domingo, 7 de febrero de 2016

Sabina, esa piltrafa....

Joaquín Sabina: "No tengo voz ni sé pintar. Soy un estafador"

  Por Ana Tagarro / Fotos: Antón Goiri - XL Semanal
«Yo lo que soy es un mirón», dice Sabina para explicar su nueva dedicación: dibujar. Y dice sentir pudor ante el libro de arte con mayúsculas que ahora editan con sus 'garabatos'. Hablamos con él cuando se recupera de una operación de estómago que le ha arrebatado algunos kilos, pero ni un gramo de ingenio.

Al cordial saludo de «cómo estás», Sabina no duda en confesar: «Hecho un asco».
No tiene reparo tampoco en enseñar la faja que lleva para paliar los efectos de la reciente intervención de estómago a la que ha sido sometido. Sabina lleva un tiempo dedicado a dibujar, mientras acaba de componer un nuevo disco que se le resiste, en parte porque ha estado haciendo giras largas y en parte porque el cuerpo se ha resentido de un ictus (que no dejó secuelas en el cuerpo, pero quizá sí alguna en el alma) y unos años 67 cumple el 12 de febrero que ya empiezan a rimar con dificultad con aquellos «cuarenta y nueve dicen que aparento». La obra que ahora se publica con sus dibujos es un espectacular libro de arte, editado por Artika y que cuenta con la colaboración del director artístico del Museo Thyssen, Guillermo Solana. Una edición excepcional con la que Sabina unirá su nombre a Sorolla, Plensa... Una apuesta un tanto osada que Sabina reconoce que le da un poco de vergüenza, pero «no encontré razones para decir que no». Cuando llegamos a su casa, se ha servido un tequila. Dice que es para animar la conversación «porque, si no, soy gris y aburrido». El rostro pálido que hoy luce podría indicar algo de sincera fragilidad, pero entrados en materia parece más bien parte de la escenografía del personaje, porque si algo no transmite Sabina es grisura.
XLSemanal. ¿De verdad va a tomar un tequila con la herida del estómago sin cicatrizar?
Joaquín Sabina. Claro, tengo dinero de sobra para sobornar a los médicos.
XL. Va a tener también que sobornar a los pintores... Este lujo de libro va a molestar a algún artista.
J.S. Y estará absolutamente justificado.
XL. ¿Se pueden considerar arte los dibujos de Sabina?
J.S. Arte no. Es como cuando dicen que mis canciones tienen poesía. Pues no.
XL. Hombre, nadie le discute el título de poeta.
J.S. No es poesía. Mis canciones tienen versos y rimas, que es otra cosa. Y este libro se llama Garagatos. Lo único que yo hago son garabatos. Lo que pasa es que yo soy muy nervioso y entre concierto y concierto acostumbro a estar absolutamente mudo para tener voz al día siguiente. No puedo hablar y me compro un cuaderno y unos rotuladores. Poco a poco me fui calentando y empecé a pintar culos y barcos y peces... Pero no soy un pintor ni un dibujante, sino un estafador profesional [risas]. Porque cantar tampoco sé. Ni tengo voz. Soy un estafador, y en eso me ha ido muy bien.
XL. Hay que admitir que, si no fuese Sabina, un libro así de 'arte' no se lo editan...
J.S. Eso seguro. Si yo fuera uno de esos pintores espléndidos, que se pasan doce horas pintando y que no les compran los coleccionistas ni les hace nadie ni puto caso, estaría ya limpiando la escopeta para ir a matar al estafador... [risas]. Pero cuando me lo propusieron, pensé que el libro iba a ser un objeto precioso para que lo viesen mis niñas, así que dije vamos p'alante y ya me compro un chaleco antibalas para los pintores.
XL. Pero leo en el libro que ya a los 14 pintaba óleos.
J.S. Bueno, yo lo que soy es un mirón. Me gusta mucho el arte y soy muy de museos y galerías; como, además, soy envidioso, yo cuando veía a Matisse quería ser Matisse. De hecho, en este libro hay muchos homenajes a Matisse, a Picasso... no hay casi nada que esté sacado de la nada.
XL. Sabe que habrá quienes digan que dibuja y publica libros porque ya no es capaz de escribir canciones...
J.S. He escrito poco en los últimos años porque he hecho muchas giras en muchos países. Pero tengo un baúl lleno de versos, proyectos de canciones. Y ahora, cuando estas 'tuberías' estén bien y pueda beber, en lugar de un tequila, cuatro o cinco, me pondré con los músicos a hacer un nuevo disco.
XL. Lleva diciendo esto un par de años...
J.S. Tengo proyectos de canciones nuevas. Pero ya no hay canciones nuevas tal como está la Red. Porque si tengo una canción nueva y en un concierto se me ocurre cantarla, al día siguiente está en YouTube.
XL. Otro argumento más contra las redes e Internet... usted, que ni tiene cuenta de Twitter. ¿Sigue leyendo periódicos en papel?
J.S. Sí, sí, leo dos o tres todos los días. Así que ya estoy de Carolina Bescansa... [risas].

El artista en su guarida. Sabina en un rincón del salón de su casa. Demon, uno de sus seis gatos, intenta robarle protagonismo. «Me he vestido de Picasso para la ocasión», bromea el cantante al posar con una de sus habituales camisetas a rayas, como las que usaba el pintor malagueño.
XL. Y, más allá de la anécdota, ¿cómo ve la situación política actual?
J.S. Lo de ayer (la constitución del Congreso) fue un circo divertido, pero no dejó de ser un circo. Y las elecciones han pintado un paisaje nuevo, pero no han resuelto nada y no parece que vayan a resolver nada. Estoy en un momento de profundo escepticismo.
XL. ¿Ni siquiera le inspiran los nuevos partidos emergentes?
J.S. Les tengo mucho respeto y me gustan mucho los votantes de Podemos; lo que no me gusta tanto son los dirigentes.
XL. El otro tema político ineludible es el independentismo.
J.S. Lo de Cataluña es francamente preocupante. Es muy preocupante que a estas alturas del siglo XXI se esté hablando de los viejísimos nacionalismos en Europa, sin tener en cuenta las tragiquísimas consecuencias de los Balcanes. Me parece una cosa tan loca y tan irracional que no me entra en la cabeza.
XL. Curiosamente, usted tiene tantos 'simpatizantes' en la derecha como en la izquierda. Ya se lo dijo Gallardón, que a usted le querían más en el PP que a él...
J.S. Yo no soy responsable de eso, como no soy responsable de quienes vienen a mis conciertos. Yo soy responsable de mis amigos.
XL. Pero también tiene amigos de derechas...
J.S. Entre mis amigos hay de todo porque yo no les pido el carné ni el certificado de voto. Hay gente de derechas miserable y también los hay de izquierdas. Imbéciles hay en todos los lados.
XL. Se congratula usted de tener buenos amigos e incluso de ser mejor amigo que padre o pareja. ¿Cómo define la amistad?
J.S. Es el amor sin sexo. Pero amor verdadero, que dura más. Porque la pasión dura cuatro o cinco meses...
XL. Espero que algo más, por el bien de sus parejas...
J.S. Duran porque hay amor. Con Jimena llevo ya 16 años y no estamos follando todo el día... [risas].
XL. ¿Qué no soporta en los demás? 
J.S. No soporto la estupidez. Y llamo 'estúpida' a la gente de pensamientos fijos, invariables, sectarios... no lo soporto.
XL. Tengo entendido que usted no ha votado nunca.
J.S. Una vez, contra la OTAN.
XL. Pero ni siquiera votó a Zapatero, pese a haber participado en la campaña de la 'ceja'. 
J.S. No, no voté. Lo que hago es apoyar. Porque ya que tanto insisten los periodistas en que tienes un deber público, yo ese deber lo cumplo apoyando las cosas que creo que debo apoyar. En aquel momento, a Zapatero; o últimamente, a Luis García Montero.

Desde dentro. Sabina, tequila en mano, durante la entrevista. Dice que de lo único de lo que se arrepiente es de no haber escrito más canciones. «Podría sacarme de adentro muchas más cosas de las que me he sacado».
XL. Pero tampoco votó a García Montero, que es su amigo.
J.S. No, no lo voté, por eso, porque es mi amigo. Yo no le deseo a un amigo que esté en el Parlamento.
XL. ¿Cómo justifica la abstención, a pesar de su implicación en el discurso social y político?
J.S. Es que soy un tipo muy caótico y muy contradictorio. Y yo, para hacer cola en un sitio y dejar mi voto, necesito que algo me entusiasme. Y los políticos que yo he conocido tienen poca capacidad de entusiasmarme. Solo me entusiasmó hace muchos años Julio Anguita.
XL. Pero tampoco le votó. 
J.S. No, pero hice campaña con él.
XL. ¿Hay alguna guerra que justifique?
J.S. Hombre, la Segunda Guerra Mundial había que hacerla contra Hitler. Justificaría ahora una guerra contra el ISIS.
XL. ¿Una guerra guerra, con despliegue de tropas?
J.S. Es que, si no se hace, que no se va a hacer, es por la enorme cobardía de los grandes imperios que no quieren volver con ataúdes.
XL. ¿Pero usted cree que se debería hacer?
J.S. Es que creo que no hay otra manera.
XL. Otro asunto que tiene pendiente es el de escribir sus memorias, y creo que ya ha habido varios intentos de arrancar...
J.S. Soy bastante obseso del idioma. No sé escribir prosa porque me la tomo tan en serio como si fuera un verso... y sale una cosa barroca, pedante y horrorosa y la tiro a la papelera. Hice varios intentos, pero como no me veía muy capaz, en vez de las memorias, acabaron publicando unos dibujos. Ahora, con esto de la operación y de las tripas, a lo mejor me 'las receto' y me pongo a ello.
XL. ¿Cuál es su primer recuerdo?
J.S. El mar, con cuatro años. Me llevaron mis padres a Punta Umbría, a Huelva, de donde era mi madre. Y vi el mar.
XL. ¿Y le gustó?
J.S. Me pasó como ahora. Que como soy de tierra adentro, me quedo como acojonao...
XL. ¿Qué queda de aquel niño en usted?
J.S. La capacidad de sorpresa, de entusiasmo. La curiosidad.
XL. ¿Cuál es el mejor consejo que le dio su padre?
J.S. Con lo de la política y esas cosas, que sufrió mucho el pobre hombre, me decía: «Hijo mío, no te hagas notar».
XL. Pues no le ha hecho mucho caso...
J.S. No, pero una de mis fantasías es ser el hombre invisible. A mí me gusta mucho más mirar que que me miren. No he podido cumplirlo en los últimos años. Salvo cuando me voy a ciudades raras a pasear, que es un placer maravilloso.
XL. ¿Cuál es el mejor consejo que usted le ha dado a sus hijas?
J.S. Ninguno. Que sean honradas, que creo que lo son.
XL. Una de sus hijas ha hecho un corto y parece que se va a dedicar al cine, y la otra es poetisa...
J.S. Poetisa y profesora de yoga.
XL. Para no ser un padre muy dedicado, como usted mismo ha dicho, han salido bastante a usted...
J.S. Yo he tenido una enorme suerte. Carmela ha hecho conmigo un par de giras, de 'pipa', cargando y descargando, y se enamoró de esa purpurina de los oficios artísticos. Y la otra, que es mucho más introvertida, yo creo que todo lo ha hecho contra su padre, así que yoga... [risas].

XL. Igual acaba usted haciendo yoga...
J.S. No creo. Yo he tenido mucha suerte con las niñas. Yo estaba aterrorizado porque veía amigos, hijos de famosos, que bueno... no hay más que poner la tele, dan pánico. Estas son buenas chicas, son guapas, tienen su vida y somos buenos amigos, aunque sea una cursilada decirlo. Soy buen amigo de mis hijas.
XL. ¿Echa de menos la época de La Mandrágora, cuando tenía usted la edad de sus hijas ahora?
J.S. Sí, era una época tan feliz y tan loca... Hay una frase de alguien: «Quien se acuerde de lo que hacía en los años ochenta es que no los vivió» [risas]. Echo mucho de menos a mi maestro, Javier Krahe, las conversaciones interminables con él, echo mucho de menos el 'clima', la impresión de que estábamos haciendo y en esa época era verdad, no estoy seguro de que lo sea ahora una España distinta, mejor, más fresca, más libre. Y echo de menos que entonces uno no tenía las resacas tremendas que tiene ahora.
XL. Y eso que usted prolongó su juventud hasta los 50. Como ya ha contado, hasta esa edad no dejó las drogas y los excesos. De entonces es el que usted considera su mejor disco y los fans lo avalan: 19 días y 500 noches. Pero parece que luego el 'rendimiento' bajó, como si la creatividad estuviese vinculada a los 'excesos'...
J.S. Algo de eso hay. Pero le pasa a casi todo el mundo. A mí, que soy un apasionado de Dylan, las canciones que me gustan de él son de hace 40 años. La poesía es un género de juventud. En el proceso de envejecer se pierde la capacidad de pasar las noches en blanco, que, en mi caso, es un terreno en el que florecían mucho los versos y las canciones. No solo por la edad y determinado tipo de achaques, sino también por ese hijo de puta que inventó los selfies, que me arruinó la vida. Ahora no puedes entrar en un bar y estar tranquilamente, como yo hacía toda la vida, sentado en una esquinita escribiendo.
XL. Supongo que antes de los selfies ya le abordaban en los bares...
J.S. Era más razonable.
XL. Confiese, ¿desde cuándo no baila tregua y catala? [el baile 'al modo de Cortázar' con el que Sabina y Benjamín Prado festejaban haber encontrado un buen verso].
J.S. [Risas]. Desde Praga, desde Praga. Y se echa de menos.
XL. En el libro de Prado que cuenta el proceso de escribir canciones y en concreto el disco Vinagre y rosas, que compusieron en Praga, queda claro que cuesta dar con el verso...
J.S. A mí me cuesta mucho. Pero luego pones en la radio ese rap contemporáneo o ese hip hop y oyes cada verso que dices... ¡Dios mío de mi vida, el fracaso escolar es tremendo! Como uno no tiene una gran voz ni es músico ni tiene talento excepcional, yo hace muchos años pensé que lo único que podía hacer era unas letras de canciones que no dieran tanta vergüenza. Y ahí andamos.
XL. ¿Cuál es su verso favorito de los que usted ha compuesto?
J.S. Tengo unos cuantos. «Cómo van a caber tantos besos en una canción». Ese me gusta, por ejemplo. Porque yo creo que las canciones tienen una ventaja sobre la poesía. La poesía no puede ser cursi y las canciones deben ser un poquito cursis. Y como yo tengo un corazón de peluquera de barrio...
XL. Pues sí, ese verso no es de los más sofisticados...
J.S. Claro. Es que lo podría cantar Antonio Machín. Hace 20 años los novios les regalaban a las novias los Veinte poemas de amor, de Neruda. Pero ahora la poesía se ha hecho muy críptica y la canción ha heredado ese poder de comunicación con la gente normal que tenía antes la poesía.
XL. ¿Cuál es su mayor logro?
J.S. Haber hecho cuatro o cinco canciones que me van a sobrevivir y que han tocado el corazón de mucha gente de muchos países, algunos incluso en los que no he estado.

XL. Dígame para cuándo hay nuevas canciones.
J.S. Tengo todavía mes y pico de posoperatorio. Pero habrá un disco en cuatro o cinco meses.
XL. En 2001 sufrió un ictus y poco después padeció una larga depresión de la que afortunadamente salió. 
J.S. Yo la superé. Me vino sin motivo. No fue exógena. Y me vino después de la euforia de haber sobrevivido al ictus. Y yo creo que algo tuvo que ver eso. Cuando me di cuenta de que no era Superman, sino un tipo que se estaba poniendo triste. Duró un año y pico. No quería salir de mi cuarto y no salía. No me quería morir, pero no quería ver a nadie. Como agorafobia. Y tal como vino se fue. Me ayudaron mucho los poetas. Amigos. Me obligaron a hacer el libro de sonetos y eso me subió el ánimo. Pero con la depresión pasa una cosa: se queda agazapada. Estás libre de ella, pero ya tienes ese miedo dentro a que vuelva. Tienes que estar siempre echándole un pulso.
XL. Con todo, ha dicho usted que desde que es feliz le resulta más difícil escribir canciones. Así que deduzco que es feliz...
J.S. De una manera mínima y doméstica. Tampoco hay que exagerar. Con lo de la felicidad, yo siempre digo lo de Rimbaud al periodista francés que le dijo que él era feliz: «¡Cómo ha podido caer usted tan bajo!».
XL. ¿Tiene usted alguna pesadilla recurrente?
J.S. Sí, una horrorosa, que tengo casi dos veces por semana: salgo al escenario, no soy capaz de articular palabra, no recuerdo nada del repertorio, me siento desnudo... ahí me despierto. Pero es horrorosa y es muy real. Cuando me despierto, la conciencia es de enorme alivio y de que he vivido algo muy real.
XL. O sea, que aunque no es cierto que sufriese un ataque de pánico cuando se fue del escenario en un concierto el año pasado, aquel 'Pastora Soler' (era un problema de estómago, como ha quedado patente), todavía le da miedo salir al escenario...
J.S. Miedo nos da a todos. Y como yo siempre me he sentido un impostor, nunca he soñado que me fuera a pasar lo que me ha pasado, eso va a más. Llenar los sitios, vender muchos discos... siempre me he sentido como de prestado, como que eso no me tocaba a mí, así que todo eso lo he vivido con cierta distancia.
XL. ¿Cuál ha sido el peor momento de su vida?
J.S. [Lo piensa]. Creo que fue con 17 años. Un amigo mío muy querido y maestro se suicidó en Granada la noche de Nochebuena. Sinque supiéramos por qué. Porque era el más listo, el más guapo y el más simpático. Eso no se me ha ido nunca de la cabeza.
XL. ¿Nunca supo la razón, ni después?
J.S. ¿Y por qué se suicida la gente?
XL. No sé, por desamor, porque te has arruinado, porque tu hijo se ha muerto...
J.S. Esos se matan. No se suicidan.
XL. Es usted realmente obseso de la palabra precisa... ¿Cuál es la frase que más usa?
J.S. No estoy seguro.
XL. ¿Qué es lo más bonito que le han dicho?
J.S. ¿Es usted Luis Joaquín Aute?
XL. Eso se lo acaba de inventar.
J.S. No, es cierto.
XL. ¿Cuál es la última mentira que ha dicho?
J.S. Pues esta última. Pero no porque me lo haya inventado, es que me han dicho cosas mucho más bonitas. Pero yo tengo mis pudores... [risas].
Al final de la conversación, el cantautor señala la copa de tequila, apenas un chupito, que sigue a medias. Sabina sonríe: «¡Con lo que una ha sido!».
Sus pasiones
El comienzo. Empezó a cantar cuando vivía en Londres porque, asegura, comprobó que era la forma más fácil de ganar dinero y ligar con chicas.
Madre y amiga. Con Isabel Oliart, la madre de sus hijas y una de sus mejores amigas. A ella atribuye el mérito de que 'las niñas', hoy veinteañeras, sean tan estupendas.
Su actual pareja. A la peruana Jimena la conoció cuando ella le hizo unas fotos. Conviven desde hace 16 años. Asegura que le debe la vida por su apoyo tras el ictus y la depresión.
Noches en vela. Abajo, delante de la puerta de su dormitorio, decorada con sus dibujos, hechos durante muchas noches en vela, y sentado, nos cuenta, en el taburete de su amigo Serrat.

Concurso
Todo un lujo: XLSemanal regala a sus lectores un ejemplar de la espectacular obra Garagatos, de Joaquín Sabina, editada por Artika, valorada en 2.100 euros. Se trata de un libro de arte, con 66 dibujos facsimilares seleccionados por el propio Sabina y un desplegable de casi 3 metros con 74 retratos, y un libro de estudios. La obra se atesora en un estuche de madera lacada. Garagatos es una edición única, limitada y numerada de 4998 ejemplares firmados por Sabina. Para más información sobre el concurso

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