De “nosotros estamos con el pueblo griego” a “Grecia no es España” en apenas 48 horas. El destino de Podemos en las urnas está ligado en gran medida a la gestión de la crisis helena por parte de sus “hermanos” de Syriza, y siguiendo la estela del ejecutivo de Alexis Tsipras han matizado su discurso pasando de la ofensiva a la defensiva. Ante el fantasma de un Grexit, una salida de Grecia del euro, desde la formación han dejado atrás los aplausos a “la reacción ejemplar del Gobierno griego” para centrarse en salvar distancias: “Basta con mirar el peso económico de uno y otro país o cómo se financian”, respondía a la prensa extranjera el secretario de Política, Íñigo Errejón, ahuyentando así una interesada traslación a España del escenario heleno si tras las generales accedía al gobierno un partido antiausteridad.
Si de puertas hacia dentro pocos dudan de los negativos efectos electorales que tendría para Podemos una mala resolución de la situación económica por parte de Syriza, de cara a la galería se afanan en esquivar este tipo de preguntas. “Pretenden asustar a los españoles castigando a los griegos”, apuntaba en un acto de apoyo al Ejecutivo heleno el secretario general de la formación, Pablo Iglesias, quien ha cambiado su foto en el perfil de Twitter por una en la que sale con el presidente Tsipras. Ahora no es el momento de hacer “cálculos electorales” sobre el impacto en Podemos de la evolución de los acontecimientos, zanjaba el secretario de Relaciones con la Sociedad Civil, Rafa Mayoral.
Tanto es así que desde Princesa 2 no esconden su temor a un adelanto electoral, posibilidad por la que han justificado la precipitada celebración de primarias para cerrar su lista al Congreso y Senado antes de remate este mes de julio. De momento, el presidente del Gobierno ya ha acelerado su hoja de ruta y estudia adelantar la presentación del proyecto de Presupuestos y garantizar así que las cuentas del Estado estén aprobadas antes de que termine la legislatura a principios de octubre.
Los planes de inversión pública y relajamiento de los objetivos de déficit público que Podemos defenderá en su programa económico para las generales son señas por las que Rajoy se ha centrado en un mensaje polarizado: “O el PP o el caos griego de la apuesta por el déficit y la negativa a las reformas, aunque suponga salir del euro”. De ahí el repliegue en defensa del proyecto europeo y la pedagogía para evitar analogías entre la situación económica de ambos países.
"Un problema político, no económico"
La rentabilización de la crisis griega para atacar a Podemos, y a sus posibles socios socialistas, ha obligado a la formación morada a desarrollar un discurso menos ofensivo. “Los españoles conocen la realidad evidente de que la situación de España y Grecia es radicalmente diferente”, se defendía Errejón. En este sentido, el politólogo se aventuraba a especular con que “quizá las élites europeas sean intransigentes y crueles no sólo pensando en Grecia, sinopensando en otros pueblos del sur de Europa donde habrá cambio político y que, por su posición económica, no son tan chantajeables”.
Desviar el conflicto del terreno económico para enmarcarlo en una guerra política es la estrategia que ya ha comenzado a desarrollar Podemos. Una posición en la que se refuerza la tesis del chantaje o ataque exterior, principalmente del BCE, en menosprecio de la soberanía del país. En este mensaje Podemos se siente a gusto y le permite devolver el golpe a los Gobiernos en favor de las reformas estructurales impuestas por la troika como causantes de la situación actual.
La campaña electoral ya ha comenzado y la situación por la que atraviesa Grecia se ha colocado en la agenda, no sin perjuicio de las optimistas perspectivas de la formación liderada por Pablo Iglesias. Ante la incertidumbre, Podemos ha decidido jugar con cautela, rebajar su apoyo sin matices al Ejecutivo heleno, establecer distancias entre ambos países, enmarcar la situación en el terreno económico y prepararse para un posible adelanto electoral. Un contexto en el que se exige una pedagogía extra para explicar, como intenta recalcar Errejón, que “el cambio político no es contra la UE, sino para recuperar lo mejor del proyecto europeo y que la gente pueda decidir las políticas económicas que se aplican”.
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