La posición de Albert Rivera a escasas semanas para que se disuelvan las Cortes y se convoquen unas nuevas elecciones generales no es precisamente envidiable. El giro que las negociaciones del futuro Gobierno dieron en las últimas horas deja a Ciudadanos 'fuera de juego', al verse obligado a asumir por cuarta vez el rechazo del PP a sentarse en una mesa conjunta con ellos y el PSOE, ya que Rajoy de momento solo quiere ver a Sánchez e ignora al dirigente catalán. Al mismo tiempo, el líder centrista debe afrontar la celebración de dos reuniones clave -hoy con Izquierda Unida y en los próximos días con Pablo Iglesias- desde los asientos del público, como un expectador más, porque el socio con el que firmó un pacto de gobierno no le ha convocado a ninguna de ellas.
La situación es compleja, porque tras la investidura fallida de Pedro Sánchez, que solo consiguió los apoyos de la bancada naranja y el escaño de Coalición Canaria, PSOE y Ciudadanos reforzaron su alianza firmando un nuevo acuerdo en el que se comprometían a acudir de la mano a todas las reuniones con otras fuerzas parlamentarias de cara a recabar apoyos suficientes para sacar adelante su pacto. En las últimas semanas, dirigentes de ambas formaciones protagonizaron encuentros conjuntos con organizaciones empresariales y miembros de la sociedad civil plasmando su romance político. Incluso este martes hubo un encuentro entre sus equipos negociadores y Compromís, siendo la primera vez que otra formación accedía a sentarse con los socios al mismo tiempo.
Sin embargo, la cita bilateral entre Sánchez e Iglesias se gestó sin contar con Albert Rivera. En el caso del encuentro con Izquierda Unida, fue el propio Alberto Garzón el que vetó la presencia de Ciudadanos, y el portavoz parlamentario socialista, Antonio Hernando, lo aceptó sin matices. Aunque el partido de centro mostró indiferencia ante estos encuentros, especialmente el que se producirá antes de Semana Santa entre el jefe de Podemos y Sánchez, la reunión mantenida entre el líder socialista y Rivera a última hora este miércoles en el Congreso confirmó el malestar surgido dentro de la formación naranja.
La cita pretendía tranquilizar a Rivera ante estas noticias, reafirmando su acuerdo de Gobierno como base de cualquier futura negociación. Sin embargo, la entrevista entre los dirigentes de la izquierda a solas se mantiene. Miembros de la cúpula naranja insisten en enmarcarla dentro de la normalidad -eso sí, rechazan llamarla reunión-, aunque dejan entrever el evidente 'desengaño' que ya plasmó su propio portavoz parlamentario, Miguel Gutiérrez, al afirmar este miércoles no verle "mucho sentido a escenificar" en estos momentos desacuerdos. "Nosotros no estamos en esa línea", reiteraron las mismas fuentes, distanciándose del comportamiento que mantienen los socialistas y dando por hecho que lo que se producirá entre Iglesias y el líder de Ferraz terminará en desacuerdo.
El giro en esta segunda etapa de negociación, cuyo resultado será esencial para que Felipe VI se decida a nombrar un nuevo candidato a la presidencia del Gobierno, coincidió con la fulminante destitución del número tres de Podemos, en un gesto sin precedentes por parte de Iglesias, que pretendíaterminar de raíz con la crisis interna que impedía a su partido volver al ruedo político. Horas más tarde se confirmó la reunión con Sánchez, aunque todavía no hay una fecha concreta para su celebración. Según explicaron ambas formaciones, el primer paso hacia la reconciliación ("pese a las diferencias de criterio"), ya que ven positivo que se "normalice" el diálogo entre ambos.
Los socialistas en realidad nunca dejaron de tender la mano a Podemos, aunque su apoyo -a través del sí o de la abstención- debía ser en la misma medida para Ciudadanos, condición sobre la que la formación morada se negó en redondo. Rivera confía en que la cita que mantengan se ciña a recuperar las bases del diálogo y no aborden en ningún caso cuestiones sobre el plan de gobierno conjunto, ya que Sánchez incumpliría el compromiso sellado, que incluye estar presentes dirigentes de las dos formaciones en toda reunión cuyo objeto sea la hoja de ruta firmada. Esa misma exigencia fue la que mantuvo Rivera frente al encuentro entre el socialista y Carles Puigdemont, cuando dio por hecho que Sánchez no abordaría el referéndum independentista más allá de lo establecido en el documento conjunto.
Con todo, parece improbable que Sánchez e Iglesias, en su intento por desbloquear su relación, no traten de hacer una puesta en común de cara a retomar las negociaciones, más teniendo en cuenta los últimos guiños lanzados. Ya desde el inicio de la semana, el socialista aseguraba en la ciudad condal que estaría "encantado" de volver a verse con el secretario general de Podemos, mientras Iglesias manifestaba públicamente su deseo de mantener una conversación cara a cara con el jefe de Ferraz.
Justamente el acercamiento entre las dos formaciones vino precedido por la visita de Pedro Sánchez a Galicia hace apenas unos días, donde habría facilitado el acuerdo para sacar adelante los Presupuestos de 2016 en las principales ciudades gallegas donde las confluencias lograron las alcaldías gracias al apoyo del PSOE. Un acuerdo que se hace necesario para allanar el camino del entendimiento entre Sánchez y Podemos, y más teniendo en cuenta las elecciones autonómicas en Galicia de este año, donde el PP podría perder la mayoría absoluta.
El PP pide mediación con Sánchez
Al otro extremo del hemiciclo, en la bancada popular, la posición no solo sigue siendo la misma sino que ahora, además de rechazar un encuentro a tres bandas, piden a Ciudadanos que medie para que Rajoy y Pedro Sánchez puedan mantener una cita a solas. El PP respondió -como ya había advertido- a la petición del grupo parlamentario naranja con otra petición, aunque muy distinta a la del partido de centro: insistiendo en la necesidad de "generar las condiciones necesarias" para que se produjera esa entrevista del más alto nivel entre los dos dirigentes más votados.
Rafael Hernando, el portavoz popular y firmante de la misiva, aprovechó para reprochar a la formación liderada por Albert Rivera comportamientos "desconcertantes" como la reunión mantenida con otras fuerzas como Compromís.
El acercamiento entre C's y PP se enfrió seriamente en las últimas semanas cuando Rivera emprendió una ofensiva contra el presidente del Gobierno en funciones al insistir públicamente en que Rajoy no podía abanderar la nueva etapa política española.
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