El vencimiento de Garoña hace sacar las años a los ProNuke.
Los nucleares se entregan a la defensa numantina de Garoña
El sector dobla esfuerzos para convencer al Gobierno de que su cierre costaría 200 millones y una subida de la luz del 10%
El 5 de julio es la fecha tope para que el Ministerio de Industria decida si indulta a la central nuclear de Garoña, tal y como pide el sector y gran parte de la oposición, o si acuerda su cierre, siguiendo el dictado del programa electoral del PSOE. Apenas un mes en el que la industria nuclear está sacando a la calle toda la artillería para tratar de convencer a un Gobierno dividido y en plena campaña electoral europea de la necesidad de mantener la instalación, especialmente por su contribución al sistema eléctrico, porque cerrarla es muy caro y difícil, deja en la calle a más de 1.000 personas y podría encarecer la luz hasta en un 10%. Tan convencidos están de que todos estos argumentos, más el probable dictamen favorable del Consejo de Seguridad Nuclear, no pueden caer en saco roto, que no tienen Plan B para la instalación. Garoña se ha convertido, a diferencia de la ya cerrada Zorita, en un símbolo del debate sobre el futuro de la energía nuclear.
Cuando faltan sólo unos días para que el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) remita su dictamen al Ministerio de Industria -tiene como fecha tope el próximo 5 de junio- y cerca de un mes para que éste haga público su veredicto final -el 5 de julio-, la industria nuclear está peleando con ganas la 'amnistía' de la central de Garoña, en Burgos.
En apenas unos días, han proliferado los informes, las declaraciones de adeptos, la presentación de libros y los datos económicos. Artillería pesada para demostrar que Garoña no sólo está en buena forma sino que además es necesaria y convencer a un presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, manifeistamente anti nuclear.
El primer argumento que esgrime el sector es que no hay que confundir vida útil de la central con la denominada vida de diseño, que es el tiempo mínimo de funcionamiento previsto inicialmente bajo unas condiciones muy severas, que habitualmente no se dan en la realidad como, por ejemplo, soportar un terremoto. Es decir -explican- que los 40 años estimados por el fabricante al hacer el diseño pueden alargarse en realidad bastantes más sin ningún problema de seguridad.
De hecho -continúan fuentes del sector- esto es lo que ocurre en muchos lugares del mundo donde centrales del mismo tipo y antigüedad que Garoña -de General Electric, de alrededor de 400 MW y de principios de los años 70- no sólo están funcionando en EEUU, Europa y Asia, sino que además varias de ellas ya han obtenido permisos de renovación hasta que cumplan 60 años. Concretamente, de las doce centrales similares a la burgalesa que funcionan en el mundo, siete -todas estadounidenses- ya han obtenido este permiso.
En tercer lugar, tanto el Foro de la Industria Nuclear, la patronal del sector, como Nuclenor, la sociedad propietaria de Garoña -constituida a partes iguales por Endesa e Iberdrola- insisten en que la instalación está en muy buenas condiciones, con factores de producción que se sitúan un 9% de la media mundial, y que ha superado todos los controles de seguridad que se le han hecho con muy buenos resultados. El director general de Nuclenor, Martín Regaño, asegura que además de los controles periódicos del CSN, Garoña se ha sometido a cinco revisiones internacionales independientes de manera voluntaria en los últimos doce años.
Seguridad
Con esto el sector trata de despejar cualquier duda acerca de la seguridad de la planta que, precisamente el 23 de abril sufría una parada no programada. Si bien el CSN estimó que se trataba de un incidente de riesgo cero en una escala que va del 1 al 7, puesto que se produjo fuera de la denominada zona nuclear de la central, éste era el séptimo incidente que se produce en este el año de su renovación, lo que ha dado lugar a no pocas críticas y h dado argumentos a quienes hace tiempo que piden al Gobierno que cumpla con su programa electoral y cierre Garoña.
El sector no sólo pide la renovación de Garoña por segura, también por productiva. Desde Nuclenor se enorgullecen de que en los últimos años la central ha sumado cerca de 150 millones en inversiones de mejora, casi 400 desde finales de los años 80, lo que ha permitido sustituir más de la mitad de los equipos de la planta y la realización de más de 2.500 modificaciones al diseño original para adaptarla a los nuevos requisitos. Esta modernización permite a Garoña producir un 2,5% de la electricidad que consume España, según el Foro Nuclear.
La operación a largo plazo de la planta burgalesa, es decir, los diez años más que se dirimen en estos momentos, supondrían la producción de 38.000 millones de kWh, lo que, según datos de Nuclenor, supone el 30% del consumo de Castilla y León, y una cantidad muy superior a los que produce el 100% del parque fotovoltaico español. Además, evitaría la emisión de 25 millones de toneladas de CO2 y por tanto la compra de derechos de emisión por valor de 550 millones de euros, a precios de 2008.
Entre el argumentario que estos días, in extremis, expone el sector nuclear está también el coste que tendría el cierre de la central, que superaría los 200 millones de euros, y afectaría a unos 1.000 trabajadores y a la economía de la región, puesto que Garoña es la séptima industria de la provincia de Burgos por facturación.
Seguridad, coste, y por último, dificultad. Fuentes eléctricas señalan que si se decide el cierre, Enresa no podría abordar en realidad su desmantelamiento antes de 2103, puesto que coincidiría con el de Zorita, que aunque se cerró en 2006 ha tenido que esperar tres años antes de iniciar el desmantelamiento puesto que hay que dejar que se enfríe el combustible. No hay recursos ni técnicos ni humanos para abordar dos desmantelamientos a la vez.
Un asunto nacional de primer orden
Dividido y en campaña. Así afontan los socialistas el Gobierno la decisión sobre Garoña. Miguel Sebatián, Cristina Garmendia, a los que se le unen el presidente de REE, Luis Atienza, o el ex presidente de Gobierno, Felipe González, por un lado. El propio Zapatero y ahora, su think thak dirigido por Jesús Caldera, la Fundación Ideas, por otro. A los primeros les piden que presionen la CEOE y a los segundos Greenpeace y parte de la izquierda. Es dificíl conocer cual será la decisión final puesto que va a ser más política que otra cosa. No hay que olvidar que en mayo de 2006 cerraba tras 38 años de activida la central de San José de Cabrera, más conocida como Zorita (Guadalajara), cierre que fue acordado en 2002, y que apenas levantó revuelo ni social ni mediático, en comparación con lo que está sucediendo con Garoña. La central burgalesa se ha convertido en una especie de símbolo de toda la industria nuclear, que no quiere sentar más precedentes y que ésta sea la primera de las ocho que están en operación que se cierre.
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