El nuevo mapa de Asturias, en vía muerta
La cuestión identitaria y el miedo a la pérdida de servicios lastran la modernización del mapa // Los expertos recomiendan hacer una planificación previa // Galicia registra dos anexiones en los tres últimos años
MARTES 01 DE MARZO DE 2016
Oza, Cesuras, Cotobade y Cerdedo. Estos cuatro nombres no tienen demasiado significado en Asturias pero sí en Galicia. Son los cuatro concellos inmersos en proceso de fusiones. Los dos primeros ya formalizaron los trámites en 2013. Los dos siguientes emprenden ahora ese camino. En el Principado, no hay ni sombra de estas unificaciones locales que muchos consideran como inevitables para garantizar la eficacia de los servicios pero que levantan recelos políticos y sociales. Hay diferencias sustanciales entre las dos comunidades. En primer lugar, en el sentido identitario. Mientras los gallegos se sienten vinculados a las parroquias, los asturianos tienen un sentimiento de pertenencia a los municipios, con sonoras excepciones como la de Lugones, que podría dificultar aún más la renovación del mapa local. Otro aspecto es también la iniciativa política. El actual presidente de la Xunta, Alberto Nuñez Feijóo, se ha pronunciado a favor de las fusiones y las ha estimulado con un fondo autonómico. En Asturias, ningún partido coge esta bandera. Expertos consultados por ASTURIAS24 analizan este controvertido asunto que suma todo tipo de factores, desde los económicos a los puramente sociológicos.
Al margen de las opiniones, está la realidad municipal de las dos regiones, que se puede medir en números. Galicia es una autonomía con 2,7 millones de habitantes, según los datos INE a fecha 1 de julio de 2015, dividida en 313 ayuntamientos. Desde los años 80 del siglo pasado, su estructura local ha sufrido diversas modificaciones. Primer hubo segregaciones, la de Cariño de Ortigueira (A Coruña), en enero de 1988; la de Burela de Cervo (Lugo), en diciembre de 1994; y la de A Illa de Vilanova de Arousa (Pontevedra), en noviembre de 1996. Este siglo la tendencia es la contraria, en junio del 2013 se unieron de Oza y Cesuras. Ahora están en pleno proceso Cotobade y Cerdedo, ambos gobernados por el PP con mayorías absolutas y en total sintonía. Asturias se conforma con una población que apenas supera el millón de habitantes, organizada en 78 concejos.
Los economistas opinan
Fernando Rubiera, profesor titular de Economía Aplicada en la Universidad de Oviedo, explica que Galicia está mucho más fragmentada territorialmente que Asturias y que, por tanto, su reordenación puede ser más urgente. La base de esta estructura data de 1910, cuando se decidió que cada núcleo de población fuera un ayuntamiento. Las dos regiones del noroeste suavizaron esta filosofía para no verse condenados a una organización ingobernable. "Solo en Asturias tendría que haber, entonces, más de 900 alcaldes", precisa Rubiera. Así optaron por agrupar varios núcleos alrededor de uno, el más poblado o el que representaba alguna referencia. Manuel Fernández Grela, homólogo de Rubiera en la Universidad de Santiago de Compostela, explica que el sentimiento de pertenencia en Galicia sigue siendo más parroquial que municipal y, por tanto, no existe una reticencia tan marcada dentro de la parte identitaria. Explica que los problemas de dispersión están más exacerbados que en Asturias y que hay centenares de pueblos con 20 o 30 vecinos dentro de algún concello. Aun así, también aporta alguna anécdota muy representativa. Cuenta que apenas hubo resistencia social en la unificación de Oza y Cesuras en 2003, pero que hay más ahora, cuando se mira con lupa de dónde es el alcalde, porque se teme que beneficie más a los otros. "Hay pancartas visibles a lo largo de la carretera", explica.
Fernández Grela no cree que haya un impulso decidido a la fusión de entidades municipales en Galicia aunque vayan un paso por delante que Asturias. Pese a que Feijóo ha abanderado esta idea, fue uno de los pioneros y hasta habilitó un fondo económico para incentivar los procesos, solo ha conseguido que se produjera una y que haya una segunda en marcha. Va muy lento y no por una cuestión identitaria sino, más bien, demográfica. "Esto, sobre todo, se ve el interior. No se sabe con qué concejo ni cómo, genera duda sobre la provisión de servicios, si se podrá mantener", insiste. Tanto Fernández Grela como Rubiera matizan que esta incertidumbre se ve agravada porque no vale cualquier tipo de anexión. Debe tener en cuenta criterios numéricos tan importantes como la población resultante. Las de Galicia han conseguido municipios con más de 5.000 habitantes. Rubiera precisa que para conseguir eso en el Principado tendrían que unirse hasta tres o cuatro. "Cotobade es un municipio de la zona interior y montañosa de Pontevedra que estaba buscando una solución. Antes de decidirse por Cercedo había tanteado a otros muchos pero no cuajó", explica el economista. Cotobade tiene 4.332 vecinos y Cerdedo, 1.828. En su caso hay proximidad social de la que había en Oza Cesuras, que son dos núcleos cercanos al área metropolitana de A Coruña.
Desde su punto de vista, hay otra diferencia radical entre ambas regiones. Aquí entra en juego la existencia de provincias y diputaciones en un caso y la organización uniprovincial del Principado. Dice Fernández Grela que las entidades locales no sienten la necesidad de unificarse, pese a los incentivos económicos, porque tienen unas cuentas saneadas porque muchos han cedido a las diputaciones tanto la recaudación tributaria como la prestación de servicios, que alcanzan un nivel satisfactorio y que apenas les suponen costes. Entre el 70% y el 80% de sus presupuestos municipales se va en pagar a los funcionarios y la dedicación exclusiva o las dietas de los alcaldes y los concejales que integran las corporaciones.
El modelo de consorcios
Esa estructura que frena en Galicia es la que alumbra la idea que el presidente de la Federación Asturiana de Concejos (FACC) y alcalde de Navia, Ignacio García Palacios, maneja como alternativa real a la fusión de concejos. García Palacios afirma que el futuro son los consorcios de servicios, con la fórmula de Cadasa y de Cogersa, y no tanto las mancomunidades, que se han visto desbordadas en época de crisis. Hay comunidades que ya tienen experiencia en este sentido. El regidor naviego apunta, por ejemplo a Navarra. ¿Qué se podría consorciar? Desde el agua al trabajo de técnicos municipales de alto nivel a la planificación del mapa escolar. Esa es el municipalismo en el que cree el presidente de la FACC.
Al margen de sus ideas de futuro, García Palacios está muy interesado en dejar claras dos cosas. En primer lugar, que el Principado no tiene una necesidad perentoria de reestructurar el orden municipal porque 78 concejos para un millón de habitantes no es una medida desproporcionada si se compara con los más de 2.000 de Castilla y León y los 102 de Cantabria. Además, destaca las cuentas saneadas de los ayuntamientos que son las administraciones que realmente han cumplido las exigencias de la Unión Europea con el déficit. "Nadie nos puede acusar de hacer una mala gestión", insiste. Sí que cree que se pueden buscar fórmulas para ser incluso más eficaces, "pero siempre voluntarias y no a la trágala", explica.
Sentimientos de pertenencia
Dice el sociólogo Rodolfo Gutiérrez, que el tema de la identidad siempre es importante porque está vinculada "a la vida cotidiana de las personas". Sin embargo, también señala que la preocupación de los vecinos en las fusiones de ayuntamientos es, más que los sentimientos de pertenencia, la incertidumbre por lo que pasará después, si la unificación empeorará o alejará los servicios públicos. Por esa razón, para vencer la resistencia social, lo imprescindible es realizar una planificación concienzuda, regida por un deseo de optimizar, en el que se trace un mapa de los servicios sociosanitarios y educativos. Esos son los argumentos que cree que los políticos deben lanzar, más que el ahorro de costes.
Coincide en esta visión otro sociólogo que trabaja precisamente en temas vinculados al territorio, Jacobo Blanco. Reconoce que la identidad no es el menor de los problemas, pero alerta de que hay muchos más. En cuanto a la identidad, cita ejemplos contrarios a la unificación. Habla de Lugones o de La Fresneda para escenificar localidades grandes dentro de un concejo que no tienen vinculación con el resto del territorio y que preferirían segregarse. También habla de los desiertos demográficos, en los que un ejemplo claro podría ser Ponga, con menos de tres habitantes por kilómetro cuadrado. Además apunta a dos fenómenos encadenados en el Principado, el éxodo rural y el relanzamiento de las villas, que es palpable en Cangas del Narcea, Tineo o Valdés.
El futuro, para el profesor Jacobo Blanco, es estudiar lo que ha hecho Alemania, que en los últimos 30 años, con el visto bueno de los dos partidos mayoritarios ha podido racionalizar la estructura territorial con comarcas, y también Francia, con el diseño de áreas de servicios comarcales, y plantear un modelo propio con el mayor respaldo posible del arco parlamentario nacional. Su planteamiento es similar al presidente de la FACC. Cree en los servicios comunes, ya sea mediante mancomunidades o consorcios, la fórmula que se negocie y se considere mejor. "Al mismo tiempo, a los ciudadanos habrá que hacérselo interesante", explica, "y la forma de conseguirlo es que vean los beneficios, qué van a ganar". Después, a más largo plazo, podrá llegar la auténtica integración social.
"Ni los planes de Montoro ni el fondo autonómico de Feijóo han tenido mucho éxito. Ese dinero no ha supuesto un estímulo real para los ayuntamientos. Hay que ver otras fórmulas", insiste.
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