domingo, 22 de febrero de 2015

El Timo de Marco Polo...

FECHA
Desde el siglo XIII la humanidad ha vivido engañada. Todos creyendo que el primer occidental en llegar a China fue Marco Polo y resulta que es mentira. Hasta el propio Cristóbal Colón lo creía y llevaba un ejemplar del libro de viajes del veneciano en sus barcos cuando se fue a descubrir el nuevo mundo. El archifamoso Marco Polo no fue el primero, pero sí fue el que tuvo la feliz idea de documentar todos sus viajes, por lo que su legado ha pasado de generación en generación hasta nuestros días.
1.000 años antes de sus aventuras los romanos ya habían viajado al país asiático. En el año 166 d.C recorrieron la ruta de la seda y llegaron a China. Eran tiempos del emperador Marco Aurelio, e incluso fueron recibidos por su homólogo chino, Han, en Changan, la capital. Antes incluso de estos primeros encuentros 'oficiales' ambos imperios ya se conocían. Los romanos por la seda que producían “los seres”, como se referían a ellos. Por su parte los chinos habían recibido 46 años antes a acróbatas romanos. Una historia que roza lo surrealista pero registrada en los anales chinos, principal fuente histórica que ha permitido rescatar a estos mercaderes que recorrieron medio mundo.
Marco Polo no fue el primer occidental en China ciudadanos del Imperio Romano llegaron a en el año 166 d.C comenzando una estrecha relación comercial que hasta ahora se desconocía
Ahora el latinista Jean-Noël Robert, especialista en la historia de Roma, cuenta la verdad en De roma a China, la ruta de la seda en la época de los césares (Edición Stella Maris), para el que ha necesitado más de diez años para buscar las fuentes y poner todo en orden. Su misión: enseñar al mundo que la creencia sobre Marco Polo es falsa.
El escritor explica a El Confidencial el motivo de que todo el mundo haya dado por buena esta versión: “Cuando Marco Polo emprendió su viaje, ya hacía más de mil años que la relación entre el Imperio romano y China se había roto y las rutas habían sido completamente olvidadas. Esto se debió principalmente a dos motivos: el primero es la inestabilidad política que castigó a los grandes imperios de la antigüedad a partir del siglo III y que hizo de los viajes algo muy peligroso; el segundo reside en el hecho de que a partir del siglo VII los árabes crearon una división tajante entre Occidente y Oriente que logró hacer olvidar que, con anterioridad, había existido comunicación entre estos dos extremos del mundo. Además, el viaje de Marco Polo resultó largo y muy complicado; así que, ¿cómo imaginar que en el pasado ya había sido posible recorrer esa ruta?”.
Caravana de Marco Polo por la ruta de la seda, Atlas Catalán (CC)
Caravana de Marco Polo por la ruta de la seda, Atlas Catalán (CC)
En su libro Robert explica cómo los romanos ya tenían en el siglo II una idea muy precisa de cómo estaba configurado el mundo y cómo el comercio y la necesidad de productos de lujo les empujó a zonas más alejadas como China.
Historia olvidada
“En la actualidad, son muy pocos los historiadores que se interesan por esta relación entre el Lejano Oriente y Occidente. Para empezar, porque los documentos que poseemos en el lado occidental son pocos y dispares, posiblemente no sean más de 200 en total, a menudo muy breves y lacónicos. Por otro lado, la historia de China es muy poco conocida en Europa, y muchos de los informes que se encuentran en los anales chinos de la época de los Han no han sido traducidos al francés hasta el siglo XX. Además, en el siglo pasado no existía demasiado intercambio de información entre los estudiosos de disciplinas tan alejadas”, cuenta Jean-Nöel Robert a este periódico.
La enseñanza de la historia es esencial para la construcción de la memoria de los pueblos. No podemos privar a nuestros jóvenes de este bagaje
Si estos comerciantes hubieran dejado documentos escritos sobre sus rutas no se hubieran tardado diez siglos en que alguien emprendiera un viaje en el mismo sentido. Sus relaciones comerciales fueron poco a poco disminuyendo según su estabilidad política fue desapareciendo. “Cuando esta estabilidad fue imposible de mantener debido a las convulsiones que tuvieron lugar en el siglo III, los viajes de las caravanas, aún más difíciles de llevar a cabo que antes, se fueron reduciendo, hasta desaparecer”, cuenta Moret.
Una parte de la historia borrada y olvidada. Una pérdida que solo se puede solucionar con educación, tal como cuenta el autor de De roma a China: “La enseñanza de la historia es esencial para la construcción de la memoria de los pueblos. Privar a nuestros jóvenes de este bagaje equivale a cortarles sus raíces e impedirles comprender que ellos ocupan un lugar en una larga cadena que les precede y que tienen el deber de dar a su historia una continuación digna de su pasado. Esto se llama "identidad" y no supone en absoluto una oposición a otras culturas ni un rechazo a las grandes migraciones del mundo”.

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