Grace Jones, una diva a la antigua.
Grace Jones eleva el listón espectacular en una noche mágica
La afluencia de público en las jornadas matinales rompe todas las previsiones
ESTEBAN LINÉS | Barcelona | 20/06/2009 | Actualizada a las 06:43h | Cultura
La segunda jornada del Sónar fue ayer viento en popa, si se obvía el retraso de casi una hora que registró la actuación de Grace Jones, soberbia de voz pero recompensada por una regular asistencia de público, aunque esta historia empezó ya pasada la medianoche. Durante el día el Sónar fue puro bochorno de termómetro y una inmensa losa para los parvenus. El Sónar, ya lo decían en los ochenta, es escuela de calor. Pero por la noche, y con el regreso de Grace Jones todo fueron caras felices. Jones, más allá de una pesada parafernalia mediática, presentaba en Barcelona su nuevo disco, una formidable síntesis de música de baile del nuevo siglo resumida en Hurricane.Un disco alabado por crítica y público, caso sumamente extraño.
La cantante Grace Jones durante su actuación en el festival de música electrónica 'Sonar' de Barcelona / Alex García
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Jones
Pero la jornada de ayer del Sónar permitió otras sensaciones gratificantes, como la de percibir en primera mano al grupo La Roux, ubicados en la siempre incómoda sobremesa. En la jornada de ayer, el Sónar permitió el alumbramiento de un grupo insospechado como La Roux, que no dejaron impávidos a las centenas de personas que llenaban el Sónar Village. Gustaron porque aportaron un aire tan fresco que la gente no tuvo más remedio que rendirse ante sus méritos. Escasos méritos, pero ofrecidos con transparencia. Y mientras esas cosas ocurrían, ya habíamos escuchado a los simplemente voluntariosos Colchon vs. Suma.
No cabe duda que el Sónar está afrontando con buen criterio su edición más peligrosa (un brutal reajuste presupuestario entre medio), para lo que está apostando por nombres internacionales rompedores, ingeniosos guiños para los de aquí y una inteligente campaña mediática.
Libertango-Grace Jones
Cafetín en el Pinín.
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