Bolsa: sepa dónde estarán las oportunidades en los próximos veinte años
Cristina Vallejo
¿Será en EE.UU.? ¿En Europa? ¿O ganarán los emergentes? ¿Cuáles serán los mejores sectores?
Antes de explicar sus previsiones para las dos próximas
décadas, Jordi Padilla, de Popular Banca Privada, echa la vista atrás
sobre lo que ha sucedido en los quince últimos años. En los últimos quince años, el activo ganador ha sido la renta fija:
el combinado formado por las políticas anti-inflacionistas, los bajos
tipos de interés y, después, durante la crisis, la heterodoxia de los
bancos centrales lo han hecho posible. Pero ahora, como recuerda este
experto, nos enfrentamos a cambios en la política monetaria que
provocarán que los retornos en la renta fija sean muy modestos. Al final, los inversores huirán de la deuda y se encaminarán hacia la bolsa.
Pero este proceso, nadie lo oculta, tiene riesgos. Fernando Hernández, director de gestión de Inversis Banco, dice que el inicio de la retirada de los estímulos monetarios es terreno desconocido y que tampoco hay que descartar del todo la posibilidad de que la gran masa monetaria inyectada por los bancos centrales se convierta en inflación futura. Precisamente, el hecho de que los precios sigan contenidos es un gran aliado de los bancos centrales en su estrategia de salida. Como explica Padilla, ello les permite que lo hagan lentamente, con subidas de los tipos de interés a partir del año 2014, y que, poco a poco, lo vayan descontando los bonos, con subidas paulatinas en las rentabilidades.
El próximo activo a ganar será la bolsa. Todos los analistas coinciden. Aunque no en el área geográfica que capitaneará las subidas. Daniel Pingarrón, de IG, confía en los mercados emergentes, porque van a liderar tanto el crecimiento económico como el demográfico. De hecho, este experto cree que un peligro importante al que se enfrentan los países desarrollados es que ya han vivido sus mejores tiempos y están obligados a reinventarse y a descubrir nuevos motores de crecimiento que les permitan mantener los Estados de bienestar en los términos actuales sin tener que endeudarse más. Antonio Zamora, de Interdin, coincide: «Los mercados emergentes en su conjunto presentan mayor atractivo a largo plazo. Sin embargo, durante mucho tiempo su nivel de riesgo será previsiblemente también mayor».
EE.UU., el mercado ganador
Pero este experto también cree que el mercado estadounidense puede mantenerse como uno de los más atractivos. Esto último cree también Javier Niederleytner, profesor del IEB: «Sobre todo por su unidad (frente a la amalgama europea) y su propensión al crecimiento (frente al conservadurismo japonés)». Pero este analista añade algo sorprendente: «La excesiva dependencia que han mostrado los países emergentes de las materias primas me hace descartarlos, así como la economía china, por su intervencionismo político». En este sentido, Padilla también cree que el mundo desarrollado tiene más potencial: «Occidente se está apretando el cinturón y está ganando competitividad. Los países emergentes cada vez están exportando menos y se ven obligados a sustituir la demanda externa por la interior». Hernández coincide con esta visión: «A largo plazo, los emergentes perderán algo de fuelle. La bolsa americana sale fortalecida, mientras que las europeas serán más volátiles y, por eso, menos interesante». Como explica Víctor Alvargonzález, de Tressis, Estados Unidos ha salido ya de la crisis, su sector financiero está completamente saneado, fluye el crédito, ha sabido aumentar la productividad y asiste a una verdadera revolución energética. Allí, como la crisis ha sido muy larga, similar a la de las décadas de los sesenta y setenta, la recuperación también será muy larga, como la de los años ochenta y noventa.
El experto de Inversis también tiene perspectivas para Japón. A su juicio, es el mercado más complicado: puede que su expansión monetaria no le salga bien, aunque Alvargonzález dice que puede ser la gran sorpresa. Hablando de Japón, Hernández no descarta que Europa se japonice. «Los mayores riesgos se plantean en Europa, donde el corsé fiscal y la fortaleza relativa del euro lastran el crecimiento», dice Zamora.
Hernández explica que en los próximos años, los retornos de las bolsas serán más bajos, pero más consistentes: estarán más en la línea del 8-10-12 por ciento que del 20 o del 25 por ciento.
Pero hay que tener en cuenta que a un ritmo de revalorización del 5 por ciento anual, el Ibex-35 alcanzaría sus máximos históricos, los 16.000 puntos en trece años. Daniel Pingarrón estima que ese nivel se puede alcanzar mucho antes. Tal vez antes incluso de que acabe la década, sobre todo gracias a la mejora del riesgo país. Para Zamora, «no lograr llegar a los 16.000 puntos en veinte años sólo tendría una lectura: el experimento de unión monetaria habría resultado lo bastante fallido para impedir a España crecer pero no tanto como para acabar con la moneda única (es de esperar que su final generase inflación y, a medio plazo, más crecimiento); ambas cosas impulsarían al alza al Ibex nominal». Pingarrón apunta una fortaleza del índice: el hecho de que sus principales empresas obtengan la mayor parte de sus ingresos en países emergentes. Pero también señala debilidades, como que sea el índice más endeudado de Europa o que sea el que más dividendos reparte de todos, cantidad que se deduce del precio de las acciones. También, los malos fundamentales de la economía española. Pero, según dice Pingarrón, en dos o tres años, cuando hayan pasado todos los miedos, el selectivo tendrá mucho potencial.
Los mejores sectores
Dice Niederleytner que el mejor sector será el tecnológico. Zamora, por su parte, supone que las energías alternativas pueden tener un futuro especialmente brillante. Según Padilla, sobre todo los valores que se benefician del crecimiento mundial, pero ya no los que tienen exposición sólo a emergentes: su historia está bastante agotada, tanto por el crecimiento de estos países como por los ratios a los que cotizan estas empresas que tan de moda han estado. Hay que apostar, según comenta este experto, por compañías con dependencia del crecimiento europeo, estadounidense... porque el potencial de sopresas positivas está sobre todo en los países desarrollados.
Hernández, por su parte, cree que le puede ir bien al sector energético, también al tecnológico y al farmacéutico, además de al gran consumo a nivel mundial, aunque con el riesgo de que pierdan fuelle cuando los emergentes flaqueen.
Las apuestas de Pingarrón para los próximos años son el sector energético no petrolero. También el de consumo, tanto no cíclico como discrecional, con la tecnología como principal protagonista, además de los semiconductores. Su confianza en el potencial de los mercados emergentes le hace apostar también por el sector de infraestructuras, además de por el sector salud y el farmacéutico.
Pero este proceso, nadie lo oculta, tiene riesgos. Fernando Hernández, director de gestión de Inversis Banco, dice que el inicio de la retirada de los estímulos monetarios es terreno desconocido y que tampoco hay que descartar del todo la posibilidad de que la gran masa monetaria inyectada por los bancos centrales se convierta en inflación futura. Precisamente, el hecho de que los precios sigan contenidos es un gran aliado de los bancos centrales en su estrategia de salida. Como explica Padilla, ello les permite que lo hagan lentamente, con subidas de los tipos de interés a partir del año 2014, y que, poco a poco, lo vayan descontando los bonos, con subidas paulatinas en las rentabilidades.
El próximo activo a ganar será la bolsa. Todos los analistas coinciden. Aunque no en el área geográfica que capitaneará las subidas. Daniel Pingarrón, de IG, confía en los mercados emergentes, porque van a liderar tanto el crecimiento económico como el demográfico. De hecho, este experto cree que un peligro importante al que se enfrentan los países desarrollados es que ya han vivido sus mejores tiempos y están obligados a reinventarse y a descubrir nuevos motores de crecimiento que les permitan mantener los Estados de bienestar en los términos actuales sin tener que endeudarse más. Antonio Zamora, de Interdin, coincide: «Los mercados emergentes en su conjunto presentan mayor atractivo a largo plazo. Sin embargo, durante mucho tiempo su nivel de riesgo será previsiblemente también mayor».
EE.UU., el mercado ganador
Pero este experto también cree que el mercado estadounidense puede mantenerse como uno de los más atractivos. Esto último cree también Javier Niederleytner, profesor del IEB: «Sobre todo por su unidad (frente a la amalgama europea) y su propensión al crecimiento (frente al conservadurismo japonés)». Pero este analista añade algo sorprendente: «La excesiva dependencia que han mostrado los países emergentes de las materias primas me hace descartarlos, así como la economía china, por su intervencionismo político». En este sentido, Padilla también cree que el mundo desarrollado tiene más potencial: «Occidente se está apretando el cinturón y está ganando competitividad. Los países emergentes cada vez están exportando menos y se ven obligados a sustituir la demanda externa por la interior». Hernández coincide con esta visión: «A largo plazo, los emergentes perderán algo de fuelle. La bolsa americana sale fortalecida, mientras que las europeas serán más volátiles y, por eso, menos interesante». Como explica Víctor Alvargonzález, de Tressis, Estados Unidos ha salido ya de la crisis, su sector financiero está completamente saneado, fluye el crédito, ha sabido aumentar la productividad y asiste a una verdadera revolución energética. Allí, como la crisis ha sido muy larga, similar a la de las décadas de los sesenta y setenta, la recuperación también será muy larga, como la de los años ochenta y noventa.
El experto de Inversis también tiene perspectivas para Japón. A su juicio, es el mercado más complicado: puede que su expansión monetaria no le salga bien, aunque Alvargonzález dice que puede ser la gran sorpresa. Hablando de Japón, Hernández no descarta que Europa se japonice. «Los mayores riesgos se plantean en Europa, donde el corsé fiscal y la fortaleza relativa del euro lastran el crecimiento», dice Zamora.
Hernández explica que en los próximos años, los retornos de las bolsas serán más bajos, pero más consistentes: estarán más en la línea del 8-10-12 por ciento que del 20 o del 25 por ciento.
Pero hay que tener en cuenta que a un ritmo de revalorización del 5 por ciento anual, el Ibex-35 alcanzaría sus máximos históricos, los 16.000 puntos en trece años. Daniel Pingarrón estima que ese nivel se puede alcanzar mucho antes. Tal vez antes incluso de que acabe la década, sobre todo gracias a la mejora del riesgo país. Para Zamora, «no lograr llegar a los 16.000 puntos en veinte años sólo tendría una lectura: el experimento de unión monetaria habría resultado lo bastante fallido para impedir a España crecer pero no tanto como para acabar con la moneda única (es de esperar que su final generase inflación y, a medio plazo, más crecimiento); ambas cosas impulsarían al alza al Ibex nominal». Pingarrón apunta una fortaleza del índice: el hecho de que sus principales empresas obtengan la mayor parte de sus ingresos en países emergentes. Pero también señala debilidades, como que sea el índice más endeudado de Europa o que sea el que más dividendos reparte de todos, cantidad que se deduce del precio de las acciones. También, los malos fundamentales de la economía española. Pero, según dice Pingarrón, en dos o tres años, cuando hayan pasado todos los miedos, el selectivo tendrá mucho potencial.
Los mejores sectores
Dice Niederleytner que el mejor sector será el tecnológico. Zamora, por su parte, supone que las energías alternativas pueden tener un futuro especialmente brillante. Según Padilla, sobre todo los valores que se benefician del crecimiento mundial, pero ya no los que tienen exposición sólo a emergentes: su historia está bastante agotada, tanto por el crecimiento de estos países como por los ratios a los que cotizan estas empresas que tan de moda han estado. Hay que apostar, según comenta este experto, por compañías con dependencia del crecimiento europeo, estadounidense... porque el potencial de sopresas positivas está sobre todo en los países desarrollados.
Hernández, por su parte, cree que le puede ir bien al sector energético, también al tecnológico y al farmacéutico, además de al gran consumo a nivel mundial, aunque con el riesgo de que pierdan fuelle cuando los emergentes flaqueen.
Las apuestas de Pingarrón para los próximos años son el sector energético no petrolero. También el de consumo, tanto no cíclico como discrecional, con la tecnología como principal protagonista, además de los semiconductores. Su confianza en el potencial de los mercados emergentes le hace apostar también por el sector de infraestructuras, además de por el sector salud y el farmacéutico.
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