“Tienes que pedir perdón”. Bernie Ecclestone le ordenó presentarse ante un singular 'consejo de guerra' integrado por los 'capos' del momento: Niki Lauda, James Hunt, Mario Andretti, Jody Scheckter y Emerson Fittipaldi. Amenazaban con no correr en Estados Unidos si lo hacía aquel joven piloto todavía imberbe en la Fórmula 1. Le culpaban de provocar el accidente que costó la vida deRonnie Peterson, dos semanas atrás, en Monza.
Desde su debut un año antes, se granjeó fama de agresivo por alguna maniobra con Peterson. En la Fórmula 1 de entonces, los veteranos imponían su ley. Nada de comisarios e investigaciones. Le esperaban en un 'motorhome'. “Fui con humildad”. Se defendió alegando que rodaba por delante del accidente y que no había realizado ninguna maniobra violenta. En la reunión le machacaron. Al salir, los veteranos ('los senadores', como Patrese los llamaba) mantuvieron su amenaza: “Si corre, nosotros no lo haremos”.
Un juez americano le dio la razón pero los responsables de Shadow, su equipo, se rindieron ante las presiones. Quedó marcado, “afectado psicológicamente” durante un tiempo. Sin embargo, que aquel joven italiano se retirara en 1993 con el récord de participaciones (hasta 2008, con Rubens Barrichello) certificó la calidad humana y como piloto de Ricardo Patrese en la Fórmula 1.
“Los pilotos establecidos trataban de intimidarte”
Era un 'crack' del ski, pero a los doce años se cruzó en su camino un kart. Cuando en 1974 ganó el Campeonato del Mundo, la madre le exigió dejarlo todo por la universidad. Su padre intercedió: “Un año más y luego que estudie”. En su primer año de monoplazas lo hizo demasiado bien. En el segundo ya estaba en la Fórmula 3. Su primera carrera fue en el mítico Nurburgring, que desconocía. Llegó a rodar primero. En la Fórmula 1 tomaron nota y el modesto equipo Shadow necesitaba urgentemente un piloto italiano antes del Gran Premio de Mónaco de 1977. Su carrera era meteórica
“Tenía 23 años, era muy tímido e introvertido, no hablaba inglés muy bien y me resultaba difícil comunicarme con la gente de la Fórmula 1 y con los periodistas”, recordaría de aquella época: “Los pilotos establecidos trataban de intimidarte. El primer fin de semana en Mónaco, cada vez que los 'seniors' se acercaban tenía que levantar el pie y dejarles paso. Cuando pasaban me sacaban el dedo. No les gustaban los jóvenes recién llegados”. En Monza lo comprobaría tiempo después.
La llamada de Ferrari y una indemnización
Entonces, el talento pintaba más que el patrocinio y cuando un joven piloto dejaba destellos con un monoplaza de segunda fila era 'cazado' inmediatamente. En 1978 había nacido un nuevo equipo, Arrows, que le incluyó en sus filas. En la segunda carrera, Patrese lideró el Gran Premio de Sudáfrica. El motor se rompió a 14 vueltas del final. Fue un bombazo. Enzo Ferrari le llevó a Maranello y firmó una opción para 1979. Gilles Villeneuve se cruzó en su camino, Ferrari le pagó la penalización y siguió con Arrows.
Tras cuatro años en el equipo británico, la 'Scuderia' volvió a la carga en 1982, pero alguna facción interna apostó por Didier Pironi; se olvidó para siempre de Ferrari. Sin embargo, Ecclestone le cogió tenía ley, también durante toda su carrera: “Si te miraba a los ojos y prometía algo, sabías que lo iba a cumplir. No hacía falta que te firmara nada”. En 1982 le fichó para Brabham: “Por primera vez en mi carrera tenía un buen coche”.
“Yo tenía que haber estado en ese coche”
Vivió entonces momentos singulares. Como su increíble primer triunfo, en Mónaco de aquel año. En la última vuelta hizo un trompo sobre el aceite del motor roto de un Williams cuando iba primero. Volvió a la carrera totalmente desolado, pero en pocos metros abandonaron los dos monoplazas que le habían adelantado y entró en meta sin saber que había ganado. O aquel doloroso Gran Premio de San Marino de 1983, cuando con la victoria en la mano los tifosi gritaron como locos al salirse de la pista en Aqua Minerale:“Preferían que ganara un francés (Patrick Tambay) con un Ferrari que un italiano con otro coche. Fue increíble y mortificante”.
Tras dos desastrosos años en Alfa Romeo, Ecclestone volvió a recuperarle para Brabham. Compañero de Elio de Angelis, el piloto italiano le pidió que cambiar su puesto para unos entrenamientos privados de Paul Ricard. Un fallo mecánico acabó con De Angelis: “La vida es extraña, yo tendría que haber estado en ese coche”.
“El volante era muy pesado y él era más fuerte”
Cuando Ecclestone vendió Brabham, le recomendó a Frank Williams.Empezaron entonces “cinco fantásticos años”, los mejores de su carrera. Para empezar, en 1990 se sacó la espina del 83 al ganar en San Marino: “Esta vez, los tifosi aplaudieron”.
En 1992 era compañero de Nigel Mansell y ambos contaban con el FW14 B que tanto desesperaba a Senna: “Teníamos la suspensión activa y Nigel era normalmente más rápido que yo. Sin dirección asistida y debido a la carga aerodinámica, el volante era muy pesado. Era más fuerte que yo, con más fuerza en los brazos”. Llevar al límite aquella bestia también era tema de 'balls' y a Mansell le sobraban. Era otra Fórmula 1.
Williams, el equipo más famoso por su tradicional dureza con sus pilotos, se enamoró de Patrese para siempre. Era también un gran probador y compartía toda la información. Años después descubrió leyendo una entrevista de Adrian Newey los trucos ocultos del británico y su ingeniero, que cambiaban los reglajes de la suspensión al salir a la pista para despistar al italiano y su ingeniero. A pesar de todo, la relación personal con Mansell era magnífica (“aunque siempre se estaba quejando”), como con todos los pilotos y equipos en los que corrió. Con una excepción.
El sustituto de Senna: “Te necesitamos”
Ante la llegada de Alain Prost a Williams en 1993 cedió a los cantos de sirena de Flavio Briatore y Benetton: “Después de cuatro carreras, decía que no era rápido, que me tenía que ir a casa”. El manager italiano sólo tenía ojos para Michael Schumacher y en 1994 Patrese se quedó sin volante: “Cuando comenzó la temporada, estaba delante de la televisión”. Como tenía mono, en el Gran Premio de San Marino se ofreció como probador a Williams. Todos aceptaron encantados. También Ayrton Senna. Eran muy amigos; con el brasileño había pasado incluso algunas vacaciones en el Pacífico. Se dieron la mano, se despidió y se fue para casa. Al día siguiente el brasileño fallecía en su dramático accidente.
En pleno 'shock', Frank Williams le ofreció el puesto del brasileño, tal era la estima y confianza en Patrese: “Te necesitamos. No como probador, sino como titular”. Patrese dijo que sí inmediatamente: “Todos mis años en Fórmula 1 fueron buenos porque forjé relaciones muy sólidas con mucha gente. Incluso en los malos momentos me gustaba trabajar con el equipo para subir la moral. Creo que por ello sobreviví 17 temporadas. Frank y Patrick eran especiales”.
El rumor de su vuelta en el monoplaza Senna empezó a volar. Le llamaban todos los periodistas: “En los días que siguieron a la tragedia empecé a tener dudas. Nunca me había ocurrido mientras corría. Empecé a pensar la suerte que tenía de estar vivo después de 17 años en la Fórmula 1. Todo había ido bien para mí. Ayrton tenía tanta experiencia como yo, había pilotado ese coche, había sido seguro durante cinco años y ahora estaba muerto. Llamé a Williams:Frank, ya no lo siento como antes”.
“A disfrutar de la vida”
Tal era el cariño del equipo británico, que dos años después le regalaron un costoso test con el monoplaza campeón de 1996. En la segunda jornada logró un tiempo que le hubiera situado en primera línea de parrilla en Silverstone. En 2004 le preguntaron si le gustaría correr en esa Fórmula 1: “No lo pensé ni por un minuto. Cuando has tenido la suerte de pilotar los coches más rápidos del mundo, 1200cv, neumáticos clasificatorios, coches que estaban deseando sacarte de la pista, que cuando te metías en ellos te preguntabas si saldrías, tan difíciles de domar y mantener en la pista… No, no tienes estos estímulos en la Fórmula 1 de hoy”. Y eso que hablaba de la Formula 1 más rápida de las últimas décadas...
Nunca le faltaba la sonrisa, siempre con ese gesto natural medio guasón. Se retiró con 257 participaciones, 6 victorias y 37 podios. ¿A qué se dedicó Ricardo Patrese después de aquello? “A disfrutar de la vida”. Tenis, golf, ski… La hípica y los saltos se convirtieron en una gran pasión: “El mayor accidente que sufrí en mi vida años fue caerme de un caballo”.
Aquel joven chivo expiatorio de Monza 78 recibió tiempo después las excusas públicas de 'los senadores', sus implacables jueces. Salvo James Hunt. Y al retirarse todo el mundo coincidía en que ese joven tímido e introvertido condenado por los 'capos' de la Fórmula 1 era, además de un gran piloto, todo un caballero.
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