domingo, 7 de febrero de 2016

Expediente China....

De la economía china se sabe a ciencia cierta una cosa: que es muy grande. Tanto, que ya representa una porción del 15% en la tarta económica mundial. Todo lo demás, sin embargo, se encuentra en discusión. O se mueve en el terreno de la conjetura, porque las incógnitas se agolpan. En estos momentos, China es un 'Expediente X', y nadie sabe con certeza si la realidad está ahí fuera, en unas estadísticas oficiales que mantienen viva la tesis de un aterrizaje suave de la economía, o si está oculta a la espera de que lo que triunfe finalmente sea un aterrizaje brusco... o algo mucho peor.
Y esas dudas, mezcladas con la influencia del gigante asiático en el crecimiento, el comercio y el consumo mundial, sitúan a China como uno de los principales protagonistas en la inestabilidad que acompaña a los mercados internacionales en los últimos meses.
Las dudas en torno a China comienzan por el principio. Esto es, por las estadísticas oficiales, puesto que Pekín anuncia tasas de crecimiento próximas todavía al 7%, mientras otras fuentes hablan de ritmos comprendidos entre el 3% y el 4%. Con este dato en cuestión, la sombra de la sospecha se proyecta sobre los datos oficiales.
La intensa fuga de capitales que está sufriendo el país y la sensación de que Pekín terminará devaluando el yuan añaden sus dosis de incertidumbre
A partir de ahí, la nebulosa es máxima en relación a la deuda que acumula el país. Primero, porque se asume que el apalancamiento del sector privado ha crecido mucho y que se han cometido excesos crediticios. Pero, en segundo lugar, se ignora -y, sobre todo, se teme- la auténtica magnitud de los excesos y las consecuencias que pueden deparar. Es decir, un contexto propicio para alimentar el temor de los inversores.
La intensa fuga de capitales que está sufriendo el país y la sensación de que Pekín terminará devaluando el yuan añaden sus correspondientes dosis de incertidumbre. Pero, de nuevo, surgen las incógnitas. Desde agosto, el yuan chino se ha depreciado un 5,6% contra el dólar estadounidense. Y la caída hubiera sido mayor sin la intervención de las autoridades chinas. El problema es que estos frenos están reduciendo sus reservas, y aunque su 'despensa' de divisas extranjeras sigue siendo la mayor del mundo y asciende a 3,3 billones de dólares, las presiones para reducir sus intervenciones y acometer una devaluación mayor son crecientes. Algunos inversores, como el famoso George Soros, consideran que esa devaluación podría alcanzar el 40% en tres años.
Todo ello conduce, en última instancia, a una duda fundamental: ¿Hasta qué punto las autoridades tienen la situación bajo control? Hasta hace unos meses, la sensación es que tenían todo bajo control. Ahora, y sobre todo tras la dudas generadas por la gestión de las caídas bursátiles de comienzos de 2016, no está tan claro. Y esta desconfianza se traslada a los mercados internacionales.

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