Telefónica quiere ser Google... y más
Cinco Días - 15/02/2011
Si alguien piensa que en el congreso de móvil de Barcelona se habla de redes celulares o de antenas está muy equivocado. Como en el Ejército, el valor se presupone. No importa que las grandes inversiones en infraestructuras para crear las redes del futuro capaces de permitir la navegación inalámbrica a 100 megas estén por hacer o que las operadoras busquen fórmulas para reducir los costes que esto implica, como demostraron la semana pasada France Télécom y Deutsche Telecom. No. Eso es otra historia. Es vital, pero, sencillamente, no es el tema.
Barcelona está varios mundos más allá. En lo que se puede y se debe hacer dando por supuesto que la infraestructura es ya una realidad. Es el imperio de Google o de Apple, a los que las redes dan igual porque no son cosa suya. Lo importante son los servicios, las aplicaciones y el valor añadido, que las operadoras se han dejado robar porque estaban demasiado ocupadas… poniendo redes.
Las telecos son conscientes de que se han perdido la revolución, de que se despistaron mientras los gigantes de internet les comían el terreno. Ahora quieren reaccionar y una de las más activas es Telefónica. Tienen a su favor dos elementos clave. El primero son los clientes, millones y millones a los que conocen, tratan y a los que pueden acceder en cualquier momento. La segunda gran ventaja es la facturación, la capacidad de cobrarles en el recibo mensual.
Por eso, el peor insulto que se le puede decir a una operadora es que no es más que una utility, un mero gestor de infraestructuras. Una cosa es que hayan llegado tarde y otra que no estén dispuestas a reaccionar. La importancia de esta decisión es tal que las operadoras han roto sus tradicionales barreras de competencia y se han puesto de acuerdo para ir todas de la mano. Resulta curioso ver a Telefónica junto a AT&T o Vodafone defendiendo lo mismo. Pero es que saben que si quieren competir con Google y Apple tienen que exprimir su mayor fortaleza, que no es otra que los clientes y su acceso a ellos.
La primera iniciativa de calado se dio en el congreso de Barcelona del año pasado. Casi 70 empresas se pusieron de acuerdo para lanzar WAC, una gigantesca tienda de aplicaciones abierta para todos y participada por las operadoras. ¿Por qué dejar que un usuario compre en la tienda de la esquina cuando puede gastar en la propia?
Un año después, esta iniciativa se lanza al mercado, con los primeros terminales móviles que la llevan incorporada y 12.000 aplicaciones disponibles.
Pero Telefónica no se ha quedado ahí. La española tiene muy claro qué se necesita en este nuevo mundo: desarrolladores. El éxito no es tener una aplicación ganadora, sino tener miles, cientos de miles para que el cliente elija. Y los que inventan esas aplicaciones son los desarrolladores, así que hay que darles todas las armas para que innoven.
Telefónica buscó entre sus fortalezas y encontró una que no tienen ni Google ni Apple. Es, otra vez, su capacidad de facturar a los clientes. Tradicionalmente, un desarrollador gana dinero solo cuando un usuario baja su aplicación y exclusivamente por ello. Telefónica ofrece lo mismo y le añade la posibilidad de ingresos recurrentes, de llevarse parte del tráfico que genere la aplicación, de poder cobrar semanalmente o mensualmente por aplicaciones que así estén concebidas.
De ahí nació Bluevia, la nueva comunidad de desarrolladores de Telefónica, a la que la operadora espera que se sumen más de sus tradicionales rivales y ahora aliados. Se trata de conseguir atraer a los desarrolladores, que no prefieran siempre el glamour de Google o Apple, que vean el potencial de las telecos.
Mientras tanto, Telefónica sigue ideando nuevos servicios y ayer en Barcelona presentó dos más que tienen la misma finalidad. El primero se llama Frigo, pero no hace falta recordar ese nombre porque se lo cambiarán en cuanto salga al mercado, antes del verano.
Por ahora, es un proyecto que permite que el cliente sea dueño de sus aplicaciones al margen del dispositivo. El usuario podrá acceder, gestionar y usar sus aplicaciones en un entorno más fácil e intuitivo creado por Telefónica donde las aplicaciones están almacenadas en la nube, en la red, lo que las hace accesibles desde cualquier dispositivo del cliente. ¿Ventajas para la operadora? Fideliza a los usuarios, que se acostumbran a este servicio de su operador, y ayuda a que las aplicaciones se compren en la tienda de Telefónica. Y hay otra fuente de ingresos: a Telecom Italia la iniciativa le ha parecido buena, así que se la ha comprado a Telefónica para usarla ella también.
El segundo servicio es más bien una alianza. Telefónica se ha unido a RIM, los creadores de Blackberry, para que las compras que hagan los usuarios de estos dispositivos en la tienda de aplicaciones se carguen en la factura de la operadora. Más sencillez para los consumidores es sinónimo de más gasto.
Es posible que sea demasiado tarde; que Google y Apple sean inalcanzables; que las estructuras rígidas y poco flexibles de las operadoras hagan imposible competir con la ligereza de los grandes de internet. Pero está claro que hay partido. Todos pensaban que el Barça era imbatible. El Sporting le quitó dos puntos y estuvo a punto de arrebatarle los tres. Google y Apple no tienen la liga ganada.
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