El comercio electrónico, una apuesta sin concretar.
La Red y la Unión Europea
21:37 29-10-2009
Esto no es lo que nos vendieron. La unión de Europa, a nivel de la Red, es un chiste malo: tenemos un continente que no funciona en la Red y un Parlamento Europeo empeñado en hacer que funcione menos todavía.
Europa en la Red es una ilusión óptica. Solo un 4% de las tiendas online del continente venden a más de diez países, y la inmensa mayoría vende en un solo país o dos. Tres países, UK, Francia y Alemania, concentran el 70% del comercio electrónico europeo. En ellos y en los del norte de Europa, el comercio electrónico es toda una realidad. Pero en la gran mayoría de los casos hablamos de iniciativas puramente nacionales, no transnacionales. El resto, esa Europa subdesarrollada en Internet a la que pertenecemos, carece de la escala suficiente para que el comercio electrónico crezca: al no trabajar más que con usuarios de dentro de sus fronteras, carece de escala suficiente para desarrollarse. El resultado neto es un incremento progresivo de la brecha entre esos países y el resto, algo que pagaremos en su momento.
A estas alturas, quien no reconozca en el comercio electrónico a uno de los grandes impulsores del desarrollo económico debería graduarse la vista. Su papel como reductor de fricción y generador de eficiencia lo convierten en un genuino dinamizador del consumo, más allá incluso de lo que indican las estadísticas: muchas compras fuera de la Red proceden de decisiones tomadas ante una pantalla. En algunos sectores estratégicos para la economía española, como el turismo, el impacto de Internet es enorme, hasta convertirse en el canal cuantitativamente más importante.
¿Por qué no se desarrolla más el comercio electrónico en Europa? Sencillamente, porque en las condiciones actuales, es imposible: un marco legislativo inabordablemente complejo y no armonizado genera un entorno de negocios insoportablemente costoso para quien pretende operar en él. Costoso, e impredecible.
Ser impredecible es lo peor que puede ocurrir en el ámbito de los negocios. Lo caro puede encontrar su sitio en el mercado, en algún punto bajo la curva de oferta y demanda, pero lo impredecible es un inhibidor directo. Y gran parte de esa arbitrariedad viene dada por ese templo de la ineficiencia conocido como aduana: en una aduana española, un paquete puede pasarse entre horas y semanas, y generar al cliente un arancel tan arbitrario, que se diría calculado por un mono golpeando una calculadora. ¿Europa sin fronteras? Las restricciones transfronterizas son tales, que la mayoría de las tiendas opta por no servir pedidos de otros países. Algo que, en muchos casos, se lleva a cabo por ofuscación: el pedido da un error cuando la tarjeta está domiciliada en el extranjero, el carrito de la compra desaparece, la logística no puede ser calculada...
Un caso concreto, el del comercio de bienes intangibles sometidos a derechos de autor, llega a ser tan flagrante que merece una mención especial: para las sociedades de recaudación de derechos de autor, el escenario ideal es un sistema de países aislados: no olvidemos que no hablamos de artistas, que por principio estarían interesados en hacer llegar sus obras a cuantos más mercados mejor, sino de parásitos que prosperan merced a la ineficiencia del sistema. De ahí que, por su propia naturaleza, intenten plantear todas las dificultades posibles al desarrollo de un mercado único.
En realidad, el desarrollo de plataformas de intercambio P2P no responde a consumidores ¿perversos¿, sino a que debido a estas restricciones, la industria no ha sido capaz de desarrollar una oferta competitiva. Desarrollar cualquier servicio implica años de negociaciones y mucho dinero.
Mientras tanto, la reciente eliminación de la enmienda 138 del Paquete Telecom, que nos protegía de escuchas y monitorizaciones sin orden judicial y de cortes del servicio tras tres avisos, demuestra que el Parlamento Europeo no actúa en favor de sus ciudadanos, sino siguiendo el dictado de grupos de presión de la industria de los contenidos y las telecomunicaciones. En Europa, Internet avanza para convertirse en algo diferente a Internet.
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