con una sola voz ante los medios y se propuso como portavoz ante ellos a Terán, portavoz, no representante para cualquier otra cosa. Nuestros representantes eran dos, uno por cada empresa. Resulta llamativo que en la entrevista sobre el conflicto y sobre las acciones que tuvieron lugar a lo largo de esos años salga más de 150 veces el YO de Terán, ¡¡más de 150!! (yo, mí, me, o la primera persona del verbo) y ni una sola, ¡¡ni una sola!!, Tino. Y en algún momento de la entrevista llega a resultar chusco el escamoteo del nombre del compañero que lo acompañó siempre en todo como representante del colectivo. Por ejemplo, cuando hace referencia a un viaje a Madrid se refiere a un representante sindical, Suárez Vallina, y omite a Tino, que también estaba presente en esa reunión “Yo fui a la Dirección General a Madrid a exponer el problema con un representante sindical…”. Y cuando se refiere a la presunta patada a una concejala por la que Constantino Menéndez fue juzgado, Sánchez Terán se refiere a él como un compañero, distorsionando la realidad de los hechos y mintiendo en las causas que motivaron la ocupación del Ayuntamiento. También escamotea ese nombre cuando habla de las visitas al obispo para llevar el gomeru o el trapu rojo, momentos en los que siempre estuvo presente Tino Menéndez, el representante de Felguera Melt, con el que Terán compartió cientos de reuniones y ni siquiera en referencias como estas es capaz de decir su nombre, algo que no sería necesario si Terán hablase del colectivo y no tuviera siempre en la boca su yo, para reservarse el protagonismo absoluto. ¡¡Más de 150 referencias a sí mismo y ni una sola al otro compañero que constituía con él el tándem que nos representaba!! Demasiado personalismo. Alguien podría decir que se trata de esa práctica tan estalinista de borrar la referencia o la foto de quien está a tu lado porque no te gusta o puede hacerte sombra, pero solo dejémoslo en que resulta patético. Es significativo que la única vez que fue solo, sin la compañía de Tino, viaja a Madrid con un nombre falso donde le recibe Ramón Colao en un hotel, pero omite siempre lo ocurrido en la reunión que mantenemos los miembros del Comité despedidos en el que se acuerda no acudir a esa cita en esas condiciones, el conflicto no estaba para ningún alarde de ese tipo. Si verdaderamente querían hablar para solucionar el conflicto los cauces no serían esos y nunca con una sola persona. Terminada la reunión nos fuimos para Sama a la espicha que se estaba organizando para recaudar fondos y cuando llegamos Terán habla con ciertos compañeros muy cercanos y desoyendo lo que se había acordado y sin decir nada a nadie los convence para que lo lleven al aeropuerto camino de Madrid. Es decir, traiciona lo decidido colectivamente y en lugar de autocrítica por desoír lo decidido colectivamente, presume de esa deslealtad al grupo. “Terán y Tino, Tino y Terán eran el tándem que nos representaba, con división de papeles” Ese escamoteo de nombres se produce en otros momentos y con otros protagonistas esenciales en el conflicto. Gerardo Iglesias Campa estuvo colgado en la Dirección Provincial, participó en el acto de Covadonga, estuvo 52 días de huelga de hambre y siete meses en la torre de la catedral. Pero la única vez que lo nombra en ese entrevista de más de 30 páginas es en el momento en que habla de la primera de esas acciones, pero en la siguiente acción en Covadonga, para que el Yo de Terán sea el único protagonista identificado, se refiere a él como “otro compañero”, un compañero al que tiene que corregir con su sabiduría cuando dice: “la Santa ahí en medio, sola. Estábamos ahí delante de ella y a mí se me ocurrió decir: «¿Qué, Santa? ¿Te vienes con nosotros pal taller?». El otro dice: «<¡Venga, cagon mi madre!». Le digo: «¡Ni se te ocurra! No, no, eso nunca, porque se acabó la movida. No nos interesa. Más cabeza». Habla de Campa, uno de los compañeros con más formación política de todos nosotros, el compañero que estuvo 52 días de huelga de hambre y siete meses encerrado en la torre de la catedral. Pero solo lo nombra de pasada, haciendo un relato totalmente peliculero en el que él es el protagonista casi absoluto, en aquella acción en la que se colgaron de la cornisa de la Dirección Provincial de Trabajo, como un acompañante secundario. Díaz Merchán con los trabajadores de Duro Felguera. Fuente: Arzobispado de Oviedo. En un segundo nivel estaba un grupo de varias personas, sobre todo los miembros de los comités despedidos, pertenecientes a CCOO Ese grupo nos veíamos de continuo para buscar salidas, planear acciones que no podían ser discutidas en asamblea por razones obvias, analizar propuestas que llevar a la asamblea. Ese grupo fue esencial pero nunca hace referencia Sánchez Terán a ninguno de ellos, los entierra para presentarse como el único protagonista. Docenas y docenas y docenas de referencias a sí mismo pero ni una sola a ellos. Tampoco hace ninguna referencia a los que se la jugaron, llevaron a cabo acciones muy difíciles y peligrosas y fueron fundamentales para el éxito de nuestra lucha. Por otro lado, cuando el periodista saca el tema de la huelga de hambre, una acción muy dura y que duró 52 días, Terán, que suele ser verborreico, lo despacha con mucha brevedad: “La huelga de hambre, sí. Tomamos las instalaciones del Ayuntamiento y unos compañeros se pusieron en huelga de hambre. No comían, evidentemente, y lo que hacían era beber agua, suero y glucosa, nada más. Se alimentaban del humo que éramos capaces de generar para apretar más todavía”. Nada sobre los riesgos que esos cinco compañeros corrieron, nada sobre la dureza de esa huelga de hambre. No da ningún nombre, no se para ni en sus nombres ni en su sufrimiento, y cuando el periodista saca sus nombres (Gerardo Iglesias Campa, Juan José del Río Miguel, Celso Cueva Suárez, José Higinio Solana Peña y Juan Manuel Corujo Díaz) y su situación, Terán, desde ese personalismo que no queremos calificar, desvía hacia sí mismo de inmediato el sufrimiento: “Yo empecé a recibir amenazas incluso de dentro de Comisiones, diciéndome que sería el culpable si le pasaba algo a algún compañero”; “Yo no podía más, ya no aguantaba. Y dije que, si algún compañero tenía que ser evacuado por un problema serio, entraría yo”. El sufrimiento y el protagonismo de los compañeros lo borra de un plumazo para convertirse de inmediato en el protagonista de ese sufrimiento y en el salvador de la situación. De nuevo la práctica de borrar de la foto a los protagonistas para apropiarse de su labor. Parece que nada se discutía en las asambleas, ni en los grupos de trabajo, ni era producto de la aportación colectiva, solo el héroe, él solo, el que sufre y salva al rebaño. Tino, que estaba con él de continuo durante esos 52 dias buscando salidas, soluciones, no existe. Solo estaba él, que, el pobre, ya no podía más. Curiosamente el día que se decide en asamblea entrar en el Ayuntamiento para iniciar la huelga de hambre, fue cosa de “esos otros compañeros” ya que no estaba el propio Terán en el momento de la decisión porque llegó tarde a la asamblea de ese día. Pero se apropia del esfuerzo y las decisiones de los demás sin vergüenza alguna. Parece que tampoco se discutió nada en asamblea, ni en los grupos, sobre la marcha a Madrid, fue cosa solo del líder omnimodo: “Preparo la marcha sabiendo que tenía que preparar a los trabajadores para resistir” (como si él fuera el único ser pensante en aquel colectivo). Esa continua referencia al yo deforma radicalmente el trabajo colectivo: “Yo hago un informe”, “Yo en aquel momento tenía ganada a la asamblea”, como si los demás no pensaran, “dije: vamos a dejarlo claro a Madrid”, “Tenía que supervisarme a mí mismo para ver dónde me metía, y dónde les metía” (como si nadie pensara más que él) “Yo digo: eh, ley de libertad sindical. A mí no me podéis meter ahí…”, como si no hubiera una posición que se tomó entre todos y discutida en la asamblea, “Yo dije: No, no, no. A mí me quitas, pero no puedes poner a nadie”, como si el argumento fuera suyo y no de un escrito elaborado por un compañero y que se entregó a la empresa firmado por todos los miembros del comité despedidos, excepto el despedido de UGT, “Yo conseguí que el hijo de alguno de ellos sustituyera al padre en la lista y fuera reconocido”, algo que se consiguió en las reuniones llevadas a cabo por la Comisión de Seguimiento del Acuerdo 2/11/94 y él se atribuye, “el veintitrés de diciembre, digo: Pa dentro” sobre el encierro en la torre de la catedral, tratando a los encerrados como si fueran corderitos. Podríamos seguir poniendo ejemplos pero creemos estos son suficientes para ilustrar la deformación personalista que de continuo lleva a cabo Terán sobre lo sucedido por afán de protagonismo. Instalaciones de Duro Felguera FOTO: Iván G. Fernández Hay muchos momentos en la entrevista, casi todos, en los que se arroga el protagonismo único, llegando a situaciones realmente esperpénticas como cuando el periodista le recuerda todas las acciones llevadas a cabo por el colectivo de despedidos, que fueron muchas (sucursales del BCH, Cajastur o Seguros La Estrella quemadas, trenes quemados, subestaciones eléctricas, repetidores de telefonía, etc.) y Sanchez Terán se centra única y exclusivamente en una, aquella en la que él tuvo un mínimo protagonismo casual: cuando una llamarada le alcanzó en la cara. Ni una palabra para esos compañeros que llevaron a cabo acciones en las que se la jugaron. Tampoco hay una solo palabra sobre la cantidad de compañeros que sufrimos denuncias, que fuimos objeto de juicios, que recibimos multas,… Fuimos muchos pero tal parece que el único que sufrió persecución judicial y policial fue él. También fuimos muchos (y ahí están los informes para confirmarlo) los que sufrimos vigilancia policial continua, los que recibimos llamadas a altas horas con amenazas, pero ninguno merecimos una sola referencia de Sánchez Terán no sea que se vea que no fue el único que estuvo en aquella pelea, tanto en la elaboración como en las acciones. Nosotros no necesitamos reivindicar personalmente nuestra participación porque nos sentimos orgullosos de haber sido parte de aquel conflicto ejemplarmente colectivo, pero no podemos asumir que se deforme la historia de aquella lucha colectiva por el afán de protagonismo de un individuo. Cuando habla del encierro en la torre de la catedral vuelve a olvidar que allí estuvieron unos compañeros siete meses y otros cuatro. Pero no hay referencia a la dureza de la vida en aquella situación que fue clave para desatascar la contratación de los 39 compañeros que aún estaban sin el paro. Terán no solo no cita a Juan Díaz Díaz, Víctor Vaquero Rodríguez, Luis Braña, Gerardo Iglesias Campa y Juan José García García, primero, ni a Marino García Rodríguez, Fermín Rodríguez Menéndez, Ramón Cimadevilla Jove, y Manuel Ortiz de Galisteo Muriel, después, sino que se adueña de aquella acción presentándola como una decisión propia (“yo dije, adentro”) y apropiándose de los peligros como si en caso de intento de desalojo: “Yo me voy a resistir…” o “yo no me voy a dejar desalojar…”, desalojo que, de haberse producido, hubiera sido a horas en las que estarían solos los cinco o los cuatro encerrados y serían ellos los que se enfrentarían con las fuerzas policiales. Curiosamente, aunque ya no sorprende, cuando se trata de acciones o propuestas en las que él no participó, se incluye recurriendo al nosotros, como cuando alude a hechos anteriores a su presencia en el comité, antes del 89, o cuando habla de la huelga de hambre y dice “sabíamos en qué límite estábamos…”. Manuel Sánchez Terán en Xixón. Foto: David Aguilar Sánchez Tampoco se puede aceptar que deforme los hechos para presentarse como héroe y atribuirse méritos que no le corresponden. En el caso de Euro Metals, en la reunión que tiene lugar a finales de abril del 91 en la que él participa, se llega a un preacuerdo que él termina admitiendo. Era una situación tensa, difícil y nadie le reprocha la aceptación inicial del preacuerdo. En la ejecutiva de la Sección Sindical de FCM lo defiende y sale aprobado pero hay una gran oposición al mismo por parte de algún compañero, lo cual va minando la posición mayoritaria de la ejecutiva. Terán termina rechazando aquel preacuerdo porque la mayoría de la asamblea lo rechaza y él mismo dice que no puede defender nada que la mayoría de los compañeros rechazan, cosa que le honra, pero de ninguna manera se puede admitir que deforme los hechos como hace en la entrevista para presentarse como adalid del rechazo. No partió de él el rechazo sino que terminó asumiéndolo porque la mayoría lo rechazaba. Por otra parte, nunca llegó a haber referéndum porque Euro Metals se retiró y buscó otra salida en el País Vasco, tan falsa como esta primera ciertamente. Quede clara la alta valoración que tenemos del trabajo realizado por Sánchez Terán a lo largo de los años que duró el conflicto, no solo como portavoz y representante del colectivo sino también como presidente del comité de Felguera Construcciones Mecánicas. Es indudable y así queremos dejarlo claro, pero apropiarse del trabajo colectivo y escamotear el enorme protagonismo de otros compañeros en esa lucha es un ejercicio de revisión de la historia para satisfacer el ego personal que no podemos aceptar. Aquella lucha fue ejemplar por el fuerte compromiso y la fuerte participación de muchos. No sabemos si el conflicto hubiera llegado a donde llegó sin la participación de Terán, pero sabemos con toda seguridad que no hubiera alcanzado el triunfo que alcanzó si todos esos compañeros no se hubieran entregado a esa lucha con la fuerza y el entusiasmo que pusieron. El fue portavoz por decisión colectiva, pero la organización, las acciones, las propuestas y las negociaciones fueron obra de otros al mismo nivel que Terán. No hay acción individual capaz de doblar el brazo a ninguna empresa ni a ningún gobierno. Solo la acción colectiva, con sentido de clase, puede llevar a los trabajadores a alcanzar éxitos en sus luchas, pero Sánchez Terán parece olvidarlo y transmite un mensaje falso y, además, poco válido para las luchas de los trabajadores. Todas estas afirmaciones solamente contribuyen a pervertir la imagen del Colectivo de despedidos. Nunca hubo una sola persona liderando este conflicto, ni tampoco un grupo preponderante. Todos éramos importantes, cada uno en su faceta: propaganda, prensa, preparativos de acciones a llevar a cabo y otros trabajos diarios sin especificar pero también muy necesarios. Obviar al resto de los compañeros que llevaron a cabo todas esas acciones es un error monumental y distorsiona el modelo sindical que defendíamos y practicábamos. Parece ser que el conflicto se solucionó gracias a él y pocos más. La huelga de hambre, el encierro en la catedral, la resistencia de los compañeros despedidos, la solidaridad de Asturias y fundamentalmente de la Cuenca, la despacha en cuatro párrafos y muy escuetos. A lo largo de la entrevista en varias ocasiones Sánchez Terán hace un relato muy peliculero y totalmente personalista para convertirse en el único protagonista. Esa visión está detrás de su rechazo al documental “Resistencia”, un documental que no personaliza y da cancha a más individuos, hombres y mujeres que fueron esenciales para nuestra lucha. Que el documental no iba a ser del agrado de todos era más que previsible, pero conviene recordar que toda la gente que trabajó en este documental emplearon muchos días y meses para poder rodar y montar este documental de forma totalmente altruista y aportando mucho dinero de su bolsillo. Así que al menos deberíamos agradecerles el trabajo realizado y no insultarles continuamente porque cuando el insulto se personaliza en una persona se está castigando a todo el equipo. Por último, queremos recordar que en un conflicto tan largo como el nuestro hay momentos muy tensos, se toman muchas decisiones, en las que no siempre acertamos. Es normal y no podemos flagelarnos por ello. Son aspectos secundarios en un conflicto de una lucha colectiva ejemplar, que, aunque hayamos cometido fallos, logramos el objetivo esencial que nos propusimos: que los 232 despedidos tuvieran una respuesta positiva a las reivindicaciones que planteamos: recolocación, prejubilación o incapacidad en el caso de situaciones de enfermedad. Lo logramos, fue un éxito, pero de todos y gracias al apoyo de la sociedad asturiana y sobre todo langreana, no gracias a la acción individual de Sánchez Terán. Y esa es la lección que queremos transmitir al conjunto de la clase obrera. Firman este artículo: Constantino Menéndez Sánchez Representante del Colectivo de Despedidos. Secretario de la sección sindical de Felguera Melt y miembro del Comité de Empresa. Gerardo Iglesias Campa 52 días en huelga de hambre7 meses encerrado en la torre de la catedralMiembro del Comité de Empresa de Felguera Construcciones Mecánica Juan José García García 7 meses encerrado en la torre de la catedralPresidente del Comité de Empresa de Felguera Melt Celso Cueva Suarez 52 días en huelga de hambre Juan José Del Rio Miguel 52 días en huelga de hambre Victor Vaquero Rodriguez 7 meses encerrado en la torre de la catedral ETIQUETASactualidad_cabeceraDuro FelgueraManuel Sánchez Terántemes_cabecera

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