jueves, 1 de enero de 2009

El centenario de un genio.

Quizás el más importante humanista vivo.


Levi-Strauss, feliz centenario


Francia celebró ayer con alegría, pasión y gran fasto el centenario de Claude Lévi-Strauss, quizá el más grande de los humanistas vivos, hoy, antropólogo escéptico sobre una disciplina que él contribuyó a transformar, inquieto por el destino mismo de las civilizaciones, comenzando por la nuestra, que considera amenazada.
Desde las ocho de la mañana, en el Museo del Quai Branly, en la Academia, en el Coll_ge de France, se sucedieron los acontecimientos más alegres, festivos, apasionados. Presentación de una maravillosa colección personal de máscaras, objetos y piezas de arte de otras civilizaciones. Proyección de películas y glosando la figura del patriarca de la antropología estructural, en Brasil, en Nueva York, en Francia, diseccionando con cariño el carácter sinfónico de los grandes mitos de los pueblos amenazados, comparados con los grandes mitos del arte musical de nuestra civilización.
Aquí y allá, la obra estrictamente científica del antropólogo quedó amorosamente eclipsada por la huella de su mirada piadosa sobre el melancólico destino de los pueblos convertidos en sujetos pasivos de una ciencia del estudio de los comportamientos sociales y espirituales.
Los grandes especialistas reunidos en el Museo del Quai Branly pudieron discutir amistosamente, intentando discernir la huella estrictamente científica del maestro. El gran público, por el contrario, se apasiona por algo mucho más humanista: la contemplación de las colecciones de Claude Lévi-Strauss, recogiendo aquí y allá máscaras, utensilios, objetos y obras de arte de otros pueblos, desaparecidos o en vías de desaparición, deja al visitante la melancólica emoción de quien descubre en tales huellas el rastro de lo que pudiera quedar de nosotros, mañana, si nuestra civilización fuese víctima de previsibles catástrofes.
En la Academia, los mandarines glosaron el puesto eminente de la obra humanística de Lévi-Strauss en la historia del pensamiento de nuestra civilización. François Fillon, primer ministro, hizo el elogio público a la obra inmensa del científico y el moralista. Nicolas Sarkozy, presidente de la República, hizo al centenario una visita familiar, «con el fin de transmitirle el homenaje de toda la nación».
Si hay que creer a los portavoces oficiales del jefe del Estado, Lévi-Strauss «se mostró atento y muy vivo, advirtiendo al presidente sobre los riesgos que pesan sobre el destino de nuestra civilización». Hace pocos años, el maestro me confiaba, en su despacho del Coll_ge de France: «Es Europa la que hoy está amenazada».

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