El Papus: el rescate de la risa secuestrada
En 1973 España estaba dirigida por un señor de voz aflautada cuyo programa favorito era El Gran Circo de Televisión Española -con especial predilección por Fofito-; y en 2014, por otro cuya principal lectura diaria es un diario deportivo y que es capaz de anunciar la medida más drástica para, a renglón seguido, tomar un avión privado para ver un partido de fútbol. Risas.
Aquel año, cuando el país se encomendaba al sol como único reclamo, nacía la revista -“satírica y neurasténica”- El Papus y ahora, cuando todas las fichas vuelven a estar en el turismo, triunfan otras cabeceras comoMongolia -“revista satírica sin mensaje alguno"-. Más risas.
Han pasado más de cuatro décadas, pero todo ha cambiado para seguir guardando demasiados parecidos. Quizás todo esto coincida porque desde que el mundo es mundo, la gente se ríe de los resbalones con pieles de plátano, los tartazos de nata y -qué remedio, “ante lo atroz, risa”, que decía Enrique Jardiel Poncela- los gobiernos incompetentes que arruinan existencias. Quizás por eso, también, sea un buen momento para que se haga justicia -poética- con una de las revistas más importantes del humorismo crítico español, esa forma de reírse del esperpento y el sainete mucho más efectiva que el Lenguaje Crítico Analítico o que el Lenguaje Político de Oposición.
Entonces -llegó a alcanzar los 300.000 lectores semanales-, sólo estaba por detrás de cuatro cabeceras: ¡Hola!, Lecturas, Semana y Cambio 16. Ahora, el mercado editorial se sostiene gracias a libros escritos, también, por personajes salidos -en el mejor de los casos- de ese tipo de revistas, pero mucha gente parece tener ganas de otra cosa. “Sí, necesitamos un humor agresivo, violento en el buen sentido, porque es la única arma que nos queda. El derecho a patalear y que se oiga. Se nota en el tipo de manifestaciones y en los mensajes de rebeldía: directos, sin ambages”, explica Jaime Rodríguez, editor de ECC.
Su equipo se ha decidido a arrancar la colección Antología Poética de El Papus, una colección de libros que se centrará en autores fogueados en la legendaria cabecera. Legendaria por su mérito artístico y cómico, pero también por razones ajenas a éste. El 20 de septiembre de 1977 una bomba estallaba en la redacción de Tallers, una céntrica calle barcelonesa conocida ahora por tiendas de discos que resisten como aldeas galas.
Los responsables de combatir el panorama de aquellos años con la metralla de la risa llevaban tiempo avisando que “los del búnker”, terroristas de extrema derecha, querían silenciar su discurso. Hasta que el grupo armado Triple A (Alianza Apostólica Anticomunista) colocó un paquete explosivo en las manos del conserje de la oficina, que falleció dejando otros diecisiete heridos -no era la primera vez: ya la revista de principios del siglo XX ¡Cu-Cut!, empecinada en meterse “con la Patria y el Ejército”, fue asaltada por los militares-.
En esa especie de cruce entre juego de las sillas musicales -cada uno buscando su poltrona- y resaca amnésica que fue la Transición, esto también pasó por alto: no se encontraron culpables ni se depuraron responsabilidades, un hecho que logró que calara una sensación de desamparo entre los sectores más críticos. También en el humor.
El resurgir en el año 2014 de El Papus podría restañar alguna herida: “Es que ahí no aparecieron culpables, pero en este país no suelen buscarse, ni con Franco. Sí se puede decir que buscamos cierta justicia poética, ya que de la otra muchas veces no llega. No sólo rescatamos originales y viñetas, sino quetambién lo editaremos con documentación que da contexto, actas judiciales… Es importante la obra, pero también el contexto en el que tuvo la valentía de publicarse”.
ECC reconoce que podría ser un buen momento, aunque no sabe cuál va a ser el impacto de la colección. “Precisamente porque en España lo de la memoria histórica no suele estar a la orden del día y esto, de algún modo, será un ejercicio de memoria histórica”. El humor gamberrísimo y contra todo de El Papus, sin embargo, sí parece poder disparar menos suspicacias y más risas ahora que hace unos años.
Hace relativamente poco, 120.000 ejemplares de una revista satírica podían ser secuestrados porque en su portada aparecían los príncipes dándose amor a tergo -por detrás, vaya-.Ahora, se publican portadas con una infanta tatuada y carcelaria tras los barrotes y bajo una cabecera donde se lee: “Monghola” u otras tituladas con un elocuente “El rey podría violarte”. Uno de los responsables de estas y otras osadías, el editor de Mongolia, Eduardo Galán, reconoce su devoción por El Papus: “Nos influyó muchísimo, hasta el punto que dos de sus colaboradores más destacados, Maruja Torres y Já, forman parte ahora de nuestro equipo”.
Rodríguez también admite que hechos como que “salga Mongolia, decaiga El Jueves, o que el país está como está, con la cantidad de bullicio político que hay, sumado a que es una cabecera que está en el subconsciente colectivo sí o sí, hace que sea un buen momento para recordarla”. El paralelismo entre estas dos revistas podría resultar evidente, aunque la publicación de Galán y compañía ha padecido la violencia retórica pero no la física: “Era una época muy determinada, con el franquismo todavía presente y, por tanto, su violencia inherente. Pero, en nuestro caso, nunca estás del todo libre de que un gilipollas sienta ofendida su identidad de tal manera que decida hacerte daño físico. La verdad, es que ni pensamos que eso pueda ocurrir, porque te atenazaría”.
“Sí, esas fueron algunas razones, aunque yo añadiría una muy importante: la bonanza económica de la burbuja inmobiliaria y la entrada a Europa”, apunta Galán. “Cuando todo va bien, ¿para qué te vas a meter en líos? ¿para qué vas a ser un aguafiestas? Mongolia recupera ese espíritu de arrasar con todo, pero siempre con los límites legales que nos marca nuestro editor y abogado, Gonzalo Boye, y que, por cierto, son muy pocos”, remata, para denunciar en la misma respuesta la fiscalización reciente de algunos comentarios no delictivos en Twitter.
La colección arrancará, cómo no, con Ja (el comiquero barcelonés Jordi Amorós). En concreto, lo hará el otoño próximo y con esa monja onanista y malhablada que era Sor Angustias, que pululaba por una España putrefacta rondada por “mojcas y serdos” y que ha cambiado mucho, pero no tanto. “Ja es problemente el autor que ha tenido más problemas con la justicia, pero también es el más emblemático de El Papus”, aclara Rodríguez, “Y lo es por muchas razones, pero sobre todo por una: sigue siendo divertido, pero su principal característica es poder ser zafio pero tremendamente analítico y fino. Es muy fácil hacer un humor violento, pero muy difícil que éste sea, además, inteligente”.
Galán recoge el guante de lo contemporáneo de autores como Ja: “Los temas son muy similares, pero a poco que leas, desde el XIX en España siguen siendo los mismos: religión, monarquía y política. Ya ves tú qué alegría”.
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